CUANDO EL PARAGUAS SE
ROMPE POR EL VIENTO UN DÍA DE LLUVIA
Hoy
abordaré una compostura del postureo más propia de peatones que de
personas motorizadas en sus desplazamientos, aunque al menos una vez
en la vida nos sucede a todas y todos. Me refiero a cuando un día
lluvioso nos obliga a tener que portar paraguas en nuestro
desplazamiento de turno en el coche de San Fernando. Por lo general
suelen ser días lluviosos que comienzan sin viento y que de repente
se levanta una ráfaga de aire que se transforma en viento y hace que
nuestro paraguas se abra hacia arriba torciendo varillas y
desencuadernando la tela de las mismas, quedando una especie de
parabólica cutre. La compostura del postureo surge porque siempre
azora este imprevisto con el paraguas con otros peatones de testigos
que encuentran unos instantes de chanza a costa del prójimo que
somos nosotros. Surge de forma innata una compostura del postureo
donde nos enzarzamos en intentar devolver a la normalidad el
paraguas, con el viento en pleno auge y una lluvia persitente y casi
agresiva que nos pone pingando y aumenta el cachondeo de los
transeúntes testigos de nuestra desgracia, con esa sorna de quien ha
pasado antes por el suplicio y ahora se descojona observando nuestros
vanos intentos. Si la cosa sucede en medio de un paso de peatones con
semáforo, seremos un divertimento para conductores. La compostura
del postureo de asumir al instante la muerte clínica del paraguas y
seguir caminando es la que pasa más desapercibida a testigos
oculares que entre la pertinaz lluvia y el constante viento no tienen
tiempo a pararse a ver el espectáculo ya que no hay. Las composturas
del postureo de soltar cagamentos y diatribas con gesticulación de
brazos, azotar el paraguas contra el duro asfalto, ponerse a
maldecir en voz alta o cualquier otra compostura del postureo similar
sólo es dar carnaza a los guasones transeúntes y motorizados que nos
observan, parando pese a la inclemencia del tiempo a echar unas risas
a nuestra costa. Lo mejor es adquirir un buen paraguas de calidad, un
paraguas no deja de ser una inversión, y si se levanta viento y es
posible buscar un buen soportal donde guarecernos de la lluvia,
llamar un taxi e incluso a un familiar, pariente o allegado. No es
agradable ser divertimento ajeno en plena desgracia y composturas del
postureo que no sea asumirlo con naturalidad y dando por perdido el
paraguas sólo provocarán un espectáculo callejero a nuestra costa
y encima gratis.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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