The Adversiter Chronicle

miércoles, 9 de octubre de 2024

"Butaca de patíbulo", suplemento cinematográfico cutre

Suplemento cinematográfico cutre de The Adversiter Chronicle

GOLDENEYE (1995)

Aunque en los últimos tiempos cinematográficos las sagas cinematográficas son algo habitual, incluso atosigante en algunas sagas, hay una saga genuina que no es otra que las aventuras de 007, el intrépido agente secreto al servicio de Su Graciosa Majestad, con sello propio y que supera el paso del tiempo adaptando la saga y renovando al intérprete del personaje de James Bond, con público fiel pese a que la saga denota en los últimos títulos protagonizados por Daniel Craig cierto barroquismo decadente. No dudamos el equipo de cata cinematográfica en no sacar siquiera los trastos de faena del armario y pasar, tras fichar, directamente al despacho del gerente bien provistos de birras frías y pistachos para paladear esta producción de 1995 y dirigida por el siempre solvente neozelandés Martin Campbell que había firmado un año antes esa pequeña joyita titulada Escape de Absolom que refrescó el género de mundo apocalíptico tras una guerra termonuclear y que sabe dirigir con ritmo una película de la saga 007 que gana con el tiempo y tiene motivos para disfrutarla décadas después de su estreno, donde la crítica fue benevolente sin saber apreciar matices que con el paso del tiempo son más encantadores...

Hay que empezar por el protagonista que se estrenaba en el papel de 007, un joven y apuesto Pierce Brosnan que ya había conquistado a la cámara y llamado la atención del público en su papel de recio agente de la KGB en esa excelente adaptación al cine de la novela y título de la película El cuarto protocolo en 1987. Además, era su primera interpretación del personaje de Ian Fleming tras unos títulos de la saga protagonizados por Timothy Dalton que dejó un sabor entre dulce y amargo como 007, no siendo el seductor macho alfa que eran los 007 de Sean Connery y Roger Moore. Para empezar, el Pierce Brosnan tenía buena percha de galán y a la vez la seriedad de un agente secreto, seductor pero no picha brava, con un mundo que ya no era el de la Guerra Fría y unas mujeres que ya no eran pibones de cortas entendederas amantes del villano de turno, miembras de Spectra con buen corazón y demás perfiles de mujer que caía en brazos de 007. Pierce Brosnan recuperaba el clasicismo pero también representaba al 007 eterno seductor que se adapta a los tiempos.

Luego está el contexto histórico que facilitó desde 1986 que Moscú y San Petersburgo se convirtieran en platós cinematográficos y los estertores de la URSS y la incipiente nueva Rusia surgida tras el colapso proporcionaban tramas, decorados, armas y vehículos soviéticos, un mundo el soviético que Occidente descubría y que aún en 1995 mantenía la fascinación por conocer el mundo comunista. El título recupera la esencia con una Rusia que aún conserva en parques y vertederos las estatuas de la fenecida gloria soviética donde los viejos guardianes del sistema se resisten a perder su poder con una nueva clase política que no entiende quién es el enemigo y que no están capacitados para gestionar el arma nuclear. El villano general Oukumov, interpretado de forma genial por Gottfried John, representa una casta militar que se resiste a que las calles se llenen de Mc Donald´s y Coca-Cola mientras el arsenal se pudre y es desmantelado, el moderno sucesor del mítico general Gogol de la saga.

Luego tenemos la trama, genial combinando el mundo desaparecido con el nuevo, una tragedia griega con un villano ruso blanco interpretado por el Sean Bean en otro de sus personajes de renegado. El rollo es que roban el último helicóptero de combate resistente a las interferencias de un pulso nuclear y que será utilizado para robar el dispositivo de disparo y control de un satélite soviético, ahora ruso, capaz de generar el pulso nuclear inutilizando cualquier sistema o cachivache electrónico, para ello asaltan una estación matando a todo el personal salvo una programadora interpretada por Izabella Scorupco que queda mona y tal sin tener el glamour de otras protagonistas de la saga aunque da el pego como joven rusa preparada que se ve envuelta en pifostios soviéticos que no van ya con su generación. Y citar el tema de los efectos especiales para amantes de maquetas y trucas no digitales que son una auténtica delicia en estos tiempos de imágenes sintéticas digitales.

Y la verdadera razón fundamental para disfrutar de este título de la saga casi tres décadas después de su estreno, dejando aparte el resto de meritorios motivos, es la presencia de la mejor villana de la historia de la saga 007 interpretada por una fermosa y sensual Fanke Jassen que nunca estuvo más pecaminosamente seductora y bella que interpretando a Xenia Onatopp, una agente del extinto KGB que le gusta el sexo a hostias, pero hostias literales. La escena con el general franchute destrozándolo con los muslos montada encima de él hasta la asfixia o como se lanza sobre 007 en la sauna con su mirada de pantera, hizo que volaran pistachos y latas de cerveza por el despacho del gerente con aullidos de machos alfa, que sensual y sexy está como villana masoquista y que 007 deberá domesticar a base de hostiarla contra las paredes y suelos de mármol de la sauna. Divina, sencillamente divina la Xenia Onatopp, pero divina...
Diabólicamente divina.

Película para saborear en sus matices que la convierten en una cápsula del tiempo, la curiosidad de que Pierce Brosnan interprete a 007 cuando comenzó su carrera interpretando a su antagonista del KGB, la icónica escena de 007 en un tanque por las calles de San Petersburgo y también la informática como parte más de la realidad que es hoy, los efectos especiales, la divina de la Xenia y disfrutar de 007 en estado puro, no era difícil tras los títulos protagonizados por Timothy Dalton y un guion que supo conjugar los elementos clásicos de la Guerra Fría en el nuevo mundo surgido tras la caída del imperio soviético. Y la respuesta a si es mejor o peor que los anteriores 007, decir que Pierce Brosnan supo darle su personalidad propia sin renunciar a la esencia de anteriores 007.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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