Suplemento
cinematográfico cutre de The Adversiter
Chronicle
GOLDENEYE (1995)
Aunque
en los últimos tiempos cinematográficos las sagas cinematográficas
son algo habitual, incluso atosigante en algunas sagas, hay una saga
genuina que no es otra que las aventuras de 007, el intrépido
agente secreto al servicio de Su Graciosa Majestad, con sello propio
y que supera el paso del tiempo adaptando la saga y renovando al
intérprete del personaje de James Bond, con público fiel pese a que
la saga denota en los últimos títulos protagonizados por Daniel
Craig cierto barroquismo decadente. No dudamos el equipo de cata
cinematográfica en no sacar siquiera los trastos de faena del
armario y pasar, tras fichar, directamente al despacho del gerente
bien provistos de birras frías y pistachos para paladear esta
producción de 1995 y dirigida por el siempre solvente neozelandés
Martin Campbell que había firmado un año antes esa pequeña joyita
titulada Escape de Absolom que refrescó el género de mundo apocalíptico tras una guerra
termonuclear y que sabe dirigir con ritmo una película de la saga
007 que gana con el
tiempo y tiene motivos para disfrutarla décadas después de su
estreno, donde la crítica fue benevolente sin saber apreciar matices
que con el paso del tiempo son más encantadores...
Hay
que empezar por el protagonista que se estrenaba en el papel de 007,
un joven y apuesto Pierce Brosnan que ya había conquistado a la
cámara y llamado la atención del público en su papel de recio
agente de la KGB en esa excelente adaptación al cine de la novela y
título de la película El cuarto protocolo
en 1987. Además, era su primera interpretación del personaje de Ian Fleming tras unos títulos de la saga protagonizados por Timothy
Dalton que dejó un sabor entre dulce y amargo como 007,
no siendo el seductor macho alfa que eran los 007
de Sean Connery y Roger Moore. Para empezar, el Pierce Brosnan tenía
buena percha de galán y a la vez la seriedad de un agente secreto,
seductor pero no picha brava, con un mundo que ya no era el de la
Guerra Fría y unas mujeres que ya no eran pibones de cortas
entendederas amantes del villano de turno, miembras de Spectra con
buen corazón y demás perfiles de mujer que caía en brazos de 007.
Pierce Brosnan recuperaba el clasicismo pero también representaba al
007 eterno seductor
que se adapta a los tiempos.
Luego
está el contexto histórico que facilitó desde 1986 que Moscú y
San Petersburgo se convirtieran en platós cinematográficos y los
estertores de la URSS y la incipiente nueva Rusia surgida tras el
colapso proporcionaban tramas, decorados, armas y vehículos
soviéticos, un mundo el soviético que Occidente descubría y que
aún en 1995 mantenía la fascinación por conocer el mundo
comunista. El título recupera la esencia con una Rusia que aún
conserva en parques y vertederos las estatuas de la fenecida gloria
soviética donde los viejos guardianes del sistema se resisten a
perder su poder con una nueva clase política que no entiende quién
es el enemigo y que no están capacitados para gestionar el arma
nuclear. El villano general Oukumov, interpretado de forma genial por
Gottfried John, representa una casta militar que se resiste a que las
calles se llenen de Mc Donald´s y Coca-Cola mientras el arsenal se
pudre y es desmantelado, el moderno sucesor del mítico general Gogol de la saga.
Luego
tenemos la trama, genial combinando el mundo desaparecido con el
nuevo, una tragedia griega con un villano ruso blanco interpretado
por el Sean Bean en otro de sus personajes de renegado. El rollo es
que roban el último helicóptero de combate resistente a las
interferencias de un pulso nuclear y que será utilizado para robar
el dispositivo de disparo y control de un satélite soviético, ahora
ruso, capaz de generar el pulso nuclear inutilizando cualquier
sistema o cachivache electrónico, para ello asaltan una estación
matando a todo el personal salvo una programadora interpretada por
Izabella Scorupco que queda mona y tal sin tener el glamour de otras
protagonistas de la saga aunque da el pego como joven rusa preparada
que se ve envuelta en pifostios soviéticos que no van ya con su
generación. Y citar el tema de los efectos especiales para amantes
de maquetas y trucas no digitales que son una auténtica delicia en
estos tiempos de imágenes sintéticas digitales.
Y
la verdadera razón fundamental para disfrutar de este título de la
saga casi tres décadas después de su estreno, dejando aparte el
resto de meritorios motivos, es la presencia de la mejor villana de la
historia de la saga 007
interpretada por una fermosa y sensual Fanke Jassen que nunca estuvo
más pecaminosamente seductora y bella que interpretando a Xenia
Onatopp, una agente del extinto KGB que le gusta el sexo a hostias,
pero hostias literales. La escena con el general franchute
destrozándolo con los muslos montada encima de él hasta la asfixia
o como se lanza sobre 007
en la sauna con su mirada de pantera, hizo que volaran pistachos y
latas de cerveza por el despacho del gerente con aullidos de machos
alfa, que sensual y sexy está como villana masoquista y que 007
deberá domesticar a base de hostiarla contra las paredes y suelos de
mármol de la sauna. Divina, sencillamente divina la Xenia Onatopp,
pero divina...
Diabólicamente divina.
Película
para saborear en sus matices que la convierten en una cápsula del
tiempo, la curiosidad de que Pierce Brosnan interprete a 007
cuando comenzó su carrera interpretando a su antagonista del KGB, la
icónica escena de 007 en
un tanque por las calles de San Petersburgo y también la informática
como parte más de la realidad que es hoy, los efectos especiales, la
divina de la Xenia y disfrutar de 007
en estado puro, no era difícil tras los títulos protagonizados por
Timothy Dalton y un guion que supo conjugar los elementos clásicos de
la Guerra Fría en el nuevo mundo surgido tras la caída del imperio
soviético. Y la respuesta a si es mejor o peor que los anteriores
007, decir que Pierce
Brosnan supo darle su personalidad propia sin renunciar a la esencia
de anteriores 007.
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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