The Adversiter Chronicle

martes, 22 de octubre de 2024

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre

Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro:
Berlín -La caída: 1945-
Autor: Antony Beevor
Editorial: Crítica S. L.
Traducción: David León Gómez
Edición: Decimocuarta impresión, octubre de 2007

Fue la última batalla de la II Guerra Mundial con un Hitler encerrado en el búnker y que, llevado de su delirio, unía su suerte a la de la capital del Reich y sus habitantes para finalmente suicidarse mientras el Ejército Rojo bombardeaba la ciudad, saqueaba y violaba con los últimos defensores de Berlín intentando llegar a la zona estadounidense. Niños y jóvenes junto a viejos veteranos de la I Guerra Mundial fueron mandados a enfrentarse a los tanques soviéticos mientras la SS colgaba a quienes intentaban desertar de una movilización forzosa y mortal. Sin embargo, las tropas soviéticas no se encontraron tampoco con un paseo militar, presionados los generales por Stalin y animando por su parte la competencia entre ellos. El dictador soviético quería Berlín y no se fiaba de la palabra de los aliados tejiendo una red de comunicados donde desdeñaba la capital alemana en apariencia mientras urgía que sus ejércitos asediaran Berlín cuanto antes...

Antony Beevor, educado en Winchester y Sandhurst, fue oficial regular del ejército británico. Abandonó el ejercito tras cinco años de servicio y se trasladó a París, donde escribió su primera novela. Ganó el Runciman Prize en 1992 y es Caballero de las Artes y las Letras del gobierno francés. `Stalingrado´ le valió ganar el Samuel Johnson Price para obras de no ficción en su primera convocatoria, el Wolfson History Prize y el Hawthornden Prize siendo el primero de sus libros traducidos al español.
Datos sacados de la contraportada y actualizados al año de edición aunque en Internet podéis encontrar más información sobre el autor, y sin más verborrea unos breves pasajes que os inciten a su apasionante lectura:

Stalin pone sus ojos en Berlín...
"Stalin, bien que no descartaba el uso de símbolos cuando le convenía, se mostró mucho más calculador. La capital del Reich suponía, en verdad, la `culminación de todas las operaciones de nuestro ejército durante esta guerra´; pero el dirigente soviético tenía otros intereses. Entre éstos destacaba el plan, elaborado durante el ejercicio de Lavrenty Beria en cuanto ministro de Seguridad Estatal, de despojar los laboratorios de investigación atómica berlineses de todo su instrumental y su uranio antes de la llegada de los estadounidenses y los británicos. El Kremlin estaba bien informado de los avances del Proyecto Manhattan, que se estaba desarrollando en Los Álamos, por mediación del doctor Klaus Fuchs, espía allegado al régimen comunista. Los científicos soviéticos se hallaban muy rezagados en este sentido, y Stalin y Beria estaban convencidos de que si eran capaces de hacerse con los laboratorios y los investigadores de Berlín antes de que llegasen los Aliados occidentales, podrían elaborar una bomba atómica semejante a la de los estadounidenses."

Saqueos en el avance hacia Berlín del Ejército Rojo...
"No era extraño que los objetos requisados a modo de botín acabasen siendo descartados y pisoteados poco después de haberse obtenido. Nadie quería dejar nada que pudiese interesar a una shabnaya krysa (`sabandija del estado mayor) o a una tylovaya krysa (`sabandija de retaguardia´, es decir, perteneciente al segundo escalón). Solzhenitsyn describía escenas que semejaban `mercados tumultuosos´ en los que los soldados llegaban a probarse las tallas grandes de las bragas de las prusianas. Algunos llevaban tantas capas de ropa bajo sus abrigos que apenas si podían moverse, y la dotación de los tanques llenaba sus carros con tal cantidad de botín que resulta increíble que las torretas pudieran girar. Las reservas de proyectiles se vieron también menguadas por el hecho de que los vehículos se hallasen cargados de trofeos tan indiscriminados. Los oficiales sacudían la cabeza desesperados al ver a sus hombres tomar despojos tales como trajes de etiqueta que pretendían enviar a casa en su paquete mensual. El idealista Kopelev desaprobaba tajante esta actitud, y consideraba que el bulto de cinco kilos que permitían franquear las autoridades como medida especial constituía `una incitación directa e imperdonable para el saqueo´. A los oficiales se les permitía enviar el doble, mientras que para los generales y los oficiales del SMERSH apenas se había impuesto un límite; con todo, los últimos no tenían verdadera necesidad de rebajarse a saquear, pues los miembros de su estado mayor les ofrecían artículos selectos. El propio Kopelev eligió una elaborada escopeta de caza y una serie de grabados de Durero para el general Okorokov, su superior en el departamento político del 2º frente bielorruso."

Las mujeres como botín de guerra en Prusia Occidental y Pomerania...
"Las más jóvenes, desesperadas por escapar a la atención de los soldados, se frotaban el rostro con ceniza y hollín, se cubrían la frente con los pañuelos propios de las campesinas, se arrebujaban para ocultar sus cuerpos y cojeaban por el lado de la carretera como viejas decrépitas. Sin embargo, este disfraz no garantizaba en absoluto su seguridad, habida cuenta de que muchas ancianas tampoco se hallaban a salvo de violación. Las mujeres alemanas desarrollaron sus propias fórmulas verbales en relación con las experiencias por las que habían pasado. Muchas decían: `Tuve que ceder´; una de ellas refirió que había tenido que ceder trece veces. `Su horror parfecía teñido de una pincelada de orgullo por cuanto había soportado´, señaló soprendida Libussa von Oldershausen. De cualquier manera, eran muchas más las mujeres traumatizadas por sus espantosas vivencias. Algunas sufrían ataques catatónicos; otras se suicidaban, aunque, al igual que sucedió a Libussa von Odershausen, las embarazadas solían rechazar esta última vía de escape, llevadas del deber instintivo que habían contraído con sus bebés aún nonatos."

La conquista de Berlín pasa por cruzar el río Neisse...
"La anchura del Neisse entre Forst y Muskau era aproximadamente la mitad de la del Óder. No obstante, cruzar un río frente a las tropas enemigas en posición no era tarea fácil. El mariscal Konev decidió que la mejor táctica que podía seguir si 1º frente ucraniano consistía en mantener al enemigo ocupado y cegarlo mientras sus unidades más importantes atravesaban el cauce. El bombardeo de la artillería se inició a las seis de la mañana, hora de Moscú; las cuatro, hora de Berlín. Para ello se apostaron doscientos cuarenta y nueve cañones por kilómetro, lo que suponía la mayor concentración de toda la guerra, que además se vio intensificada por un poderoso ataque del 2º ejército del aire. `El zumbido de los aviones y el tronar de los cañones y las bombas que hacían explosión eran tan potentes que apenas dejaban oír a un camarada que estuviese gritando a un metro de distancia´, observó un oficial. Además, la descarga se prolongó durante mucho más tiempo que la de Zhukov, pues duró un total de ciento cuarenta y cinco minutos. `El dios de la guerra está tronando a gusto hoy´, señaló el comandante de cierta batería aprovechando una pausa. La dotación d elos cañones hacía su trabajo impelida por el placer de la venganza e incitada por las órdenes de sus comandantes: `A la guarida de los fascistas... ¡fuego! Al poseso de Hitler... ¡fuego! Por la sangre y el sufrimiento d elos nuestros... ¡fuego!´."

Hitler traicionado por el fiel entre los fieles y leal entre los leales del Führer...
"Mediada la tarde del 28 de abril, Hitler supo de un comunicado de la radio de Estocolmo que anunciaba que Himmler había establecido contactos con los Aliados. La idea de que der treue Heinrich ( `el fiel Heinrich´) pudiese estar tratando de entablar negociaciones parecía absurda, aunque Hitler había empezado a sospechar de las SS cuando Steiner fracasó en la liberación de Berlín. El Führer telefoneó a Dönitz, que habló con Himmler. El Reichsführer de las SS lo negó todo de forma tajante. Sin embargo, aquella misma noche, Lorenz, el agregado de prensa del dirigente nazi, llegó con un informe de Reuters que confirmaba la noticia. Entonces estallaron todos los resentimientos y sospechas de Hitler, que se tornó pálido de ira y sufrió un fuerte estremecimiento. Se sometió a Fegelein a un interrogatorio, dirigido al parecer por el general de división Müller, jefe de la Gestapo. El detenido admitió tener noticias de las conversaciones que había mantenido Himmler con Bernadotte. Freytag von Loringhoven vio conducir a Fegelein escaleras arriba, firmemente escoltado por miembros de la SS. Habían arrancado de su uniforme todas las insignias propias de su rango, así como su Cruz de Caballero y cualquier otro distintivo. Sus ademanes arrogantes habían desaparecido. Lo ejecutaron en el jardín de la Cancillería del Reich. Hitler se convenció entonces de que las SS habían tramado una confabulación tras otra en su contra, tal como había hecho erl ejército el año anterior."

Capitulación...
"Entonces se hizo pasar a la delegación alemana. Friedeburg y Stumpff presentaban un aspecto resignado. Keitel hacía lo posible por parecer imperioso y lanzaba de vez en cuando una mirada despectiva a Zhukov. Simonov pudo imaginar la ira que debía de bullir en su interior. Otro tanto le sucedió a Zhukov, que además paró mientes en las manchas rojas que tenía el alemán en el rostro. Los documentos de la rendición se colocaron sobre la mesa principal. El primero en firmar fue Zhukov, a quien siguieron, en este orden, Tedder, Spaatz y el general De Lattre. Keitel estaba sentado con la espalda muy erguida y los puños crispados. Por momentos, iba echando cada vez más hacia atrás la cabeza. A sus espaldas había un oficial alemán de estado mayor `llorando sin mover un solo músculo de su rostro´. Zhukov se puso en pie. `Invitamos a la delegación alemana a firmar las actas de capitulación´, indicó en ruso. El intérprete tradujo sus palabras, aunque Keitel señaló con un gesto de impaciencia que lo había entendido y que debían hacercarle el documento. El mariscal soviético, empero, apuntó con el dedo al final de su mesa y dijo al intérprete: `Diles que vengan aquí para firma´. Keitel se lebantó y caminó hacia donde le habían indicado. Con un ademán aparatoso, se quitó el guante antes d ecoger la pluma. Era evidente que ignoraba por completo que el jefe soviético que miraba por encima de su hombro mientras firmaba era el representante de Beria: el general Sekov. Keitel volvió a colocarse el guante y regresó a su lugar. Entonces tocó el turno a Stumff y, por fin, a Friedburg. `La delegación alemana puede abandonar la sala´, anunció Zhukov. Los tres aludidos se pusieron en pie. Keitel, `cuya papada colgaba tal la de un buldog´, levantó por todo saludo su bastón de mariscal antes de girar sobre sus talones."

Sabotajes a las tropas soviéticas de ocupación...
"Entre las teorías soviéticas de sabotaje se hallaba la idea de `que los dirigentes de las organizaciones fascistas preparan envenenamientos masivos en Berlín mediante la venta de limonada y cerveza emponzoñadas´. Los niños a los que encontraban jugando con bazucas y otras armas abandonadas habían de enfrentarse a interrogatorios como sospechosos de pertenecer a la Werwolf, y al SMERSH no le interesaba otra cosa que no fuesen las confesiones. El único signo manifiesto de desafío parece haber sido un puñado de carteles nazis aparecidos en Lichtenberg que proclamaban: `¡El partido sigue vivo!´. También hubo otra llamativa excepción al ambiente general de sumisión: La noche del 20 de mayo, `un número aún por determinar de bandidos´ atacó el campo especial número 10 del NKVD y liberó a cuatrocientos sesenta y seis prisioneros. El comandante Kyuchkin, responsable del centro, se hallaba `en un banquete´ cuando tuvo lugar el ataque. Beria montó en cólera: después de las severas críticas que había vertido el NKVD sobre los jefes del ejército por su falta de vigilancia, el incidente resultaba harto embarazoso."

Apasionante viaje al final del régimen nazi guiados del estilo ágil y ameno de Antony Beevor que logra que se lea de un tirón, no faltan anexos con mapas que nos ilustran del terreno y movimientos de tropas. Lectura ideal para amantes de las hazañas bélicas y amantes de la Historia, recomendable para lectura vacacional, turnos de noche tranquilos y de mesita de noche. También nos enseña que las noticias de violaciones, saqueos, actos de cobardía e impunidad asesina de las guerras que nos van asediando siguen tan vigentes en la guerra como en 1945 y conflictos anteriores donde la población civil, las mujeres especialmente, se consideran parte del botín de guerra...

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org


 


theadversiterchronicle@hohtmail.es 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Powered By Blogger