Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor:
Gastón Segura Valero
Editorial:
Ediciones Martínez Roca S. A.
Edición:
Primera edición, abril de
2006
Es
la guerra olvidada salvo por quienes la vivieron y sufrieron en
primera persona, actualmente la sociedad española ni siquiera es
capaz de identificarla y mucho menos cuándo ocurrió, tal vez
algunos la confundan con el abandono del Sahara por parte de España.
Una guerra que tuvo lugar en el marco histórico de la Guerra Fría y
el proceso de descolonización a nivel exterior y una dictadura en el
nivel interno que temía una crisis en la misma si Franco no lograba
parar diplomáticamente las ansias marroquís impulsadas por el
proteccionismo del gran aliado de Marruecos, y también de España,
como era y es EEUU. Añadir la crisis de Argelia que azotaba a la
clase política de Francia deseosos de atajar las insurrecciones y
contando que España y Francia debían actuar juntas militarmente. El
desastroso estado de las tropas y el material bélico español donde
los bombarderos Heinkel y los aviones de transportes JU-52 ya eran
reliquias del pasado en 1957 a lo que hay que sumar lo precario del
tema de transportes, blindados y pertrechos de las tropas españolas
que necesitaban de la colaboración francesa para parar militarmente
los acosos y batallas de los rebeldes auspiciados por el rey de
Marruecos...
Gastón
Segura Valero nació en Villena (Alicante). A los siete años se
trasladó a Caudete (Albacete), y entre ambos pueblos vivió hasta
que se fue a Valencia a estudiar Filosofía. Más tarde anduvo por
Cataluña, para mudarse, posteriormente, a Madrid. Ha sido finalista
de algunos premios literarios de gran prestigio, como el XXIII Premio
Azorín (1998), el XIII Premio Max Aub (1999) y también el Premio
Blasco Ibáñez de Novela en 2002.
Datos,
parcos, sacados como es habitual de la contraportada y actualizados
al año de edición, y sin más preámbulos unas breves reseñas que
os animen a su apasionante lectura:
De
potencia mundial a país insignificante...
"Los
diplomáticos españoles, desde el crepuscular Desastre del 98 -donde
se perdió la Armada, por segunda vez en un siglo-, ya no podían
aspirar a ser considerados como legados de una potencia por más
prosapia que exhibiesen, sino más bien como representantes de un
país comparsa, con un radio de influencia efectiva limitado
exclusivamente a Marruecos. Ante este corto margen de poder real sólo
tenían tres opciones para respaldar nuestra aventura colonialista: o
aliarse con la pragmática Inglaterra o con la cercana pero peligrosa
Francia o apoyar las pintorescas y cizañeras aventuras germanas. De
inmediato se impuso el realismo, y la cancillería española decidió
entenderse exclusivamente con Francia. El resultado fue que, tanto el
Protectorado Norte como en el Sáhara, para que las decisiones
gubernativas de Madrid tuvieran fortaleza internacional, debían
contar con la anuencia de París."
Sáhara
Español...
"A
pesar de todos los inconvenientes, que tendrán una repercusión
decisiva en el conflicto de 1957, España había ampliado
internacionalmente su soberanía con un territorio casi tan extenso
como la mitad de la Península Ibérica, donde apenas habitaban
treinta mil personas, que se podían triplicar según se dieran las
lluvias ese año. Un tercio de esta población, unos diez o doce mil,
era más o menos estable, y vivía entre la Saguía El Hamra y el
País Tekna, regiones que todavía permanecían ignotas para los
españoles. En cambio, los españoles no eran unos desconocidos para
sus señores, el clan del Ma El Ainín, que los consideraban unos
comerciantes afincados en la costa, que le rendían tributo a ellos y
a las otras tribus con regalos y dinero, para poder llevar a cabo sus
menesteres comerciales en paz."
Mohamed
V cuenta con un poderoso amigo...
"Pero,
por si al sultán le cabían algunas dudas tras el desembarco de todo
el material acorazado parta la batalla del desierto, dos meses
después, entre el catorce y el veintisiete de enero de 1943, tuvo de
huésped al propio Roosevelt, junto con Churchill, en Casablanca.
Entonces, el neoyorquino pudo convencer al alauita de todos los
parabienes que le aguardaban en la era que estaba a punto de nacer.
Tan satisfecho quedó el sultán con su nuevo e inopinado amigo que
lo agasajó con la más suntuosa despedida que se hubiese visto en
años. El sultán ya tenía un nuevo candidato a protector para
mantener su trono, por tanto, ahora debía pensar en cómo deshacerse
de los ya caducos españoles y franceses. Para ello disponía de un
instrumento moderno y, como tal, en sintonía con los `yankees´: el
nacionalismo y su partido, el Istqlal, naturalmente lo utilizaría,
pero cuando y como le conviniera."
Un
régimen sin capacidad de maniobra...
"El
régimen se hallaba, pues, enredado en el teatro de sombras del
alauita, al punto que, ofuscado, el propio Franco se mentía a base
de farfullar contra García Valiño, para eludir su responsabilidad
en la maraña que le había tejido su entrañable amigo de Rabat.
Pero entonces, surgió de nuevo aliviadora la figura de su fámulo,
Carrero Blanco, que volvió a agitar, al igual que hacía una década
y cuando el panorama se teñía aún más negro, su `doctrina de los
dos imperios´, arguyendo que todo era una artimaña de la contumaz
Moscú, que no descansaba en sus ansias imperialistas. Era el bálsamo
oportuno. Esta doctrina de la malvada injerencia moscovita en
marruecos se convertiría en el embeleco tras el que el régimen se
parapetará para presentar un argumento novelero, disimulador y
favorable, en primer lugar, a sí mismo; después, a los españoles,
y, por último y de forma harto curiosa, a los norteamericanos -Deux
ex machina de todo el enredo- sobre este conflicto que estaba al
borde de estallar y que segaría la vida de doscientos españoles"
Una
guerra incómoda para la dictadura franquista...
"Quiero
señalar que, mientras tanto, el pueblo español vivía ajeno a esta
mascarada de aceros y muerte. En guardar silencio sobre todo este
asunto, el régimen fue escrupuloso al extremo. De facto, una de las
causas por las que Madrid se retraía, hasta exasperar al anterior
gobernador, Pardo de Santayana, paras enviar el suficiente
contingente de hombres que permitiese sellar la frontera del río
Dra, aquel enorme coladero por donde entraban y salían los
guerrilleros como Perico por su casa, era que no cundiese el más
mínimo rumor sobre otra posible guerra africana. El régimen,
emanado y gobernado por el africanismo, sabía mejor que nadie cuánto
había convulsionado a España la guerra del Rif. Ésta era una
curiosa paradoja, porque si bien su Caudillo y sus camaradas de
sublevación y ahora -aunque cada vez menos- de gobierno le debían a
esta campaña su gloria y su leyenda, también habían vivido cómo
sus victorias eran recibidas en la península con hostilidad por el
pueblo y con perturbación por los gobiernos. Franco era consciente
de que otro combate contra el moro suponía abrir una hemorragia,
máxime con un ejército mal dotado y carente de los conocimientos y
la experiencia para aplastar una guerra de guerrillas. Y si cuando
era un joven cadete le vino de perlas una matanza como aquélla para
ascender en la escala de mando de forma fulgurante, ahora, que estaba
apaciblemente aposentado en El Pardo, entonces, y ni por lo más
remoto deseaba otro Rif en aquel secarral monstruoso de Ifni o en el
desierto infinito del País Bidán. Y menos aquel año de 1957 en que
todo el mundo las pasó canutas con el célebre Plan de
Estabilización."
Ifni...
"A
lo largo de estas páginas, ya he avisado bastante, llamándolo cuña,
sobre las hechuras de ratonera que presentaba Ifni. Era un territorio
de unos 1.770 kilómetros cuadrados, con una fachada de unos setenta
kilómetros de costa, sin un mal puerto, y sobre unos treinta o
treinta y cinco de profundidad; todo pelado, montuoso, recóndito en
collados y cañoncejos traidores, donde, por no arraigar, ni
arraigaba el olivo, que allí era suplido por el argán, árbol tosco
y duro que da un aceite recio y poco agradable para nuestros
paladares, más adamados que los de los ba amranis. Y el caso es que
éstos no eran muchos, unos doce mil tirando por alto, pero todos se
sentían unidos al trono de Rabat. Y eso que una buena porción de
ellos eran, por así decirlo, deudos de España, porque cobraban la
pensión de excombatientes; sin embargo, esto no resultó ninguna
garantía como entonces, en algún momento, llegó a pensarse. Pues
bien, nunca como durante aquel penúltimo fin de semana de noviembre
de 1957 se tuvo la sensación de que Ifni era una ratonera sin
escapatoria."
Bautismo
de fuego para las tropas paracaidistas...
"A
las dos de la madrugada del viernes, don Mariano Gómez de Zamalloa
firmaba el plan de operaciones, es decir, daba el visto bueno para el
primer salto de combate del paracaidismo español. Y una hora
después, los imaginarias comenzaban a despertar a los miembros de la
7ª Compañía del capitán Sánchez Duque. A las seis y tras el
desayuno reglamentario de entonces, que se componía de un modesto
café con leche y torrijas, los paracaidistas son informados por su
jefe, el comandante Pallás, sobre su objetivo. De inmediato,
aquellos setenta y cinco hombres pasaron por la armería para recibir
el equipo de dos paracaídas, provisiones, mantas y armas. Una hora
después, se disponían a ser trasladados al aeropuerto y ya sabían
que el salto se realizaría a la altura mínima: doscientos metros,
para reducir todo lo posible su exposición a las balas del enemigo.
A las nueve embarcaron, y a las once y diez despegaban los cinco
JU-52 con quince paracaidistas a bordo de cada uno; en veinte minutos
sobrevolaron su destino. Aunque sufrieron fuego ebnemigo durante el
salto, el bombardeo previo de los Heinkel había dispersado lo
suficiente a los partisanos para que ninguno d elos disparos hiciese
blanco; conclusión, sólo tuvieron dos lisiados y por malas caídas.
Es más, el único contratiempo lo produjeron los quince hombres del
avión del capitán, más otros ocho, que aterrizaron a unos dos
kilómetros de la pista de Tiliuín, muy cerca del poblado llamado
Agadir – no confundir con la ciudad portuaria- . Este
desplazamiento del objetivo ocasionó una descubierta posterior que
ni siquiera merecería la pena recordarse, si no fuera porque es una
muestra más de las muchas temeridades que imponía la pobreza del
ejército de entonces a nuestros soldados."
Colaboración
militar de Francia en el Sáhara...
"Sin
embargo, no se puede decir que la participación francesa fuese
mezquina; ni mucho menos. Pusieron a disposición de los españoles
los transportes marítimos `Odette´ y `Foudre´ y una considerable
cantidad de vehículos -de la que no me consta que fuesen utilizados,
muy a pesar de las manifiestas carencias hispanas-. Por lo demás,
movilizaron cinco mil hombres y unos setenta aviones, mil toneladas
de abastecimientos por vía aérea y mil quinientas por tierra, y sus
bajas se acercaron a las españolas. Por si esto fuera poco, el
general Cogny, jefe de las tropas francesas en Marruecos, efectuó
unas oportunas maniobras en la región de Agadir, para temperar
cualquier tentación alauita de intervenir en el conflicto. Al
tiempo que, para halagar y avalar la doctrina oficial de Madrid -la
de la oscura mano soviética-, dieron la máxima publicidad al
apresamiento del buque yugoslavo `Slovenije´, cargado de armas con
destino a Casablanca, en cuyo flete estaba implicado el presidente de
la Unión de Cámaras de Comercio de Marruecos y conspicuo financiero
del Istqlal, Sidi Laraki. En cuanto a la operación en sí, tendría
dos fases; durante la primera se limpiaría la Saguía El Hamra y el
arco de asedio a las plazas costeras, y, por supuesto, se raerían
los dos grandes campamentos: Tadufart y Raudat El Hach. Cuatro
columnas -dos por cada país- en movimiento convergente hacia Smara
serían las ejecutoras. Por la parte francesa, una expedición
procedente de Tinduf y a la que se le uniría por la retaguardia
otra, desde Fort Trinquet -llamadas en su conjunto, Agrupación
Grall-, y por la española la Agrupación B desde Tarfaya y Daora,
con destino a la ribera norte de la Saguía, y la Agrupación A,
desde el Aaiún, con el recorrido por la orilla opuesta y el Jat."
Consecuencias
de una guerra olvidada...
"Cierto,
restaba el pleito: ese delirio del Gran Marruecos, y alunas otras
calamidades irresolutas, como Sidi Ifni casi en estado de sitio
permanente y el resto de la cuña más bien deshabitada por
considerarlo Marruecos territorio militarizado. Y así permaneció
hasta que le fue entregada, en 1969, al clementísimo Hassan II,
quien seguía y siguió empeñado en fundar ese fantasioso imperio,
por supuesto, con el respaldo de EEUU. Y en cuanto el régimen
flaqueó, en 1975, porque su caudillo lo entubaron en La Paz y a todo
el mundo le entró el azogue, el entonces sultán se zampó el
desierto entero; sólo que el bocado se le atragantó tanto que
Marruecos todavía no ha podido hacer la digestión. Por lo demás,
sólo me queda recordar el silencio insondable y conmocionador de los
muertos. Doscientos españoles que perecieron por un inmenso
territorio al que jamás hicimos demasiado caso; y a los que hoy, ala
vista del renco devenir de la Historia, se podría afirmar con
tristeza que ni tan siquiera se les guardó la consideración debida
cuando correspondía."
Libro
que cobra actualidad tras el giro de la política española respecto
al Sáhara y homenaje a quienes defendieron, lucharon y murieron en
una guerra olvidada en su momento por la propaganda del régimen
franquista y desconocida en la actualidad. Lectura ideal para amantes de
hazañas bélicas y público en general que quiera conocer otro
aspecto de las siempre delicadas relaciones entre Marruecos y España, ambos bajo la sombra de los EEUU. Ideal para lectura de noche en vigilia
inesperada, servicios nocturnos de calma chicha o simplemente amantes
de la Historia. Cuidado con la suegra que igual se le va la pinza y
se pone a canturriar imitando a Carmen Sevilla o contando chistes de
Gila...
The
Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake
City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
IV
http://theadversiterchronicle.org
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