Algo hemos avanzado cuando en lugar de
cartas y paquetes bomba, de atentados de tiro en la nuca, hemos
pasado a que amenacen con las balas en el sobre de correos...
Seguramente alguien sin otra cosa mejor
qué hacer quiso hacer la gracia y un operario de escáner no supo,
pudo o quiso ver, sin menoscabo de que no supiera interpretar la
imagen, que las cartas contenían algo evidentemente sospechoso...
El operario ya ha sido retirado de sus
puesto y llamado al orden, la policía ya está tras los pasos y la
pista del remitente pero el asunto sigue candente porque, una vez
más, el asunto ha sido politizado. Energúmenos hay en todas partes
y sobre todo en política siempre que soplan vientos de populismo
alimentados por la vieja casta política que llaman y la nueva casta
política que no gustan de que así les llamen. En un extremo del
cretinismo político dudan de que las cartas no sean un montaje del
otro extremo del cretinismo político. Las armas puede que las cargue
el Diablo pero las cartas las remiten seres humanos que se ven
influenciados del cretinismo político, ya sea el totalitario de los
extremos o los extremados nacionalismos...
Yo recibo en ocasiones cartas
amenazantes de mi entidad bancaria antes de que me pongan en busca y
captura, pero no culpo de ello a nadie porque nadie tiene la culpa de
mis discrepancias de usuario de banca. Sería bueno que los culpables
de que alguien mande balas en las cartas hicieran repaso de sus
palabras por si fueran culpables de incitar al odio, de que sus
manifestaciones públicas inciten a odiar al contrario y de que sus
hechos les hacen merecedores de ser señalados como culpables de
incitar al odio...
Confieso que cuando voy a mirar el
buzón espero una carta de amor, pero sólo encuentro publicidad.
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