Sin embargo no llegan más que voces de protesta, ecos en el acantilado de insatisfacción por el confinamiento domiciliario sin pararnos a pensar que no es para tanto y la suerte de no sufrir más que un confinamiento domiciliario. Se suelen mezclar los estragos económicos de esta guerra biológica mundial que nos toca vivir con las quejas sobre el confinamiento domiciliario, siempre es desagradable despertar de un sueño como ha sido este verano que agoniza donde se apostó por no seguir confinados de golpe y turismo de sopetón...
Pero ya era jodido estar confinado antes de la pandemia pero en condiciones normales las y los confinados son minorías que suelen sufrir en silencio, resignándose a tomar todos los días y noches la pastilla que mantiene el confinamiento. En el confinamiento domiciliario hay un sentido de colectivo, de masa total sin excepciones que no se da en el confinamiento químico donde el espejo recuerda constantemente que se está sola, solo...
Otros confinados antes de la pandemia son quienes viven sin piernas, algún órgano, enfermedades que te postran en la cama, pero tienen una relación con sus semejantes mientras que el confinamiento químico es soledad. Una soledad existencial y metafísica como han sufrido muchos y muchas en el confinamiento domiciliario sin sacar conclusiones que den fortaleza para soportar el nuevo e inminente confinamiento domiciliario que nos acecha...
Por mi parte, he tratado de confinar químicamente a las gaviotas probando distintos medicamentos recolectados entre las amistades pero, si bien he conseguido algún que otro resultado parcial, no aprecio cambios en sus comportamientos salvo un cierto aleteo de pedete lúcido cuando algún ejemplar se tragaba la pastilla que ladinamente dejo al alcance de su pico...
Al final me resulta más caro invitar a las amistades a cenar para que donen una pastilla tras comentar mi situación que confinarme en el acantilado, lo cual es igual que irse de vacaciones y romper antes de tiempo el confinamiento...
En este año cero de nueva normalidad, la cuesta de enero comienza en septiembre.
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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