The Adversiter Chronicle

sábado, 31 de agosto de 2019

"Días de vinilo y cassetes", suplemento musical cutre


Una sección de El Bis en exclusiva para The Adversiter Chronicle

LA CANCIÓN DE LOS PITUFOS (1978)

Hoy rendimos homenaje a todo un fenómeno que tuvo en la música el vehículo de promoción y penetración en las neuronas para comprar el disco. Creada para una película de animación en 1977 por Pierre Kartner, famoso en tierras de Flandes, se hizo número uno en 1978 donde nadie conocía la película pero todo el mundo conocía a los pitufos dando lugar incluso a un nuevo vocablo y frase hecha, porque todos y todas pitufaban. Es por otra parte un ejemplo de fenómeno viral de la época final de la era analógica que comenzaba entonces donde los tiempos de propagación no eran inmediatos y en tiempo real como ahora...
 
Es 1978 y de repente aparece en la pequeña pantalla un tipo con trazas extrañas para los españoles y con ese aura que tenían entonces los cantantes extranjeros, con su acento al interpretar la letra en español. Toda una novedad visual que se presentaba como el padre Abraham y padre de los pitufos. Sin darnos cuenta, encontramos toda una mercadotecnia donde las figuritas eran pieza codiciada sin olvidar la serie de dibujos animados. A todos y todas hicieron gracia y las ventas del disco pasaron de 400.000 amén de hacer versiones en alemán, francés, japonés y español.

Porque en la España de 1978, que se afanaba en terminar el franquismo para dar paso a la monarquía constitucional, que se tradujera al español un tema extranjero era algo que indicaba que se estaba en la onda. Simbólicamente podía verse en el color azul un símbolo de las camisas azules que veían perder sus privilegios de vencedores de la Guerra Civil o una comuna comunista, según la calenturienta mente de cada uno. Pero el hablar pitufando triunfó en las masas y en la infancia de la época de tal forma que llega hasta nuestros convulsos y digitales días donde aún se dice pitufo al bebé de la casa, al vecino bajito del segundo sin olvidar ciertas partes de la anatomía masculina donde las féminas no dudan en decir que es pitufa la...

Recuerdo de una época y de unos personajes de animación cuyas figuritas de la época se las disputan los coleccionistas, visto ahora hay ciertos elementos que serían políticamente incorrectos como que todo fueran pitufos y una sola pitufa, lo cual plantea angustiosos pensamientos de cómo perpetuaban la especie o si la comuna pitufa era la fantasía de un pederasta. Sea como sea, la canción forma parte de la memoria de varias generaciones y advierto de que se incrusta en el hipotálamo aunque empieces a escucharla y te digas que la olvidarás...
¡A pitufar música!



The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

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viernes, 30 de agosto de 2019

"Butaca de patíbulo", suplemento cinematográfico cutre


Suplemento cinematográfico cutre de The Adversiter Chronicle

COCODRILO DUNDEE II (1988)
(O que segundas partes nunca fueron buenas y que buena estaba la Kozlowsky)


Nos hemos ya acostumbrado a las secuelas, precuelas y demás, pero en los 80´s aún triunfaban las segundas partes, cierto que con más o menos fortuna. Se jugaba con las apetencias del espectador de ver más de algo que había sido grato y la producción rentabilizar con beneficios lo que siempre se llamó estirar el chicle. En ocasiones, películas de modesto presupuesto daban la campanada y estaba cantado que habría segunda parte. Es el caso de la película de hoy, una variante de poner a un cateto y paleto en la gran ciudad y pasar unas risas entre confusiones y situaciones cómicas basada en el contraste de la vida en el pueblo u villorrio y la de una gran urbe...

Cocodrilo Dundee se estrenó allá por el 86 y en el público hispano tenía terreno abonado para ser rentable en taquilla por cuanto el Paul Hogan era popular ya que había entrado en las vidas del público gracias a la televisión en una de esas series de humor donde el representante hispano era el inefable Emilio Aragón y su Ni en vivo ni en directo. El público joven y adolescente estaba ya entregado de antemano en su estreno para pasar por taquilla pero también los adultos que se rindieron al sentido del humor ellas y a la turbadora belleza despampanante de la Linda Kozlowski, ellos. Por supuesto su salida en formato vídeo contribuyó a popularizar el título y animar a las productoras a realizar la segunda parte.

La fórmula de las segundas partes era sencilla: repetir lo que hizo que fuera éxito de taquilla añadiendo pocas, y en ocasiones ninguna, variantes a la trama, al guión e incluso sin alterar la línea de acción. Se pasaba por taquilla porque había que ver las segundas partes pero igual que se corría la voz de que una película era buena o estaba bien, el mismo proceso ocurría a la inversa y por lo general las segundas partes no repetían el éxito de la primera aunque se estirara el chicle hasta una tercera o cuarta entrega incluso. Pero cuando vimos la oportunidad de visionar esta segunda parte, todo el turno de noche estuvimos de acuerdo en aparcar linterna, mocho y caja de herramientas para recordar al Cocodrilo Dundee pero sobre todo volver a ver en plenitud de belleza, sensualidad y rostro de la Linda Kozlowski que forma parte del panteón de las fantasías onanistas de la época junto con la Kelly LeBrock de La mujer de rojo...

La trama repite fórmula y si en la primera era el cateto de los territorios australiano el perdido en la gran ciudad, aquí son unos narcos quienes se ven fuera de su ambiente al perseguir a la Kozlowski por unas cuitas de su ex- con los malos. La película es una auténtica castaña por no decir que es una auténtica mierda: historia trillada, sin chispa ni dinamismo con el pecado de estar siempre esperando ese chiste o gag que diga que haya merecido la pena su visionado. El Hogan está hierático y hay que ser australiano de los territorios para pillar la supuesta gracia donde desde el último secundario hasta el protagonista se ve que están haciendo un trabajo siendo además los personajes villanos simples estereotipos de la imagen que se tenía entonces de los narcos colombianos.

Terminaron en bodorrio y da la sensación de que el Hogan sólo hizo esta película para acabar de conquistar a la Kozlowski, que se come la cámara y es la única motivación para ver la película en 2019. Porque está buenísima, porque se nota la química entre ambos y porque además está monona porque se ve que está enamorada. Si en la primera nos dejaba ojituertos en la escena en traje de baño, aquí está vestida hasta las orejas y sin embargo su sensualidad logra poner como burro en primavera. Cuando el Hogan le pide que se quite el sostén para dejar una pista falsa a sus perseguidores, igual que si fuera la primera vez se espera ver teta, pero se lo quita debajo de la ropa y sólo logra aumentar el deseo de macho alfa amén de que cuando
le contesta que no le parece el momento de quitarse el sostén, esa mirada de enamorada que resalta el brillo de su belleza, logra que pases de la película para pasar a tertuliar sobre la esencia de mujer y recordar otras actrices míticas por su belleza que acabaron casándose con los actores protagonistas...
¡Pero estaba muy buena la Kozlowski, de toma pan y moja la cama!

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

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jueves, 29 de agosto de 2019

"TELEMIERDA INC.", suplemento televisivo cutre


Suplemento televisivo cutre de The Adversiter Chronicle

LAZOS DE SANGRE (RTVE)

La televisión también se va de vacaciones en agosto y llega sequía de mierda televisiva que no sacian repeticiones de éxitos de audiencia en su tiempo ni los y las suplentes de los programas estrella de las distintas cadenas terminan de satisfacer, con lo cual el panorama sólo invitaba a visitar la televisión pública donde nos hemos tropezado con el Boris Izaguirre sin sus histrionismos del personaje televisivo y sí como cicerone del asunto a tratar y de anfitrión donde va dando paso e hilando el guión con los invitados a colaborar...

RTVE siempre destaca desde hace ya casi dos décadas como el tratamiento ñoño y familiar para todas las edades en temas de mierda rosa, donde aún se oye hablar de las casas reales, de famosos aristocráticos y del mundillo de la farándula, artes y oficios sobre el escenario. Desde Corazón Corazón con la ñoñez en las artes de la presentación de la Anne Igartiburu, que supuso toda una revolución visual su presencia y que iba para estrella de la tele y se ha estancado en el eterno florero cuya belleza se va marchitando un poco más a cada nueva temporada presentando noticias ñoñas con estilo ñoño...
Pero aún conserva su extraña sensualidad, eso es innegable.


El caso es que desde que triunfa la telemierda y el resto de cadenas han desistido de competir con la casquería rosa de Sálvame y su estilo combativo sin piedad donde los colaboradores se han convertido en protagonistas y personajes televisivos relegando al famoseo de toda la vida, sólo la televisión pública española se molesta en hacer un suave y ñoño resumen de la actualidad de la prensa rosa donde se la cogen con papel de fumar, papel de clase ñoño, a la hora de tratar y abordar los vericuetos de los y las personajes de turno. Todo ello con el inconveniente y la dificultad de no hacer de caja de resonancia que derive a la audiencia a la cadena rival en estos temas. Cuando el presentador es Boris Izaguirre, lo primero que viene a las neuronas es que será otro programa de casquería lejos de los parámetros de la tele pública...

Craso error, camuflado bajo el argumento de repasar la trayectoria de sagas familiares e importantes del orbe hispano, nos encontramos ante un programa amable, casi íntimo en cuanto a la ñoñez suave en que se trata el tema de la saga de turno. Pero es un programa que en realidad juega una vez más con la nostalgia, inherente a ser la primera vez en la historia que se pueden ver imágenes del pasado y difundidas a las masas gracias a la televisión. El tono es civilizado, el trato es civilizado y hasta en la terna de contertulios aparecen rostros de la telemierda a los que cuesta ver en la pública de forma comedida y sobre todo civilizada. Mas da la sensación de que es un programa para quienes perteneciendo por generación a la era analógica no se terminan de adaptar a la era digital donde ha cambiado y sigue mutando la tradicional forma de consumir contenidos televisivos.

Un chantaje emocional que siempre funciona en la televisión pública por ser el refugio de quien añora viejos tiempos y no se adapta del todo a los nuevos. Lo malo es que los temas y el tratamiento de los mismos los hemos visto hasta la saciedad y ni siquiera las confidencias que se desvelan o las entrevistas al personaje de turno también están más vistas que un tebeo. Cierto que se agradece el tono y el Boris logra crear un micro clima donde su ojo avizor sabe como frenar, motivar o dejar seguir el tema cuando se va por peteneras, con batallitas que cuentan los
contertulios como el Parada, o bien se tocan temas escabrosos. Como si estuviéramos en el salón de Boris tomando un té con pastitas. Entretenido si te gusta ver por enésima vez el rollo vital de la Preysler, la Marisol o las marginadas de la telemierda y de Sálvame que son las Azúcar Moreno...
Agradable y familiar amén de ñoño programa de biografías del personal del mundillo del corazón en los tiempos analógicos que hace que sea una alternativa poner una colada en la lavadora y ver como gira y gira el bombo mientras devoramos unos pistachos.

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martes, 27 de agosto de 2019

"Bits a bits", suplemento vídeoconsolador


Una sección de Kitapayá en exclusiva para The Adversiter Chronicle

WIPEOUT - Omega Collection

No abandonamos la velocidad ni títulos que permitan a la veteranía compartir partida con la infancia y juventud de la casa. Cambiamos los coches rápidos por naves del futuro en circuitos futuristas que recuerdan a la mítica carrera de vainas de la saga galáctica cinematográfica. Uno de esos vídeojuegos que tienen en su sencillez y simplicidad argumental su grandeza ya que deberemos trabajar la coordinación, la agilidad mental y trabajar las neuronas de memoria, todo ello sin darnos cuenta y cuando nos percatamos han pasado los minutos sin enterarnos...

Sencillez por cuanto hay que limitarse a correr y ganar a los rivales con un inquietante cronómetro al que deberemos ajustar nuestro pilotaje. Simplicidad porque sólo hay que recordar el circuíto y manejar las distintas armas que vamos recogiendo por el circuíto y que requiere concentración, lo cual se logra porque tiene esa virtud de un buen vídeo juego que te hace sentir rabia y que compulsivamente vuelvas a intentarlo hasta lograr al menos acabar en tiempo clasificatorio. Y la grandeza de la virtud ya citada de querer intentarlo hasta lograr el objetivo y que no se logra si no llegas a la inmersión porque te parece imposible rebajar segundos al cronómetro, conjugar pilotaje con el manejo de armas y además y a la vez tener que tener en mente la imagen del circuíto para arañar tiempo.

Por supuesto las mentes digitales le cogen el manejo rápido, en el caso de jugadores veteranos y veteranas que aprendieron a manejar el joystick en los sistemas de finales de los 70´s y los 80´s la cosa conlleva tres o cuatro carreras para habituarse al mando y los botones pero se logra sin gran dificultad y la derrota nos servirá para pulir el pilotaje, acabar de integrar el mismo con las armas. Se logra pronto aunque no se puede descartar casos de dolor en los dedos ante la herrumbre acumulada durante décadas y lustros de no catar un mando. Simples molestias que se curan jugando, ya sea en solitario u acompañado. Si sois pudientes y tenéis los complementos para la realidad virtual de la consola, que no es mi caso, incluye versión para los mismos. En resumen un   juego sencillo en su complejidad para todo tipo de edades, porque como siempre os digo:
¡Quien no se consuela es porque no vídeojuega!
 
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Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

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