The Adversiter Chronicle

martes, 25 de diciembre de 2018

"Manual del Buen Comer", por el profesor T. A. Rambaina


Con la colaboración del profesor T. A. Rambaina
en exclusiva para The Adversiter Chronicle

LANGOSTINO NAVIDEÑO

Navidad ha llegado y la barriga llenado y, dejando aparte el pareado, no podíamos dejar de tratar sobre alimentos navideños. Hoy tratamos sobre un manjar para unos, una exquisitez para otros y la oportunidad de comer marisco para la mayoría, engañando a la mente con la turra de que son fechas especiales y que no lloremos mucho al gastarnos unos buenos aurelios en adquirir langostinos. A la plancha, cocidos, crudos si se va de sibarita oriental y cosmopolita gastronómico, el caso es que es un alimento casi indispensable para estas fechas y monarca indiscutible en la mesa...

-¿Por qué nos fascinan tanto los langostinos, ein?

-Ahora estamos en tiempos de refalfie consumista ya que tenemos acceso a infinidad de productos que hasta hace nada, en términos espacio temporales como sociedad occidental, sólo se adquirían en fechas navideñas. El langostino era en muchos hogares manjar casi exclusivamente de estas fechas, cierto que a lo largo del año podía consumirse en celebraciones, bodas y bautizos e incluso en verano durante las vacaciones. Pero es en Navidad, la cena de Nochebuena, donde los langostinos eran abundantes y podía atracarse el personal a devorarlos, incluso sobraban para la comida del 25. Es casi una cuestión de psique colectiva que las generaciones digitales seguramente ya no valoren tanto.

-¿Qué es un langostino?

-Lo que llamamos langostino es un decápodo del orden de los malacostráceos y posee todos los elementos torácicos, salvo en ocasiones los dos posteriores, unidos a la cabeza por el caparazón, que es muy duro; los ojos son pedunculados y compuestos, tiene lazos familiares de macruro nadador y el nombre en latín es penaneus caramote y puede alcanzar hasta veinte centímetros de longitud y de carne muy apreciada por sibaritas, tragones y glotones. Además, ir de restaurante y pedir a grito pelado una de langostinos lanza el mensaje de que se maneja dinero y hasta se puede gastar en langostinos de restaurante. Citar que la gamba es muy semejante al langostino y la quisquilla o camarón que vive en los charcos que quedan al descubierto en la bajamar. En resumen un trozo de carne de marisco envuelta en un caparazón.

-¿Es un alimento sano?

-Si se come una vez al año sienta como Dios, si se consume fuera nos da sensación de poder adquisitivo como apunté anteriormente y si se toma habitualmente ya hay que tomar precauciones. Quiero puntualizar que nos hemos acostumbrado a preparar sopa de marisco con langostinos imposibles de comer, quedando el sujeto comestible como un atrezo acompañado de almejas imposibles de abrir o mejillones chuchurríos. Es un recurso, éste del langostino incomible y almejas que no se pueden abrir, de las suegras para con los yernos a los que tiene ojeriza. El langostino es sano en cantidades saludables y lo mejor desde un punto de vista gastronómico y pecuniario es comer langostinos como plato, otra cosa es de acompañamiento, no más de tres veces al año.

-Ha distinguido entre acompañamiento y como plato...

-De acompañamiento es más un estímulo visual por las razones apuntadas más arriba, como plato se hace imprescindible aliñarlo o acompañarlo de salsa mayonesa. A la plancha, bien sazonados en su punto, basta con rociar de limón el conjunto de langostinos, pese a que esta modalidad de consumo garantiza quemarnos las huellas dactilares por ese afán de todo macho alfa de lanzarse a comer aunque sepamos que están ardiendo, la mujer, siempre más inteligente, suele apartarlos para que enfríen y con maquiavelismo a la hora de pedir que se le pelen por su macho alfa, con lo cual se deja uno los dedos y las yemas de los mismos, apenas se prueba bocado y la parienta se harta a costa de su macho alfa, un comportamiento antropológico de las primeras sociedades civilizadas donde la mujer compensaba la opresión social como tal y culpable del pecado original con lograr que el macho alfa haga el trabajo sucio, porque si hay algo que ensucia es comer langostinos a la plancha.

-¿Y además de a la plancha?

-Aquí es donde el macho alfa demuestra a la fémina lo tarugo que es un hombre que va de cocinillas: cocidos. A la pota, se dejan cocer y mientras se prepara una salsa mayonesa con perejil y ajo picado muy fino. Se mezcla bien y se deja reposar. El arte está en el equilibrio del ajo proporcional a la cantidad del resto de ingredientes. Si es una mujer quien la prepara, tendrá su punto de ajo que da una tenue y breve sensación de ardor muy placentera desde un punto de vista gastronómico. Si es un macho alfa, acabará comiéndola él sólo porque picará a ajo con una potencia de mil demonios o diez chiles a palo seco. Como se puede suponer, si el plan es comerse una buena fuente de langostinos con salsa, comerlo más de dos veces al año es contraproducente y garantía de colesterol bailando twist con sus perjuicios.

-Procedo pues a comer el langostino... esto de chupar la cabeza es sentirse un poco un alien vampiro, profesor... Mmmm... ¡Que rico, sobre todo esta carnecita colorada que rodea el lomo... ¡Es pecado!
 

-Es mierda, concretamente mierda de langostino y su aparato intestinal. Además hay que pelarlo antes y la cabeza se chupa por el otro lado. En fin, una cosa sencilla de comer que siempre complicamos. Quiero terminar añadiendo que para amantes de la floricultura y árboles frutales, las cáscaras y caparazones del marisco sirven de excelente aporte a los mismos, se entierran alrededor de las raíces y mano de santo... Parece que se ahoga, lógico tras tragarse el caparazón... ¿Trata de decirme algo? ¡Tosa! ¡Tosa!
 
-¡Aaggffhhghrrrrxxxx!¡Podía haber dicho desde el principio que hay que quitar el jodido caparazón, rediossssffggxxxggrr!
 
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

http://theadversiterchronicle.org/
 

 
 
                                                    

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