Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor: William Taubman
Editorial: La Esfera de los Libros, S. L.
Traducción: Paloma Gil Quindós
Edición: 2005
Se
cumplen cien años de la revolución rusa de 1917 que dio lugar a la
Unión de Repúblicas Soviéticas bajo el sistema comunista y a medio
planeta bajo la influencia soviética tras el fin de la II Guerra
Mundial para librar a partir de 1945 una guerra fría con su
antagonista de sistema, los EEUU. Un sistema que colapsó en 1989 y
cuya ideología vive cien años después de su intento de llevarlo a
la práctica una especie de renovación que se mueve entre el
populismo en Europa y las dictaduras civiles en las repúblicas
hispanas donde plantean que el ideario comunista sigue vigente, con
el
socialismo como paso previo, y se plantea que corrigiendo los errores de la URSS es perfectamente viable llevarlo a la práctica. Que mejor homenaje que una biografía del camarada Kruschev, sucesor de Stalin y protagonista junto con JFK de la crisis de los misiles en Cuba que llevó a la humanidad al borde de una guerra termonuclear...
theadversiterchronicle@hotmail.es
socialismo como paso previo, y se plantea que corrigiendo los errores de la URSS es perfectamente viable llevarlo a la práctica. Que mejor homenaje que una biografía del camarada Kruschev, sucesor de Stalin y protagonista junto con JFK de la crisis de los misiles en Cuba que llevó a la humanidad al borde de una guerra termonuclear...
William
Taubman ocupa (2005) la cátedra Bertrand Snell de Ciencias Políticas
en la Facultad de Amherst...
Y
poco más os puedo contar porque la contraportada es verdaderamente
parca en datos y es de suponer que si buscáis en Internet encontréis
más datos del autor, que logra dotar a la narración de agilidad
periodística y estilo literario que se agradece cuando se aborda un
tocho de setecientas páginas logrando esa magia para el lector de
devorarlo y quedar con ganas de más...
Y
sin más verborrea unas breves reseñas que os inciten a su lectura:
Orígenes...
“Kruschev
nació el 15 de abril de 1894 en el pueblo de Kalínovka, en el sur
de Rusia. Sus padres, Serguéi Nikanórovich Kruschev y Aksinia
Ivanovna Kruscheva, eran campesinos pobres, como los padrinos de su
bautizo, que se celebró en la iglesia del Arcángel del pueblo.
Nikita Kruschev vivió en Kalínovka hasta 1908, año en el que su
familia se desplazó a Yuzovka, ciudad minera del este de Ucrania. De
los varios miles de páginas que ocupan las memorias que dictó en
sus últimos cinco años, Kruschev sólo dedicó unas cuantas a los
catorce primeros años de su vida. `Nada más empezar´, recuerda su
hijo, `anunció que no iba a contar su vida desde la infancia. No
soportaba los relatos cronológicos, le deprimían´. Sin embargo
dedicó una buena parte a los años vividos en los alrededores de las
minas de Yuzovka; y nunca en toda su vida política mencionó que su
padre hubiera sido labrador, sino minero u obrero. Parte de este
subrayado selectivo era político -la cabeza visible de un Estado
obrero necesitaba un pasado proletario-; pero no todo: hubo muchas
cosas de la vida en Kalínovka que su insigne paisano prefirió
postergar u olvidar.”
Gobernante
de Ucrania tras el fin de la II Guerra Mundial...
“Kruschev
hubo de encarar otros retos de posguerra. Uno de ellos fue la Iglesia
Católica griega, el mayor estandarte de las señas de identidad
ucranianas, cuyos prosélitos habían llegado a sumar tres millones
antes de la guerra. Si bien entre 1939 y 1941 los comunistas trataron
de limitar su influencia (recaudando impuestos discriminatorios,
divulgando propaganda antirreligiosa y recogiendo o falsificando
pruebas incriminatorias contra la jerarquía eclesiástica), Kruschev
actuó con cautela, dada la precaria situación internacional y la
fuerte base popular de la Iglesia. En 1944 seguía teniendo razones
para optar por la prudencia, y sobre todo hasta que los aliados
occidentales aceptaran el control soviético sobre la Ucrania
occidental dentro del acuerdo que puso fin a la guerra. La misión de
aplastar a la Iglesia Católica griega quedaba pendiente.”
Aspirante
al poder...
"El
avance de Kruschev era obvio para los cargos comunistas que sabían
por dónde soplaba el viento. A finales de 1953 hacía falta su visto
bueno para todas las decisiones importantes. Hasta febrero de 1954,
Malenkov dejó de aparecer a la cabeza de las listas de delegados del
Presidium, que empezaron a ordenarse alfabéticamente. En noviembre,
a la Cancillería del Presidium, dirigida por Sujánov, ayudante de
Malenkov de toda la vida, la sustituyó una Sección General bajo
control de Kruschev. Todo el aparato del Comité Central, con
tentáculos que llegaban a todas las esferas de la vida, quedó en
sus manos. Entretanto, en marzo de 1954, su protegido, Iván Serov se
hacía cargo del KGB.”
Derribo
del U2...
“Kruschev
quedó horrorizado cuando supo que el presidente Eisenhower había
aprobado los vuelos espía: `¡Qué descaro! ¡Qué vil descaro!´ Le
recordaba a los delincuentes que hacían presa en transeúntes
indefensos siendo él niño en Yuzovka. `Pero nosotros no somos
transeúntes indefensos. Nuestro país es fuerte y poderoso.´ ; Más
que `ira o sensación de haber hecho el ridículo´, le pareció a
Priscilla Johnson, `el soniquete de sus afirmaciones era la decepción
por la ruptura de una amistad´. A la pregunta de si aún recibiría
a Eisenhower en la Unión Soviética, vaciló durante un largo medio
minuto. `¿Qué decir? -replicó por último-. Pónganse en mi lugar
y respondan por mí. Soy una persona, tengo sentimientos humanos.´
Con todo, la cumbre y la visita seguían en pie. Kruschev aseguró
que `no habría excesos durante la estancia del presidente´. Estaba
haciendo todo lo posible por garantizar que `la situación
internacional vuelva a la normalidad´, y pidió a los periodistas
allí congregados que no escribieran `nada que pueda aumentar la
tensión y la ceguera´. Para Priscilla Johnson, Kruschev parecía
`dialogar consigo mismo´, como si `intentara disuadirse de ir a
París´. La sensación que dejaron sus comentarios, recuerda
Troyanovsky, era que `no acababa de decidirse por qué hacer.´
Balanza
de misiles a favor de EEUU...
"En
febrero de 1962 Kruschev se dirigió a Pitsunda con ánimo de
descansar y preparar una importante reunión del Consejo de Defensa
del país, en la que iban a darse cita los altos mandos militares,
destacados ingenieros de misiles y delegados del Presidium.
Presidiendo la sesión con la ropa que usaba en sus vacaciones
(chaqueta verde y pantalón gris) -que contrastaba mucho con la
formalidad del vestuario de todos los demás-, Kruschev tuvo que oír
a los comandantes reconocer que los ICBM soviéticos existentes no
estaban en condiciones de enfrentarse a los estadounidenses. El
R-16 (llamado SS-6 en Occidente) tardaba horas en prepararse para su
lanzamiento, mientras que los misiles Minuteman estadounidenses
podían dispararse en unos minutos. `Antes de haberlos preparado -se
lamentaba el mariscal Moskalenko-, no habrá quedado de nosotros ni
un charquito.´ Es más, si los estadounidenses no destruían el
R-16, su propio líquido inestable podría hacerlo. Para evitar la
explosión, tenía que drenarse cada treinta días, mientras que el
combustible sólido del Minuteman podía permanecer preparado
indefinidamente. `La mirada de padre recorría la sala con pesimismo
-dice Serguéi Kruschev-. El resultado que perseguía volvía a
revelarse imposible. Pidió a los presentes que pensaran qué podría
hacerse para reducir al mínimo el tiempo que llevaría ponernos a la
altura de los estadounidenses´.”
Destituido
a la manera soviética...
“En
la mañana del día 15 (1964) un nuevo equipo de seguridad había
sustituido a la escolta que durante tantos años trabajó al servicio
de Kruschev. De las múltiples líneas telefónicas de su residencia
en las colinas de Lenin -entre ellas varias interurbanas y especiales
del Gobierno-, ya sólo funcionaban una línea local y la de la casa
cuartel. A primera hora de aquella mañana, una gran berlina Chaika
ocupó el sitio de la descomunal limusina negra ZIL, a la que sólo
tenían derecho tres personas en todo el país: el secretario del
Partido, el primer ministro y el presidente del Presidium del Soviet
Supremo. Aquel mismo día la Chaika dio paso a un Volga corriente de
color negro, lo que relegaba a Kruschev al nivel de los funcionarios
intermedios a quienes tan mal había sentado que recortara sus
privilegios.”
Apasionante
biografía de un hombre cuyas virtudes eran a la vez sus defectos y
un reformista que se adelantó a su tiempo, que jugó de farol la
partida de la guerra termonuclear pero que creía en la distensión y
en el sistema que representaba siendo consciente de que había que
mejorar las condiciones de vida de la población pero que no quería
renunciar a la ideología comunista convencido de que con las debidas
reformas se llegaría a superar a los EEUU en casi todas las áreas.
Ideal para votantes de izquierdas que creen en la democracia
asamblearia, jóvenes neo comunistas que no entienden las maniobras
de sus lideres y amantes de la historia que gustan conocer el pasado
para comprender el presente. A la suegra mejor no regalárselo porque
acabaría forrando la pata de la cómoda, que no se gasta un céntimo
en reparar el mobiliario la muy tacaña...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
No hay comentarios:
Publicar un comentario