Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
VIAJE AL PELUQUERO
El
viajero se despierta de su siesta terapéutica algo ofuscado, un
inoportuno timbrazo de un inoportuno agente comercial, supone el
viajero que no se dignó a mirar quién era porque nunca recibe
visitas, que le despertó en lo mejor del sueño. Al final estuvo en
ese incómodo duermevela cuando se despierta faltando poco para tocar
el despertador aunque, una vez más, cuando sonó estaba otra vez
dormido. Se levanta mirando de reojo el reloj y cavilando si le dará
tiempo a tomarse un café, la peluquería queda cerca y se aventura
finalmente a preparar una taza. Se viste sin prisa y mucho menos con
pausa, afuera en la ciudad llueve y el viajero considera apropiado
llevar el chubasquero pero la ensoñación termina y apura el café
aunque la mitad se va por el fregadero, la premura del tiempo es real
y el peluquero es puntual a su cita con los clientes cuando piden
cita...
Llovizna, el cielo encapotado y gris aumenta la sensación de oscuridad prematura que le embarga desde el cambio al horario de invierno. La gente apura el paso mientras el asfalto recibe la humedad que se queda repelida en su superficie y el viajero siente que añora el verano, al menos las tardes de verano pero el catálogo publicitario de juguetes en el buzón le devuelve a la realidad consumista de que ya es navidad en pleno otoño, pero no se resiste a ojear la oferta de juguetes con la excusa de mirar algo para regalar a su sobrino aunque en realidad los mira comparando los que había en su época y ve con cierto agrado y una pizca de nostalgia que los nombres son los mismos y se maravilla con unas gafas virtuales y piensa por un fugaz instante, fugaz pero denso de materia del recuerdo, que ojalá lo hubiera podido disfrutar...
El viajero enciende un cigarro y apura el paso, no mucho porque al viajero le gusta sentir la lluvia sobre su cráneo y filosofa consigo mismo durante un par de segundos sobre las noches que pasó bajo la lluvia. El tiempo apremia, quedó a y media y faltan menos de cinco minutos, pero el viajero disfruta porque cortar el pelo es una liturgia, un hito temporal que recuerda el inexorable paso del tiempo y el tiempo se vuelve otra vez elástico y espacio-temporal porque vuelve el recuerdo de ir con su abuelo a cortar el pelo que se apaga como quien cierra un álbum de fotos con la intención de volver a él como el viajero vuelve al peluquero que le saluda al entrar y le pregunta cómo está. El viajero gustaría de decir que se siente un poco gris como la tarde y que se ha acordado de otros tiempos, pero no dice nada, y se dispone a la pelada...
Llovizna, el cielo encapotado y gris aumenta la sensación de oscuridad prematura que le embarga desde el cambio al horario de invierno. La gente apura el paso mientras el asfalto recibe la humedad que se queda repelida en su superficie y el viajero siente que añora el verano, al menos las tardes de verano pero el catálogo publicitario de juguetes en el buzón le devuelve a la realidad consumista de que ya es navidad en pleno otoño, pero no se resiste a ojear la oferta de juguetes con la excusa de mirar algo para regalar a su sobrino aunque en realidad los mira comparando los que había en su época y ve con cierto agrado y una pizca de nostalgia que los nombres son los mismos y se maravilla con unas gafas virtuales y piensa por un fugaz instante, fugaz pero denso de materia del recuerdo, que ojalá lo hubiera podido disfrutar...
El viajero enciende un cigarro y apura el paso, no mucho porque al viajero le gusta sentir la lluvia sobre su cráneo y filosofa consigo mismo durante un par de segundos sobre las noches que pasó bajo la lluvia. El tiempo apremia, quedó a y media y faltan menos de cinco minutos, pero el viajero disfruta porque cortar el pelo es una liturgia, un hito temporal que recuerda el inexorable paso del tiempo y el tiempo se vuelve otra vez elástico y espacio-temporal porque vuelve el recuerdo de ir con su abuelo a cortar el pelo que se apaga como quien cierra un álbum de fotos con la intención de volver a él como el viajero vuelve al peluquero que le saluda al entrar y le pregunta cómo está. El viajero gustaría de decir que se siente un poco gris como la tarde y que se ha acordado de otros tiempos, pero no dice nada, y se dispone a la pelada...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
No hay comentarios:
Publicar un comentario