Una sección de
Palomino Gargajo Bilioso
en exclusiva para The Adversiter
Chronicle
Tras abortar una
república catalana toca ambivalencia política para consumo del
electorado independentista
Finalmente
la deslealtad intolerable de los políticos secesionistas catalanes
ha llegado a donde iba a llegar sí o sí: elecciones autonómicas en
Cataluña. Por el camino, el señor Puigdemont y su circo político
secesionista sólo ha logrado que un consejero aparezca en los medios
internacionales como ministro de asuntos exteriores, una brecha
social que tardará décadas en repararse, engatusar a parte del
electorado en la infamia de que el Estado, y por ende el resto de
España, les arrebataba su derecho a votar y de paso a decidir;
imágenes en los noticiarios de anti disturbios enfrentados a la
ciudadanía, un referéndum de tintes franquistas en los resultados y
terminar con una declaración de independencia que se ha quedado en
un aborto de república donde a puerta cerrada confesaban que era un
fracaso pero no podía decirse a su electorado.
Por
otra parte han despertado a un gigante dormido como era el
patriotismo en España cuyos símbolos estaban prostituidos por la
dictadura franquista. Hay que reconocer a Puigdemont y su troika que
su discurso aprovechando los traumas de la Guerra Civil y posterior
dictadura ha conseguido indignar a todo un país y su ciudadanía que
ha tenido que aguantar, soportar y tolerar que se les llamara
franquistas, que viven en un régimen franquista y que saltarse la
Ley y la Constitución es legítimo por el estado de opresión y
persecución que sufre el independentismo catalán...
Todas
las acusaciones acusando al contrario de lo que han hecho los
secesionistas: un fascismo nacionalista basado en la superioridad
patriótica, de momento a la racial no se atreven.
Pero
a lo largo de los días que mediaron entre el referéndum ilegal y el
aborto final de una fantasmal república catalana, el señor
Puigdemont desperdició decisiones que le habrían dado una victoria
estratégica, si él hubiera convocado las elecciones o si el 1 de
octubre a mitad de la jornada hubiera ordenado irse a sus casas a la
ciudadanía que estaba convencida de que votar era un derecho, habría
quedado como oprimido
por el Estado, el electorado independentista seguiría fiel y el
resultado favorable tras unas autonómicas les daría más argumentos
ante el exterior y en sectores de izquierda en el resto de España,
convertida la ofensa a Cataluña en aliada de la tesis de sacar al
señor Rajoy de la presidencia sea cómo sea.
Resulta
claro que el día del aborto de la república catalana hubo un golpe
de mano por parte del señor Oriol Junqueras que anuló a Puigdemont
y su partido. La esperpéntica tocata y fuga del señor Puigdemont y
parte de sus consejeros así como su desafío a la justicia más los
movimientos del señor Junqueras apuntan claramente que había dos
tesis, una era hacer el gobierno de la república catalana en el
exilio pero no es factible toda vez que internacionalmente les han
negado la mayor y la menor; otra, una especie de desobediencia y
protesta civil con el Estado interviniendo la autonomía en principio
por poco tiempo pero que se trataría de alargar por parte del
secesionismo hasta las elecciones municipales mientras se gobernaba
en la sombra dentro de Cataluña. Por desgracia para el señor
Junqueras los funcionarios, y especialmente la fuerza policial
autonómica, han sido profesionales y acatan la legalidad, incómoda
sin duda para una parte de la masa funcionarial, pero todos ellos y
ellas saben que la insumisión sólo pueden hacerla los altos cargos
porque el sueldo no da para gastos voluntarios en algo imposible que
les venden como posible y ahora ya como realidad.
Llegamos
pues a una nueva fase donde toca una estrategia ambivalente, otro
aborto con un feto deforme donde se tratarán de conjugar las dos
tesis. Importa una mierda que por el camino se incendien otras
regiones de la Unión Europea contagiadas de secesionismos ante la
valiente y feroz lucha del señor Puigdemont desde su exilio mientras
no se emita orden de detención. El señor Junqueras venderá al
electorado que mientras su valiente presidente lucha desde el
exterior, parte del gobierno de la república catalana trabaja desde
el interior. Además han eliminado de la rivalidad por los votos al
partido del señor Puigdemont con lo cual si logra ganarse parte de
sus votantes será un contrapeso a la CUP donde ante las cámaras son
aliados pero entre bambalinas discuten entre una república social o
una república capitalista.
Afortunadamente
el cuarto poder en España parece que ha tomado conciencia y
consciencia de su labor ante la sociedad en una democracia, dando voz
a todas las partes, mostrando todos los ángulos y sobre todo la
verdad descarnada que es ver en directo como se mataba a la
democracia y el auto gobierno en Cataluña desde el congreso catalán.
Si no es por el cuarto poder, la jugada podría haberles salido
redonda pero ver la realidad en tiempo real unido a la pluralidad del
debate ante las cámaras, ha hecho ver por fin a la masa ciudadana
que un voto cuenta y que quedarse en casa mientras el totalitarismo
nacionalista catalán campaba a sus anchas no sólo no evitaba la
violencia sino que además provoca daños a nivel económico, social
y de convivencia en el día a día.
La
bandera de España ondea orgullosa por fin en igualdad de condiciones
a las de las banderas autonómicas y la Constitución demuestra ser
efectiva cuando es agredida por una clase política que ha sabido ver
que estamos ante un hecho histórico que marcará el reinado de
Felipe VI y permitirá a las nuevas generaciones vivir en libertad,
en democracia y en una seguridad de que siempre que se trate de
anular o se ataque al modelo democrático de convivencia, ya sea
desde un extremo u otro, se impondrá el imperio de la Ley porque
cualquier cambio en el mismo ha de ser por la vía constitucional y
la participación de todas las partes que conforman el Estado.
Esto
no es el comienzo del final pero el señor Puigdemont lo ha
convertido en el final del principio y es ahora la ciudadanía
catalana quien debe marcar el camino acudiendo, todas las partes, a
las urnas porque hay momentos en la democracia en que el voto, cada
voto, tiene suma y trascendental importancia y es deber de los
líderes constitucionalistas no sólo convencer de ir a votar a sus
electores, deben hacerlo atractivo, esperanzador, ilusionante y sobre
todo un nuevo rumbo ante la barbarie de hecho y de facto del
nacionalismo secesionista que utiliza al electorado independentista.
Así
de simple y así de complicado.The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
theadversiterchronicle@hotmail.es
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