Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Libro: María
Antonieta
–
Retrato de una reina mediocre -
Autor:
Stefan ZweigEditorial: Random House Mondadori, S. A.
Traducción: Carlos Fortea
Edición: 2003
Hay personajes históricos de los que no tenemos ni
pajolera idea pero que sin embargo son icónicos tanto en la memoria
colectiva como en la psique social de la ciudadanía. María
Antonieta, la última Reina de Francia es una desconocida pero si nos
preguntan y barruntamos un poco las neuronas, algo diremos porque es
un fantasma del Antiguo Régimen, porque por alguna razón sabemos
que era una furcia lasciva, recordamos que fue guillotinada y cuando
contemplamos un cuadro sobre tal momento nos fascina sin saberlo...
Así que nada mejor que recomendar esta deliciosa
biografía que con agilidad de estilo periodístico, selección de
testimonios con rigor y un ritmo trepidante donde los datos forman
parte del todo sin farragosidades, que cuando nos damos cuenta hemos
terminado la apasionada lectura y es entonces cuando se descubre con
fascinación que el autor nos ha presentado a una mujer a la que
entendemos y que nos gana con su magia porque sacó el porte de la
realeza, de otro tiempo ya pasado, que no tuvo personalidad
histórica mientras fue esposa del Rey de Francia y que afloró ésta
como viuda de Luis XVI, madre del Delfín e hija de emperatriz de la
casa de los Habsburgo cuando fue juzgada y ejecutada por traidora a
Francia a ojos de los revolucionarios.
Stefan Zweig nació en Viena en 1881 y murió en Brasil
en 1942. Hijo de una familia burguesa judía y acomodada, estudió en
su ciudad natal y en Berlín; posteriormente volvió a Viena, donde
se graduó en filosofía. Viajó por toda Europa y pasó largos
periodos en Francia, Italia, Inglaterra y Bélgica. Tras la Primera
Guerra Mundial, se estableció en Salzburgo, donde escribiría sus
obras más importantes como novelas y biografías.
Datos sacados de la contraportada y sin más unos breves
pasajes que os inciten a su lectura:
Una boda para unir dos estirpes reales...
“La
tarea de los diplomáticos ha terminado felizmente. Sólo ahora se
advierte que era la parte más fácil del trabajo. Porque convencer a
Habsburgos y Borbones para que lleguen a un entendimiento,
reconciliar a Luis XV y María Teresa, es un juego de niños
comparado con la insospechada dificultad de armonizar los
ceremoniales de casa y corte francés y austriaco para una solemnidad
tan importante. Sin duda los mariscales de corte y demás fanáticos
del orden de ambas partes tienen un año entero para elaborar línea
por línea el importantísimo protocolo de las festividades de la
boda, pero ¿qué es un fugaz año, de sólo doce meses, para esos
complicados juegos de chinos de la etiqueta? Un heredero al trono de
Francia se casa con una archiduquesa austriaca... ¡qué cuestiones
de tacto, capaces de estremecer al mundo, desencadena una ocasión
así, cuán sesudamente hay que meditar cada detalle, cuánto
irrevocable paso en falso se trata de evitar estudiando centenarios
documentos!
Temores de una emperatriz que también es madre...
"María
Teresa conoce la peligrosa y amenazada situación de su hija en la
corte extraña, sabe también que esa criatura demasiado joven,
frívola y carente de seriedad, jamás estará en condiciones de
eludir por propio instinto todas las trampas de las intrigas y los
nudos corredizos de la política palaciega. Así que le ha dado al
mejor de sus diplomáticos, el conde Mercy, como fiel Eckart. <<Temo
-le había escrito con sorprendente sinceridad- la excesiva juventud
de mi hija, el exceso de halago en torno a ella, su lentitud y su
falta de sentido de la seriedad, y os encargo, porque confío
plenamente en vos, cuidar de que no caiga en malas manos>>. La
emperatriz no habría podido hacer mejor elección. Belga de
nacimiento, pero enteramente fiel a la monarca, hombre de corte, pero
no cortesano, de pensamiento frío, pero no por eso frío como
persona, de mente despejada,aunque tampoco genial, este rico soltero
carente de ambición, que no quiere otra cosa en la vida más que
servir por entero a su reina, se hace cargo de su puesto de protector
con todo el tacto y conmovedora lealtad imaginables.”
Luis XVI...
“Sin
embargo, lo verdaderamente funesto en la naturaleza de Luis XVI es
que tiene plomo en la sangre. Algo denso y congestivo le espesa las
venas, nada le resulta fácil. Este hombre que se esfuerza con
honestidad siempre tiene que superar una resistencia de la materia,
una especie de somnolencia, antes de hacer algo, de pensar o incluso
de sentir. Sus nervios, como tiras de goma dadas de sí, no pueden
estirarse, tensarse, vibrar, no chispean de electricidad. Este
congénito embotamiento nervioso aparta a Luis XVI de todo
sentimiento fuerte: amor (tanto en sentido espiritual como
fisiológico), alegría, placer, miedo, dolor, temor, todos esos
elementos del sentimiento son incapaces de atravesar la piel de
elefante de su indiferencia, y ni siquiera el inminente peligro de
muerte puede sacudirlo de su letargo. Mientras los revolucionarios
asaltan las Tullerías, su pulso no va ni un segundo más aprisa,
tampoco la noche anterior a la guillotina es capaz de conmover los
dos pilares de su bienestar, el sueño y el apetito. Este hombre
jamás palidece, ni siquiera con una pistola delante del pecho, jamás
brilla la ira en sus obtusos ojos, nada puede asustarlo, pero tampoco
nada entusiasmarlo. Sólo los esfuerzos más violentos, como la
cerrajería y la caza, ponen su cuerpo en movimiento, al menos
exteriormente.”
José II viaja a París por la fimosis de su cuñado
entre otros asuntos de Estado...
"El
viaje de José II a París tiene una triple finalidad. Debe hablar de
hombre a hombre con el rey, su cuñado, sobre el delicado asunto de
sus todavía no consumadas obligaciones conyugales. Debe leer la
cartilla a su hermana, ávida de placeres, con la autoridad del
hermano mayor, poner ante sus ojos los peligros políticos y humanos
de esa avidez. En tercer lugar, debe reforzar humanamente la alianza
de Estado entre las casas reinantes francesa y austriaca. A esas tres
tareas, José II añade voluntariamente una cuarta: quiere aprovechar
la ocasión de esta llamativa visita para hacerla aún más llamativa
y cosechar la mayor admiración posible para su propia persona. Este
hombre honorable en lo más íntimo, no carente de inteligencia,
aunque tampoco excesivamente dotado, y sobre todo vanidoso, sufre
desde hace años la típica enfermedad de los príncipes herederos:
le irrita ser adulto y no poder gobernar libremente y sin
restricciones, sino tener que representar tan sólo el segundo papel
en el escenario político, a la sombra de su famosa madre, o, como él
lo expresa con irritación, <<ser la quinta rueda del carro>>.”
Marido y mujer, Rey y Reina...
“El
rey, que obedece sin voluntad a su esposa, no lo piensa más cuando
la reina exige algo, aunque en todos sus actos y deseos ella jamás
pondera las consecuencias. Sin examinar la acusación, reclamar
expedientes, sin interrogar al joyero ni al cardenal, se convierte,
con obediencia de esclavo, en instrumento de la ira irreflexiva de
una mujer. El 15 de agosto el rey sorprende a su Consejo de Ministros
con la intención de hacer encarcelar inmediatamente al cardenal.¿Al
cardenal? ¿Al cardenal Rohan? Los ministros se asombran, se
sobresaltan, se miran perplejos. Por fin, uno se atreve a preguntar
si no será demasiado embarazoso hacer prender públicamente a tan
alto dignatario, y además eclesiástico, como un vulgar criminal.
Pero precisamente eso, precisamente la vergüenza pública, es lo que
María Antonieta exige como castigo. Por fin va a estatuirse el
ejemplo visible de que el nombre de la reina no está al alcance de
cualquier vileza. Por eso insiste de manera inconmovible en el
procedimiento público. Muy a disgusto, muy inquietos y con malos
presagios, los ministros terminan por ceder.”
Los tres estados ante el rey...
"Las
carrozas se detienen delante de la iglesia. El rey, la reina y la
corte descienden, para encontrarse con una inusual visión. Los
representantes de la nobleza, al menos, les resultan conocidos de
fiestas y bailes, fastuosos con sus mantos de seda con broches de
oro, los sombreros de plumas blancas erguidas con osadía, y lo mismo
el esplendor cromático del clero, el rojo llameante de los
cardenales, las sotanas violetas de los obispos. Esos dos Estados, el
primero y el segundo, rodean fielmente el trono desde hace cien años,
adornan sus fiestas desde siempre. Pero ¿quién es esa masa oscura,
vestida con trajes negros intencionadamente sencillos en los que
apenas brillan en blanco los pañuelos del cuello, quiénes son esos
hombres extraños con sus sombreros corrientes de tres picos, esos
desconocidos, todavía sin nombre cada uno de ellos, en pie ante la
iglesia como un bloque compacto? ¿Qué pensamientos albergan esos
rostros ajenos, nunca vistos, de miradas osadas, claras y hasta
severas?.”
El pueblo asedia Versalles...
“María
Antonieta tiene razón. El pueblo ya no se da por satisfecho con una
reverencia. Antes destruirá este edificio piedra a piedra y cristal
a cristal que desistir de su voluntad. No en vano los clubes han
puesto en marcha esta gigantesca maquinaria, no en vano esos miles de
personas han marchado seis horas bajo la lluvia. El rumoreo vuelve a
hincharse peligrosamente, la Guardia Nacional, llegada para dar
protección, se muestra sinceramente inclinada a tomar por asalto el
palacio junto con las masas. Entonces la corte cede al fin. Desde el
balcón y por las ventanas se lanzan hojas escritas en las que se
dice que el rey está decidido a trasladarse a París con su familia.
El pueblo no quería más. Ahora los soldados apartan los fusiles,
los oficiales se mezclan con el pueblo, se abrazan los unos a los
otros, jalean, gritan, las banderas bailan sobre la multitud, a toda
prisa las picas con las sangrientas cabezas salen hacia París. Esa
amenaza ya no es necesaria.”
La gran infamia como acusación utilizando al Delfín...
"Felizmente,
el impenetrable encierro que sufre en la Conciergerie ha protegido a
María Antonieta de enterarse enseguida del espantoso testimonio de
su hijo. Sólo en el penúltimo día de su vida, el escrito de
acusación la ilustra sobre esta extrema humillación (acusación de
incesto con su hijo). Durante décadas, ha aceptado todos los ataques
a su honor, las más infames calumnias, sin abrir los labios. Pero
esto, verse tan terriblemente calumniada por su propio hijo, ese
inimaginable tormento tiene que haberla conmocionado hasta lo más
profundo de su alma. Hasta el umbral de la muerte la acompaña ese
torturador pensamiento; aún tres horas antes de la guillotina, esta
mujer normalmente contenida escribe a madame Elisabeth, acusada con
ella: << Sé que torturas tiene que haberte causado ese niño,
pero discúlpale, querida hermana, piensa en su gran juventud y en lo
fácil que es poner en labios de un niño lo que se quiere oír de
ellos, e incluso lo que él mismo no entiende. Espero que llegará el
día en que comprenda tanto más el valor de tu amor y ternura>>.”
Camino de la guillotina...
"El
miserable vehículo traquetea lentamente sobre el empedrado.
Intencionadamente, las cosas se hacen con tiempo, para que todo el
mundo pueda contemplar en detalle ese espectáculo único. En el duro
asiento, la reina siente hasta los huesos cada salto del tosco carro
sobre el mal empedrado, pero, inmóvil el pálido rostro, los ojos
enrojecidos mirando fijamente ante sí, María Antonieta no da
muestras de miedo o temor a la curiosidad alineada en las calles.
Reúne todas sus fuerzas espirituales para mantenerse fuerte hasta el
final, y en vano sus peores enemigos tratan de sorprenderla en un
instante de rendición o titubeo.”
Biografía escrita en 1932 y plenamente vigente por el
talento del autor a la hora de mostrarnos a una mujer que en
condiciones normales sería una anécdota histórica pero que tras su
muerte es la reina más recordada, fascinando como hizo en vida a
quien se acerca a conocerla como este libro nos acerca. Terminamos
viendo a la mujer, a la madre y esposa que supo en el tramo final de
su vida lucir el orgullo de su estirpe haciendo caso omiso a las
acusaciones contra ella lanzada por una revolución que encontró en
el espectáculo público de la guillotina el entretenimiento de masas
para ocultar sus reveses militares y políticos, donde acusadores y
verdugos de María Antonieta perdieron también la cabeza en nombre
del pueblo durante el Terror...
Muy recomendable para todo tipo de gustos que se devora
con avidez para quedar fascinados por la historia, ideal para periodo
vacacional, lectura de mesita de noche y guardias y convalecencias en
general. Recomiendo regalar a la suegra un ejemplar ahora que son
fechas propicias para regalos y que aprenda que aunque el pueblo le
tolere sus abusos y humillaciones por la sopa boba, igual un día hay
trabajo de nuevo y se acaba su absolutismo...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
theadversiterchronicle@hotmail.es
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