Una sección de
Palomino Gargajo Bilioso
en
exclusiva para The Adversiter Chronicle
Cretina prohibición de
la estelada en la final de la Copa del Rey
La
prohibición hasta que un juez dijo lo contrario de portar banderas
llamadas esteladas por parte del público asistente a la final
en Madrid de la Copa de S. M. El Rey entre el Sevilla y F. C.
Barcelona por parte de la delegada del gobierno en la Comunidad de
Madrid doña Concepción Dancausa, pese a que a cierto sector de la
ciudadanía lo consideró un acierto, ha de encender las luces de
alarma de la sociedad y es una prueba irrefutable de cretinismo
político y signo de uno de los males de PP como partido de gobierno,
ahora en funciones, del señor Rajoy.
Parece
que en el PP consideran que ser delegado o delegada del gobierno es
un puestín que no merece unos mínimos de capacidad política y
sirven como prebenda de poltrona por los servicios prestados o retiro
de dinosaurios cuyas formas y maneras, si bien sirvieron en su
momento, ya son historia y los resultados de su gestión como
gerifaltes políticos se vuelven en histeria como sucede en el
Principado de Asturias por citar un ejemplo de retiro dorado y, de
paso, fin de carrera con lustre a ver si su influencia política se
reduce...
En el
caso de la delegada del gobierno en Madrid sorprende su falta de
conocimiento y la ineptitud de sus asesores, si los tiene, para no
meter la pata garrafalmente. Desde un punto de vista democrático y
mirando objetivamente, la prohibición suena a intento electoral para
atraerse a esa parte del electorado de derechas que cultiva el mito
del franquismo y suele quedarse en casa a la hora de votar o votan a
formaciones de extrema derecha que, en apariencia, tratan de
preservar el legado de José Antonio Primo de Rivera con la
esperanza de conseguir más votos de los logrados en las últimas
elecciones generales. Gran metedura de pata por cuanto esa minoría
de electorado espanta a la mayoría y resulta un dinosaurio para las
generaciones de votantes nacidas ya en democracia.
Otra
hipótesis para tal prohibición es que la bandera prohibida
representa valores anti democráticos y de ofensa al Estado pero
soprende que autorizara una manifestación fascista cuando el
fascismo cumple esas dos condiciones no sólo de manera teórica sino
que fue llevada a la práctica con la consecuencia de que se libró
una guerra mundial para acabar con ellos, pese a que el fascismo de
izquierdas perduró hasta 1989 y perdura en un puñado de países. La
diferencia que pareció ignorar la delegada del gobierno es que la
polémica bandera no es ilegal y el fascismo, sus ideas de llevarlo a
la práctica, sí lo son.
Sin
embargo políticos de relumbrón y parte de la sociedad sí
consideraron adecuada tal prohibición, pero no es pecado de la
ciudadanía, sí de la clase política y portavoces en los mass
media, que se encontraron ante hechos consumados que además dieron
alas al movimiento secesionista catalán que, ahora sí con motivo,
pudo presentarse con su disfraz habitual de mártires padres de la
patria por la opresión del Estado. Sólo esta garrafal consecuencia,
previsible por otra parte, ya debería significar el cese fulminante
de la delegada por torpe y crear riesgo de enfrentamiento en un
evento deportivo. Afortunadamente se ha impuesto la legalidad y la
independencia de los jueces para devolver a su sitio algo que nunca
debió ser sacado del mismo: el derecho a la libertad de expresión y
portar banderas siempre y cuando no atenten a la legalidad vigente.
La
culpa de que el deporte se vea salpicado de polémicas políticas no
es culpa del aficionado, es culpa de una clase política que permitió
desde la muerte del dictador
que se politizara el fútbol. Los
secesionistas vascos y catalanes veían en los campos de fútbol el
vector publicitario para dar la imagen de que las sociedades vascas y
catalanas querían la independencia, esos campos con hinchadas
portando ikurriñas y esteladas acojonaban y daban la sensación de
un fervor social demandando independencia. Al otro lado de la
trinchera, los clubs de fútbol alentaron que parte de las gradas
acogieran forofos portando banderas nazis y franquistas facilitando
incluso espacios en los estadios para guardar sus pertrechos y
facilitando los desplazamientos con la bendición de las directivas y
la vista gorda de las autoridades políticas pese a las evidencias
para los cuerpos de seguridad del caldo de cultivo de violencia y
actividades ilegales que representaban tales favoritismos...
La
estelada no es ilegal, pedir
como se pidió por parte de la clase política y parte de la
ciudadanía en las redes sociales que si se pitaba el himno se
suspendiera o se jugara a puerta cerrada la final sólo denota el
mismo grado de ignorancia y de cretinismo que la delegada del
gobierno en Madrid, salvo que ella fue la inductora de tal
comportamiento con su decisión de prohibir el acceso al estadio
portando la bandera de marras. Si defendimos que la ikurriña pudiera
agitarse en el pasado festival de Eurovisión, hay que defender que
la estelada pueda
agitarse en un evento deportivo por que es la misma base legal para
ambas y el argumento de que la ikurriña representa el terrorismo de
ETA y la estelada induce
a la secesión y la violencia sólo es la valentía que produce la
ignorancia.
La
polémica es la prueba también del grado de aturdimiento a base de
hostias económicas y políticas de una sociedad que sufre y padece
los efectos nocivos y males endémicos de un sistema caduco en formas
y algunas maneras, de que se hace necesario ya emprender reformas no
sólo de tipo económico, también políticas. Eso no significa caos
ni revolución ni pérdida de identidad común, significa que el
actual sistema que produce una clase política que se pone nerviosa y
pone nerviosa a los demás debe ser sustituida ya por otra donde su
poder emane del procedimiento democrático de su elección desde la
base y los méritos sean por capacidad de gestión sin que la edad
sea un obstáculo pero sí el meritaje en base a favores prestados y
compadreo a la hora de sisar en las cuentas públicas.
Se
jugó la final, se portaron esteladas
y no ocurrió nada: la delegada sigue en su puesto.Así de simple y así de complicado.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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