Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor:
Carlos Blanco Escalá
Editorial:
Alianza Editorial S. A.
Edición:
Segunda reimpresión, mayo
de 2000
España que ha perdido su imperio de ultramar ve en la
colonización del norte de África su destino entre las grandes
potencias, pero es ninguneada por ellas y le toca un territorio poco
explotable económicamente, sin pacificar y envuelto por ello el país
en una guerra colonial que hace que las fuerzas de choque y sus
mandos militares queden anclados en conceptos tácticos anticuados
mientras el resto de naciones europeas modernizan sus ejércitos, sus
tácticas y estrategias con la entrada en el teatro bélico de nuevas
armas desconocidas hasta entonces y que sólo la industria pudo
crear: tanques y aviones.
De estas guerras coloniales y su particular
idiosincrasia surge una casta de oficiales conocidos como
africanistas que sin apenas conocimientos teóricos, tácticos
y estratégicos, salvo las propias de una guerra basada en columnas,
escaramuzas, represión brutal y promocionados por una decadente
monarquía para ganarse su lealtad, se convirtieron en personajes
públicos y eran oficiales jefe en 1936...
Es en las guerras coloniales cuando surge la figura de
un mediocre cadete de academia que encuentra en el africanismo una
razón de ser y que además resulta ser un animal político y creído
en la Gracia de Dios: Francisco Franco.
Porque el autor analiza la vertiente militar de un
personaje histórico al que la propaganda de su régimen dictatorial
retrató poco menos que de invencible, de genio militar y gran
general cuando lo que descubrimos es un trepa que siempre supo
rodearse de buenos propagandistas y que tenía muy claro que quería
alcanzar el poder pero que militarmente hablando sólo puede ser
tachado de oficial inepto para lo que no fuera ser azote colonizador
de tribus del desierto mal armadas, carnicero para con sus propias
tropas en la Guerra Civil con las estrategias de mandar masa de carne
de cañón al sacrificio ignorante y sin afán de aprender el
ejercicio profesional de su cargo sin adaptarse a la guerra relámpago
y que cometió errores estúpidos que costaron miles de vida del
bando enemigo y de sus propios hombres.
El único pero que se le puede poner al autor es que
quizás sobran epítetos que si bien agradarán a anti franquistas,
puede hacer que loas herederos de los vencedores y que crecieron en
el culto al mito de Franco se acerquen con recelo y dejen de leer por
considerar al autor hostil. En realidad vemos a un profesional
indignado con las actuaciones y órdenes de quien se decía ser
heredero de Napoleón pero que al final fueron las tropas
extranjeras, el armamento extranjero y los asesores extranjeros
quienes le dieron la victoria ante el estupor de su toma decisiones y
estrategia a seguir...
Tirando de contraportada y con datos del año 2000,
puedo comentaros que Carlos Blanco
Escolá, licenciado en Historia y
coronel de Caballería, ha sido profesor de Historia Militar e
Historia Contemporánea de España en la Academia General Militar de
Zaragoza. Es colaborador habitual en prensa sobre temas militares y
tiene publicados otros dos volúmenes sobre la figura de Franco.
Y sin más unos breves esbozos que os animen a su lectura:
Los propósitos de Alfonso XII eran, sin duda, muy loables, pero escasamente realistas. España se había convertido en potencia de segundo orden a raíz de las guerras napoleónicas y no iba a superar esa categoría por la mera ocupación de determinado territorio. De hecho, la expansión territorial la estaban llevando a cabo los países con un gran nivel económico, mientras que países en la etapa del subdesarrollo, como Turquía, veían como se desmoronaba su imperio. España, en fin, no debería aspirar a convertirse en un gigante con pies de barro.”
¿Cómo podría Franco haber superado estas simples pruebas de ingreso? ¿Cuántos años habría necesitado para adquirir la base cultural que no fue capaz de alcanzar durante sus estudios de enseñanza primaria y secundaria, para borrar la imagen de alumno mediocre que ofreció en la Academia, para dejar atrás su condición de persona iletrada, que no sabía redactar tan siquiera una postal a la señorita de sus sueños...? Franco rondaba ya los veinticinco años de edad; en las inhóspitas tierras africanas había dejado pasar la última oportunidad de convertirse en una persona medianamente cultivada. En adelante, él podría representar su papel de héroe africano, de esforzado milite africanista, pero las posibilidades de llegar a ser un militar competente, capacitado para afrontar las dificultades de la guerra regular moderna, eran muy remotas.”
`Una de aquellas noches -relata Félix Maíz, a quien vamos siguiendo- los generales Franco, Mola y Goded paseaban con el diputado navarro don Raimundo García, frente a los jardines del Ministerio de la Guerra. Se comentaba la situación. Goded estaba inquieto, algo fuera de sus casillas ante la tranquilidad de Franco´. El general Goded temía que en España llegaran a vivirse 'las trágicas horas de Hungría e Italia en sus ensayos comunistas´ y que aquellos edificios del Ministerio de la Guerra, junto a los que ahora paseaban, pudieran llenarse un día ' de comisarios del pueblo'...
Ante la actitud de Franco, que se mantenía silencioso y distante, fue Mola el que respondió a las palabras de Goded: `Pienso que para hacer frente a esa amenaza hace falta gente y mandos, y creo que hoy son muy pocos los que están decididos a embarcarse en la empresa. Desde luego, la considero peligrosa y muy difícil.¨”
reservas de plata y de los donativos (joyas, metales preciosos) de particulares, recaudando por todos estos conceptos unos 31 millones de dólares. Por otra parte, Viñas calcula que sólo la ayuda de las potencias fascistas a Franco debió de elevarse a la suma de unos 680 millones de dólares, con lo que, virtualmente, resultaría compensado el valor de las reservas de oro republicanas; pero Franco dispuso de otros medios importantes para financiar la guerra, entre los que se hallaría la 'suscripción nacional', también contemplada por este autor, aunque no llegara a traducirse en algo relevante. Jackson se refiere a estas otras ayudas prestadas al Caudillo: las compañías petroleras del puerto internacional de Tánger vendían petróleo a los nacionalistas, pero no a los republicanos; las compañías norteamericanas suministraron a crédito al general Franco camiones y petróleo a lo largo de la contienda (el petróleo alcanzaría la cifra de 1.866.000 toneladas); en Londres, el Kleinwort Bank, en el que Juan March tenía grandes intereses, se encargó de pagar una buena parte de los suministros en las zonas de la libra esterlina y del dólar... Jackson, en fin, viene a concluir que los nacionalistas `recibieron ayuda masiva, militar diplomática y financiera del capital europeo y americano, así como de sus aliados declarados, Italia, Alemania y Portugal.´”
Y de repente, apenas una semana más tarde, el frente del Ebro se venía abajo; y todo ocurría, por añadidura, en el día del santo patrón Santiago. Aquello ya era demasiado...”
Libro recomendable para todos los públicos aunque cualquiera que haya tenido relación profesional de la milicia y guste de temas militares, ya dedujeron que Franco como oficial jefe era un inútil anclado en la guerra colonial, que supo trepar políticamente y que su único as en la manga fue la superioridad de medios bélicos que pagó a cambio de soberanía, que el Millán Astray era un publicista cojonudo y que la historia la escriben los vencedores, de ahí tal vez nuestra histeria...
theadversiterchronicle@hotmail.es
Y sin más unos breves esbozos que os animen a su lectura:
Buscando su sitio entre naciones...
La
expansión española en el norte de África no reportó beneficios
económicos, sobre esta cuestión no cabe albergar duda alguna; pero
puede considerarse todavía si pudo haber proporcionado ventajas de
otro orden. Determinados intentos realizados por España nos llevan a
pensar que, efectivamente, la ocupación de territorios en la zona
norteafricana no necesariamente habrían de perseguir objetivos
meramente económicos. Alfonso XII, según Madariaga, trató de
construirse, desde el principio de su reinado, una política
extranjera intentando sobre todo asegurar para España la situación
predominante en Marruecos. Sin embargo, la Conferencia de Madrid
(1880) puso de manifiesto que la cuestión de Marruecos era uno de
los pocos puntos de la política española que servían para unir a
Francia e
Inglaterra contra España. Cánovas comprendió enseguida
que lo más prudente sería evitar el enfrentamiento con ambas
potencias, pero el monarca, que estaba casado con María Cristina de
Habsburgo, decidió pedir la ayuda de Alemania, Austria e Italia para
satisfacer sus pretensiones en Marruecos y lograr, así, la
restauración de España como gran potencia en Europa. Finalmente,
Alfonso XII murió y España se vio reducida a 'una política de
estricta pasividad'.Los propósitos de Alfonso XII eran, sin duda, muy loables, pero escasamente realistas. España se había convertido en potencia de segundo orden a raíz de las guerras napoleónicas y no iba a superar esa categoría por la mera ocupación de determinado territorio. De hecho, la expansión territorial la estaban llevando a cabo los países con un gran nivel económico, mientras que países en la etapa del subdesarrollo, como Turquía, veían como se desmoronaba su imperio. España, en fin, no debería aspirar a convertirse en un gigante con pies de barro.”
Producto de la propaganda colonial...
“En
definitiva, lo cierto es que Franco se libró de asistir a la Escuela
Superior de Guerra, donde, sin duda, habría tenido ocasión de
quedar en ridículo ante otros compañeros de carrera menos lucida,
pero más preparados cultural y profesionalmente. Para acceder a los
estudios de Estado Mayor era necesario superar una serie de pruebas
que comprendían las materias siguientes: nociones de literatura
castellana; geografía universal; nociones de derecho político y
administrativo; resolución de un tema táctico sobre el plano;
resolución de un problema de trigonometría; y ejercicios de
traducción escrita en francés.¿Cómo podría Franco haber superado estas simples pruebas de ingreso? ¿Cuántos años habría necesitado para adquirir la base cultural que no fue capaz de alcanzar durante sus estudios de enseñanza primaria y secundaria, para borrar la imagen de alumno mediocre que ofreció en la Academia, para dejar atrás su condición de persona iletrada, que no sabía redactar tan siquiera una postal a la señorita de sus sueños...? Franco rondaba ya los veinticinco años de edad; en las inhóspitas tierras africanas había dejado pasar la última oportunidad de convertirse en una persona medianamente cultivada. En adelante, él podría representar su papel de héroe africano, de esforzado milite africanista, pero las posibilidades de llegar a ser un militar competente, capacitado para afrontar las dificultades de la guerra regular moderna, eran muy remotas.”
Africanistas en política...
“El
caso de Mola era enteramente distinto. A su amarga experiencia del
primer bienio, se añadían otras especiales circunstancias que le
colocarían en una situación harto delicada. (Debemos recordar, por
ejemplo, que cuando Azaña abandona el poder en 1933 Mola da rienda
suelta a todo su rencor, publicando un esperpéntico panfleto
titulado `El pasado, Azaña y el porvenir´, en el que atacaba a don
Manuel con la irracional vehemencia de la que sólo son capaces los
ambiciosos ególatras que han llegado a ver sus expectativas
frustradas). El 4 de marzo, Mola parte de Marruecos con el firme
propósito de sublevarse contra el nuevo Gobierno presidido por
Azaña. Había sido destinado a Pamplona como jefe de la 63 Brigada y
gobernador militar de la plaza y, antes de su incorporarse a su
puesto, se detiene unos cuantos días en Madrid para realizar los
tanteos previos a una conjura. Se entrevistaría primero con un
comisario de policía que había tenido a sus órdenes durante su
etapa como director general de Seguridad; dicho comisario suministró
al general una valiosa información y se ofreció, además, para
prestar cualquier otro servicio que Mola pudiera necesitar en una
futura conspiración contra el Gobierno. A continuación, Mola
mantuvo un cambio de impresiones con otros generales (Orgaz, Goded,
Ponte, Kindelán y Saliquet), y ya el día 10 de marzo celebró una
reunión con Franco y Varela, a quienes acompañaban el teniente
coronel Valentín Galarza; en dicha reunión se tomó el acuerdo de
preparar al Ejército para un alzamiento `si los acontecimientos lo
exigían´. Mola, no obstante, permaneció en Madrid algunos días
más, teniendo ocasión de entrevistarse también (el 12 de marzo)
con los generales Fanjul y Rodríguez del Barrio.`Una de aquellas noches -relata Félix Maíz, a quien vamos siguiendo- los generales Franco, Mola y Goded paseaban con el diputado navarro don Raimundo García, frente a los jardines del Ministerio de la Guerra. Se comentaba la situación. Goded estaba inquieto, algo fuera de sus casillas ante la tranquilidad de Franco´. El general Goded temía que en España llegaran a vivirse 'las trágicas horas de Hungría e Italia en sus ensayos comunistas´ y que aquellos edificios del Ministerio de la Guerra, junto a los que ahora paseaban, pudieran llenarse un día ' de comisarios del pueblo'...
Ante la actitud de Franco, que se mantenía silencioso y distante, fue Mola el que respondió a las palabras de Goded: `Pienso que para hacer frente a esa amenaza hace falta gente y mandos, y creo que hoy son muy pocos los que están decididos a embarcarse en la empresa. Desde luego, la considero peligrosa y muy difícil.¨”
No pasarán...
“Estamos
sin duda ante un dato muy interesante y que debe contribuir a echar
por tierra la tarea desarrollada por los panegiristas del Caudillo,
quienes en su afán de enmascarar el fracaso cosechado por su héroe
en Madrid han proclamado a los cuatro vientos que el ataque de las
columnas africanas no alcanzó el éxito esperado por haber chocado
con la fuerte resistencia ofrecida por las Brigadas Internacionales,
que habrían acudido en masa para salvar a los defensores madrileños
de una contundente derrota. Lamentablemente, las falacias lanzadas
por Franco y sus serviles turiferarios han
llegado a encontrar
demasiado eco entre los historiadores. Hugh Thomas, por ejemplo, se
atreve a afirmar que el 8 de noviembre la XI Brigada Internacional,
al mando de Kleber, `ya ocupaba sus posiciones´. Thomas se apoya en
el testimonio de Manuel Tagüeña, quien manifiesta haber visto el
citado día 8 un batallón de la referida brigada en la madrileña
calle de Ferraz. Tal testimonio, ciertamente, no autoriza al señor
Thomas a asegurar que la XI Brigada ocupara ya sus posiciones de
combate el día 8. Asimismo, es preciso considerar que Tagüeña no
se hallaba muy al tanto de lo que ocurría en Madrid, dado que por
entonces prestaba sus servicios en el frente de la sierra, y se había
limitado en aquellos días (como hemos apuntado anteriormente) a
girar una rápida visita a la capital. Thomas podría haber prestado
la debida atención a otro testimonio, como el de Líster, mucho más
enterado de lo que sucedía en Madrid.”
El oro de ¿Moscú?...
“La
principal fuente de financiación de la guerra con que contaron los
republicanos consistió en las reservas de oro del Banco de España.
Según Viñas, las citadas reservas se cifraban, en el verano de
1936, en unas 63 toneladas de oro fino, equivalentes a 715 millones
de dólares. De esa cantidad de oro, pasaron a Francia unas 174
toneladas (195 millones de dólares) y a Rusia (el famoso 'oro de
Moscú') unas 461 toneladas (518 millones de dolares). No obstante,
la República haría también uso de las reservas de plata y de los donativos (joyas, metales preciosos) de particulares, recaudando por todos estos conceptos unos 31 millones de dólares. Por otra parte, Viñas calcula que sólo la ayuda de las potencias fascistas a Franco debió de elevarse a la suma de unos 680 millones de dólares, con lo que, virtualmente, resultaría compensado el valor de las reservas de oro republicanas; pero Franco dispuso de otros medios importantes para financiar la guerra, entre los que se hallaría la 'suscripción nacional', también contemplada por este autor, aunque no llegara a traducirse en algo relevante. Jackson se refiere a estas otras ayudas prestadas al Caudillo: las compañías petroleras del puerto internacional de Tánger vendían petróleo a los nacionalistas, pero no a los republicanos; las compañías norteamericanas suministraron a crédito al general Franco camiones y petróleo a lo largo de la contienda (el petróleo alcanzaría la cifra de 1.866.000 toneladas); en Londres, el Kleinwort Bank, en el que Juan March tenía grandes intereses, se encargó de pagar una buena parte de los suministros en las zonas de la libra esterlina y del dólar... Jackson, en fin, viene a concluir que los nacionalistas `recibieron ayuda masiva, militar diplomática y financiera del capital europeo y americano, así como de sus aliados declarados, Italia, Alemania y Portugal.´”
Ofensiva republicana...
En
su palacio de Burgos, Franco recibió la noticia del ataque
republicano en el Ebro, con el consiguiente derrumbamiento del
frente, el propio día 25 de madrugada; su reacción no puede ser
calificada en ningún caso de correcta. El hecho era
extraordinariamente grave y exigía una respuesta inmediata del
Generalísimo que evitara males mayores; pero en aquel día 25 de
julio, festividad de Santiago Apóstol, patrón de España, Franco
tenía previsto participar en una serie de actos de claro significado
político; unos actos en los que habría de rendírsele homenaje a él
mismo, en tanto que líder heroico de las huestes nacionalistas. Ya,
el día 18 de julio, segundo aniversario del alzamiento militar, se
había celebrado en Burgos con grandiosas ceremonias, organizándose,
incluso, una procesión de falangistas con antorchas (en el más puro
estilo nazi), que finalizó ante el Palacio de la Isla, residencia de
Franco; las calles de la ciudad habían sido engalanadas para servir
de marco a un magno desfile militar que discurriría entre
gigantescos retratos del
Caudillo, instalados sobre las fachadas de
algunos edificios. `Semejante ceremonia teatral -comenta Paul
Preston- era el reflejo de que, por fin, la conclusión de la guerra
parecía inminente´.Y de repente, apenas una semana más tarde, el frente del Ebro se venía abajo; y todo ocurría, por añadidura, en el día del santo patrón Santiago. Aquello ya era demasiado...”
Libro recomendable para todos los públicos aunque cualquiera que haya tenido relación profesional de la milicia y guste de temas militares, ya dedujeron que Franco como oficial jefe era un inútil anclado en la guerra colonial, que supo trepar políticamente y que su único as en la manga fue la superioridad de medios bélicos que pagó a cambio de soberanía, que el Millán Astray era un publicista cojonudo y que la historia la escriben los vencedores, de ahí tal vez nuestra histeria...
Ideal para guardias nocturnas, lectura reposada
asimilando el divorcio y turnos de noche fin semaneros si jefes ni
ajetreos, pero no puedo terminar sin citar unas palabras de Karl Von
Clausewitz que refleja el espíritu de los chusqueros de la milicia
cuando son aupados al poder:
“Jamás se ha visto un caudillo ilustre de limitados
medios”
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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