DESAPARECIÓ
POCO A POCO
Ella desde hace un año
temía que él un día muriera, que le fallara algún latido de su
corazón, o que su mente quedara flotando en un espacio lejano y
desapareciera de ese entorno que compartían, dejándole un gran
vacío. Se había acostumbrado a sus charlas entretenidas, a sus
bromas que le arrancaban siempre una sonrisa, a contarle cosas que a
veces comprendía a la perfección y otras no, pero cuya respuesta le
hacían reflexionar. Le gustaba escucharle con atención cuanto
quería compartir, especialmente cuando era trascendental y podía
dibujar algún trazo de su verdadera esencia. Ella sabía que en él
casi todo era artificial, que se esforzaba por reforzar los hilos que
le mantenían unido a este mundo, que necesitaba imitar y fingir para
no herir, para no separarse demasiado del resto de la humanidad. A
veces intuía que en cierta forma él la tenía como posible elemento
útil para algún fin. Ella supo desde el principio que su frialdad,
su indiferencia, su brusquedad, su extraña libertad la podían
dañar, pero aún así le tenía cariño y admiración por todo lo
que había logrado, por luchar continuamente de la manera que lo
hacía, por no rendirse ante la adversidad, por mantener la capacidad
de disfrutar de su vida actual.
Un día él encontró una
motivación especial y se fue alejando de ese entorno que con cariño
le quisieron acompañar en su caminar desde hace años, se distanció
sin darse cuenta día tras día, semana tras semana, mes tras mes,
hasta llegar casi al punto de no retorno de la amistad. Se cansaban
de esperarle en vano, de pedirle una explicación que nunca llegaba,
de ver cómo la confianza ganada con los años era pisoteada con
silencios incomprensibles o con palabras fuera de tono. Una noche
alguien le volvió a disparar una piedrecilla con un tirachinas, pero
él interpretó que era una bala mortal y con desmesurado e
inapropiado ímpetu se defendió antes de marcharse sangrando,
dejando parte de su equipaje en aquel lugar. Voló tal vez en busca
de otro confortable nido, que podría ser de cucos. Aquella misma
noche ella soñó que mataban a un ruiseñor, y lo peor fue esa
angustiosa sensación de que ella también disparó. Aunque le queda
el consuelo de que él no murió, que vuela por otros lugares con
otras compañías o quizá empapado en su profunda soledad.
Ana
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
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