Si
hay un sitio donde relacionarse, es en un ascensor. Pero no es tan
simple, conversaciones,silencios, miradas e incluso mascotas
contribuyen al azoramiento que se siente cuando tomamos un ascensor y
nos topamos con vecinos, agentes comerciales y furibundos portadores
de recibos y pufos impagados. Hoy entrevistamos a Obdulio Pómez, un
tipo que ha montado una empresa de usuarios del ascensor para
comunidades de vecinos, reciclando un oficio perdido como era el de
ascensorista que ya sólo vemos en rancias películas...
-¿Cómo
surge la idea, Obdulio?
-Soy
usuario de ascensores desde mi más tierna infancia y a lo largo de
los años me percaté de que una de las situaciones más embarazosas
de nuestra existencia es cuando tomamos el ascensor con un perfecto
desconocido, ese vecino tirrioso o los que van con la mascota,
auténticos sacos de pulgas o felpudos con patas en algunos casos.
Tras un estudio de mercado llegué a la conclusión de que era
necesario un servicio de acompañamiento en el ascensor que nos evite
pasar un mal trago. Encontrarse con alguien al salir del ascensor
para ir al trabajo u cuando volvemos del mismo, puede arruinarnos lo
que era hasta ese momento otro delicioso día en nuestras vidas. En
definitiva, ofrecer un servicio que haga placentero el trance de tomar
un ascensor. Tras una pequeña inversión en adecentar al personal
desde un punto de vista estético, se les contrata a tiempo imparcial
de horario en las listas del paro, se les da un cursillo, gratuito
por cierto y siempre que se llama el ascensor, hay un miembro, con
perdón, de la empresa en su interior.
-Parece
una idea un poco gilipollas... ¿Y qué hacen?
-Lo
primero el confortable contacto humano que siempre tiene un tema de
conversación sobre el tiempo que hace o deja de hacer, que halaga el
cardado y la permanente de esa vecina a la que nadie hace caso en su
casa; una barrera física entre esos dos vecinos que se tienen malas
ganas; la agradable sensación de que te abran la puerta porque se va
cargada de bolsas y qué no decir de interponerse entre la mascota y
otros usuarios sin esas molestas tirrias porque fulanito odia las
mascotas y el perro de su vecino es grande como una oveja. Son
detalles que luego en las reuniones de vecinos se comentan con agrado
y que supone desde un punto de vista empresarial, una grata
satisfacción del trabajo bien hecho.
-¿Quiénes
contratan sus servicios, ein?
Fundamentalmente
las comunidades de vecinos con ascensor pero estamos en plena fase de
expansión y estas navidades lanzamos el acompañamiento de cenas
familiares donde un empleado hace el servicio que se da en el
ascensor pero aplicado a las reuniones gastronómicas familiares. Ese punto de cordura
que evitará discusiones, pendencias y demás incordios que se dan al
juntar a suegros, cuñadas, familiares incómodos y demás. Esta
sociedad actual nos empuja al aislamiento y es por ello que coger el
ascensor o ir a una cena o comida familiar nos hace sentirnos
autistas, hostiles casi. Por otra parte nuestro personal, si cuadra
la conversación, puede ofrecer a los vecinos y vecinas distintos
productos, idea que tomé de las aerolíneas.
-Ya
para finalizar Obdulio, ¿prestan servicios en todo tipo de
ascensores de comunidad de vecinos?
-Se
pierde una sensible cuota de mercado con esta moda de instalar mini
ascensores en comunidades de vecinos que en principio carecían de él
y por cuestiones de espacio sólo entra un usuario u usuaria, y eso
de perfil, y que los bultos suban por la escalera. El sector hemos
elevado un escrito al Ministerio de Industria para que las empresas
de tales instalaciones pague un canon que sufrague las pérdidas y
que no repercuta en la comunidad de vecinos. Pero en ascensores de
dimensiones normales pues nos adaptamos al tamaño que sea aunque
claro está que según el tamaño es la tarifa, no es lo mismo dar
conversación a cinco personas que a tres y ese don de gentes de
nuestro personal tiene unos costes.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido Salt Lake City, Utah Director Editorial: Perry Morton Jr. IV http://theadversiterchronicle.org/
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