Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Autor: Herbert Lottman
Editorial: Tusquets Editores, S. A.
Traducción: Roser Berdagué
Edición: Junio 1996
La propuesta de hoy es un libro que nos muestra una saga
familiar y un apellido sinónimo de riqueza y poder. También es un
fresco sobre el antisemitismo que flota a lo largo de las peripecias
de una saga de banqueros que mediante los lazos familiares forjaron
el mundo capitalista, preludio del capitalismo consumista que vivimos
en la actualidad. De forma ágil pero sustanciosa, el autor nos
traslada a los orígenes y desarrollo de la rama francesa a través
de una Francia donde se respeta el apellido pero a la vez es objeto
de los ataques antisemitas y, tal vez, purgatorio de la dinastía al
ser convertidos en símbolo de un judaísmo explotador y casi
expoliador de la república francesa que tenía eco en toda Europa
pese a su filantropía y mecenazgo de las artes francesas y acabaría
siendo realidad en el holocausto llevado a cabo por los nazis...
Herbert
Lottman nació en Nueva York en 1927. Vive en París (datos del año
de edición) desde 1956, donde sigue siendo corresponsal de
importancia en medios periodísticos y culturales de Estados Unidos.
Es autor de célebres biografías, ya clásicas hoy en día como las
de Gustave Flaubert, Albert
Camus o Pétain
y Colette.
Las biografías escritas por Herbert Lottman constituyen todo un
acontecimiento en el mundo entero cuando aparecen publicadas. No sólo
porque elige cuidadosamente sus personajes, sino porque, al situarlos
en un contexto histórico más amplio, investigado y analizado con
meticulosidad, acaban convirtiéndose en libros de referencia para
lectores curiosos y especialistas. Para trazar esta historia de toda
una dinastía que hace Historia, Lottman ha buceado en archivos
inéditos y en correspondencias privadas jamás consultadas hasta
ahora.
Datos sacados de la contraportada y sin más verborrea
unas breves reseñas que os inciten a su apasionante lectura:
Inicios...
“Para
entender un poco los inicios de la fabulosa familia Rothschild
convendrá recordar la enorme importancia que tiene encontrarse en el
sitio adecuado en el momento adecuado: Mayer Amschel Rothschild
estuvo en tales circunstancias. También es importante saber apreciar
la función de un individuo que, en su cargo de judío de la corte,
fue indistintamente promovido y humillado, se le despreció por serlo
y se le halagó y solicitó por lo que podía proporcionar. Dado que
en la Europa anterior a la Revolución no se permitía a los judíos
ser propietarios de tierras ni hacer uso de ellas, éstos se
dedicaron a operar con `dinero´, a cambiarlo o a prestarlo, y a
comerciar con metales preciosos. Cuando se reconoció que podían ser
de utilidad a los príncipes, se transformaron en proveedores de la
corte y se dedicaron a administrar los negocios de su señor ( y a
veces sus propiedades). Eran pocas las familias reinantes de la
Europa posterior al feudalismo que no tuvieran a un prestamista judío
entre sus acólitos. No es de extrañar, pues, que los judíos
estuvieran preparados para abrirse camino en la era de la banca
cuando se produjo el advenimiento de la misma, junto con otra minoría
a menudo despreciada, los protestantes.”
Un nuevo negocio: el ferrocarril...
“En
1835 -año en que Fourier vio a James como rey de los judíos-
Francia se encontraba muy atrasada respecto a Gran Bretaña en el
desarrollo de los transportes por ferrocarril, y las líneas
existentes sólo se utilizaban para el transporte del carbón. Pero
entonces los soñadores empezaron a soñar. Cabe suponer que los
hermanos Péreire – el corredor de Bolsa Emile y el publicista
saint-simoniano Isaac- fueron los agentes motores del primer proyecto
concreto de una línea de trenes destinadas a pasajeros. Se trataba
de una línea que tendría una considerable notoriedad, ya que
conectaría la capital de Francia con la cercana población de
Saint-Germain-en-laye. Probablemente alentado por sus hermanos Nathan
y Salomon, ambos ya involucrados en líneas férreas de sus
respectivos territorios, James pasó a ser inversor de la línea que
estaba en proyecto, en tanto que Emile Péreire se convertiría en
director de la misma.”
Rivales de los Pereire...
“La
guerra de los ferrocarriles se extendió a Austria, a Suiza y a los
Estados italianos, todavía por unificar. Eran los mismos adversarios
que participaban en la lucha por el dominio de las emisiones de bonos
del gobierno. En un determinado momento, tanto James como su hijo
mayor, Alphonse, se lanzaron a la palestra, cada uno empeñado por
su cuenta en prevalecer sobre el conde Camillo de Cavour, ministro de
Hacienda, y después primer ministro del Reino de Cerdeña y
principal artífice de la reunificación italiana. Fue una batalla
que ganaron los Rothschild, al parecer porque convencieron a Cavour
de que el sistema que ellos empleaban les permitía mayor libertad de
acción. Pero era verdad también que Cavour se aprovechó de la
enemistad inveterada de los banqueros franceses para conseguir las
mejores condiciones posibles para el préstamo estatal.”
Antisemitismo...
“Los
Rothschild de Francia eran un objetivo importantísimo. De hecho, ya
eran carne de mito. Los archivos policiales nos dan una idea de su
popularidad, ya que en el cuartel general de París se iban
engrosando al tiempo que difundiendo los rumores centrados en
Alphonse. Se decía, por ejemplo, que planeaba la restauración de la
monarquía, lo que significaba la dinastía de Orleans, personificada
en Philippe, conde de París. Un informador habló, por ejemplo, de
un manuscrito que circulaba por todas partes y cuyo autor era el
fundador de L´Anti-sémitique. Insistiendo en que el libro decía la
verdad, el agente de policía aseguraba que Alphonse de Rothschild
había dejado embarazada a una muchacha y que después había faltado
a la promesa de casarse con ella. Debido al hecho, la chica se había
suicidado, por lo que Alphonse ingresó a la niña en la escuela
judía y, cuando ésta cumplió los doce años, la abandonó. Más
adelante se hizo prostituta y Alphonse fue su primer cliente.”
Relevo generacional...
“Aconsejado
por su juicioso tío Edmond y por Gustave, socio cada día más
silencioso, que murió en 1911 a la edad de ochenta y un años, el
prudente sucesor de Alphonse proseguiría. Como no podía ser de otra
manera, la tradicional política de paz de los Rothschild siempre que
respetase los intereses nacionales de Francia. Por aquel entonces ya
no importaba tanto lo que pensasen o hiciesen los Rothschild, debido
a que su poder ya no era decisivo. Cuando los préstamos a los
gobiernos extranjeros eran el negocio principal de la banca y ellos
lo dominaban, los gobernantes extranjeros hacían caso del consejo de
Rothschild. En épocas pasadas incluso habían impedido guerras,
aunque era evidente que no evitarían la Gran Guerra pese a operar en
bancos situados en ambos bandos de la contienda.”
Vínculos con los judíos de Palestina...
“Es
muy posible que la personalidad de Edouard fuera más fuerte que su
físico., ya que era famoso en el mercado de valores. Un
administrador del banco diría más adelante que su prestigio
superaba en mucho la importancia de sus actividades de la época.
Ahora compartía el poder con Robert, ya que a mediados de la década
de los veinte el hijo de Gustave se convirtió en un socio cada vez
más activo a medida que declinaba la actividad de su tío Edmond.
Pero si la ceguera casi total que padecía el anciano lo mantenía
apartado de los negocios, no por ello dejaba de dedicarse a sus
buenas obras en Palestina, donde Edmond tenía ahora en su hijo
James, ya entrado en la cuarentena, a un delegado plenamente
entregado. Debían instalarse nuevas colonias, nuevos centros de
investigación y desarrollo, no comprometidos como los antiguos en la
ideología de la colonización, sino en su aplicación práctica.”
Refugiándose del nazismo y el holocausto...
“Nueva
York se había convertido en el centro de reunión de todos los
Rothschild esquilmados. Además, habían sido esquilmados doblemente,
ya que muchos de los bienes que habían conseguido sacar de Francia
estaban ahora congelados para evitar que los alemanes se apoderasen
de ellos. Hasta Vichy ejercía un embargo preventivo sobre dichas
posesiones, ya que la incautación de los bienes que habían
pertenecido a los Rothschild se había transformado ahora en ley en
el Estado de Pétain, y estados Unidos seguía manteniendo un
embajador en Vichy. Los Rothschild se encontraban en el Nuevo Mundo
como peces fuera del agua, en parte a causa de su persistente
renuencia a hacer negocios de cierta consideración en el país. Por
fin decidieron contratar a un joven holandés, Peter Fleck, para que
los ayudase a organizar un secretariado que coordinase sus intentos
de recuperar sus bienes bloqueados. Entre otras cosas, eran
propietarios de un pequeño banco en la Amsterdam ocupada, que tenía
unas reservas de oro en Estados Unidos; Fleck se las arregló para
conseguir el dinero.”
Mitterrand y la nacionalización de la banca...
“Al
volver la vista atrás, Guy de Rothschild atribuyó las
nacionalizaciones de 1981 a `la enfermedad de la izquierda´que
padecía el país. Sin duda que, desde el punto de vista
estrictamente económico, tenía poco sentido atacar a los Rothschild
-`¡era un banco tan pequeño, contaba tan poco!´-. Concretamente,
el informe anual de 1980 de la Banque Rothschild -el año que
precedió a la victoria socialista- revelaba bien a las claras lo mal
que iban las cosas. El contexto internacional era desfavorable y,
aunque Francia destacaba en el mundo industrializado, los signos que
se atisbaban eran ominosos: un déficit comercial creciente, un
producto nacional per cápita decreciente. El banco presentaba escasa
expansión, ya que pesaban sobre él las severas restricciones que se
habían impuesto al crédito. Sin embargo, el movimiento bruto del
grupo había subido de los novecientos veinticinco millones de
francos en 1979 a mil trescientos millones (equivalentes
aproximadamente a dos mil seiscientos millones de francos de 1996),
dos tercios de los cuales procedían del banco propiamente dicho,
movidos a través de la Banque Rothschild y sus afiliados, Compagnie
Européene de Banque, Discount Bank y Nord Financier. El banco que
hacía de buque insignia informé de depósitos superiores a tres mil
cuatrocientos millones de francos (unos seis mil ochocientos en
1996), lo que lo situaba en el puesto número diez entre los bancos
de depósito de Francia. Como observaría Guy de Rothschild más
adelante, todavía quedaba mucho por hacer, aunque sólo fuera para
superar los efectos de la peor crisis económica que había vivido
Francia en cuarenta años.”
El presente en 1996...
“La
generación actual de los Rothschild no se hace ilusiones con
respecto a su situación en la lista de gigantes financieros, a la
que prácticamente no pertenecen. Es evidente que, si se compara el
banco actual con lo que fue su antecesor del siglo XIX, hay que
admitir que su influencia es menor y que los triunfos que puede
exhibir son más modestos. Pero, considerándolo todo, incluidos los
traumas y la desolación desencadenados por la era de Hitler -por no
considerar, además, otras cuestiones-, no puede negarse que han sido
afortunados´. En conjunto, incluyendo al primo Edmond y sus logros
globales, sobre todo gracias a las crecientes alianzas del banco de
París con N. M. Rothschild de Londres, la familia continúa
poseyendo un considerable y creciente poder.”
Apasionante obra sobre la dinastía bancaria por
excelencia cuya historia abarca dos siglos de desarrollo de la banca
y paradigma de la laboriosidad del pueblo judío en Europa donde
nunca se acabó de aceptar su prominencia en las finanzas así como
un repaso a la historia del mundo industrializado que conformó
nuestro presente, ahora que la Unión Europea democrática vuelve a
ser atacada por los nacionalismos, la xenofobia y el racismo que
conlleva el nuevo neofascismo que cada vez encuentra más
simpatizantes entre el electorado aprovechando la crisis económica y
las brechas sociales que provoca donde también abreva el
neocomunismo, ambos extremos con el afán común de enterrar los
valores que nos han traído paz y prosperidad en todos los ámbitos y
que se resume en una palabra: democracia.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
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