The Adversiter Chronicle

viernes, 7 de julio de 2017

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre


Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle
 

Libro: Historia Viva – Memorias
Autor: Hillary Rodham Clinton
Editorial: Editorial Planeta, S. A.
Traducción: Claudia casanova
Edición: Primera edición, septiembre de 2003

Pudo haber sido la primera mujer presidente de EEUU pero antes fue la esposa del presidente de EEUU y tal vez ahora, pasado el tiempo y reciente su derrota ante Donald Trump, sea el momento de leer un libro de memorias, con la consiguiente y natural subjetividad de todo libro de memorias, que supone un viaje emocionante y sorprendente al interior de la Casa Blanca y de la política, sus artes, por parte de los miembros del Capitolio, una lucha feroz entre el partido republicano y el partido demócrata donde las argucias de los que financian al primero dieron resultado logrando la victoria del rival de la candidata a la presidencia Hillary Rodham Clinton, como si la presidencia de su marido hubiera sido el primer intento que culminaría en la campaña de su esposa logrando perder una presidencia que parecía ganada. Una lucha que recuerda aquella otra en otra república: Roma y la lucha por el poder entre demócratas y optimates...

Posiblemente la administración Clinton fue de las más eficaces y esperanzadoras presidencias del siglo XX pero oscurecida por el acoso y derribo de que fue objeto por parte de los capitalistas del partido republicano que financiaban publicidad negativa y alentaban investigaciones que trataran de desprestigiar a Bill Clinton culminando en el caso de Mónica Lewinsky donde un problema conyugal se convirtió en argumento para provocar la dimisión del presidente prostituyendo el legado de los padres fundadores para evitar el despotismo entre otras cosas que vemos con el presidente Trump sin ir más lejos en el tiempo. Visto ahora, son unas memorias fascinantes de una primera dama que aunque nos permite entrar en la intimidad de sus orígenes son las memorias del paso por la Casa Blanca de la esposa del presidente que además era mujer, madre y trabajadora.

Hillary Rodham Clinton alcanzó la mayoría de edad durante un tiempo de violentos cambios en EEUU. Como muchas otras mujeres de su generación, creció teniendo acceso a posibilidades de las que su madre o su abuela no dispusieron jamás. Comenzó a explorar la vida, adaptándose a los tiempos cambiantes y guiándose por su propia brújula interna, y se convirtió en un símbolo para algunos y en un pararrayos para los ataques de otros.

Datos sacados de una extensa contraportada y sin más unas breves reseñas que os inciten a su lectura:

Padres...
Aunque estaba comenzando la guerra fría con la Unión Soviética y la Europa del Este, mis padres y su generación se sentían seguros y llenos de esperanza. La supremacía norteamericana no era sólo resultado del poderío militar, sino de nuestros valores y de las muchas oportunidades disponibles para gente como mis progenitores, que trabajaban duro y asumían sus responsabilidades. La Norteamérica de clase media rezumaba prosperidad y todo lo que ésta comporta: casas nuevas, buenas escuelas, parques en el vecindario y comunidades seguras y tranquilas. Mis padres eran representantes típicos de una generación que creía en las infinitas posibilidades de Estados Unidos y cuyos valores tenían raíces profundas que arrancaban de la experiencia de haber superado la Gran Depresión. Esta generación creía en el trabajo duro, no en las subvenciones; creía en confiar en uno mismo, no en los excesos y la indulgencia con uno mismo.”

Bill Clinton...
"Era difícil no fijarse en Bill Clinton en el otoño de 1970. Llegó a la Facultad de Derecho de Yale con una pinta que lo hacía parecer más un vikingo que un estudiante que había recibido la beca Rhodes y que regresaba después de dos años de estancia en Londres. Era alto y, si conseguías traspasar la maraña de la barba rojiza y la melena de pelo rizado, era bastante guapo. Parecía rezumar vitalidad y energía por todos los poros de su piel. Cuando lo vi por primera vez en la sala de estudiantes de la Facultad de Derecho, estaba dándoles un discurso a un grupo de compañeros que lo escuchaban atentamente. Mientras me acercaba, lo oí decir: <<... y no sólo eso, ¡también cultivamos las sandías más grandes del mundo!>> Le pregunté a una amiga: <<¿Quién es ése?>> <<Oh, ése es Bill Clinton- dijo-. Es de Arkansas y siempre habla de ello.”

Duelo...
Celebramos una segunda misa funeraria en la iglesia metodista de la calle Court, cerca de la casa donde mi padre había crecido. Bill habló en esa ocasión, e hizo un elogio con mucho cariño que logró transmitir la personalidad brusca y devota de Hugh Rodham: ` En 1974, cuando me lancé por primera vez al ruedo político, lo hice en un distrito congresual donde había muchos republicanos del Medio Oeste. Mi futuro suegro se acercó conduciendo un Cadillac con una licencia con matrícula de Illinois, y nunca le dijo a un alma que yo estaba enamorado de su hija. Sencillamente se acercaba a la gente y les decía: ``Sé que eres republicano y yo también lo soy. Creo que los demócratas están a un paso de ser comunistas, pero éste es un buen chico.” Lo enterramos en el cementerio de Washburn Street. Era un día de abril lluvioso y frío, y mis pensamientos eran tan sombríos como el cielo plomizo que se cernía sobre nosotros. Me quedé de pie, escuchando el sonido del corneta de la Guardia Militar de Honor. Después del entierro, fuimos con algunos de los amigos de mi padre a un restaurante local, donde compartimos recuerdos.”

Un fiscal especial para investigar al presidente Clinton...
"Los empleados de la Casa Blanca y los abogados se arremolinaron alrededor del presidente. Todo el mundo estaba muy preocupado porque el ruido de tambores que clamaba por el nombramiento de un fiscal especial estaba imponiéndose y ahogando el mensaje que Bill intentaba transmitir, pero nadie podía adivinar si el mencionado nombramiento terminaría por acallar las voces. Para cuando aterrizamos en la base de la fuerza aérea de Andrews y nos transportaron en helicóptero hasta la Casa Blanca, Bill estaba obviamente cansado del debate. Debía volver a Andrews para dirigirse a Europa esa misma noche, para unas reuniones organizadas con mucha antelación en Bruselas y Praga, con el fin de hablar de la expansión de la OTAN, seguidas de una visita oficial a Rusia para tranquilizar las inquietudes que los planes de la OTAN de expandirse hacia el este le producían al presidente Boris Yeltsin. Antes de su partida, me dijo claramente que quería que el tema de Whitewater se resolviera de una vez por todas, y pronto.”

África...
En nuestra última parada en Senegal, Bill se dirigió a Goreé Island, igual que había hecho yo. Vio la puerta de No Retorno y pronunció una emotiva disculpa por el papel que Estados Unidos había jugado en el comercio de esclavos. Lo que dijo despertó alguna controversia en Norteamérica, pero yo creo que fue apropiado. Las palabras importan mucho, y las palabras de un presidente de Estados Unidos tienen mucha fuerza en el resto del mundo. Al expresar arrepentimiento por no haber intervenido en el genocidio de Ruanda y por nuestra relación histórica con el tráfico de esclavos, envió un mensaje muy claro a los africanos, diciéndoles que les respetábamos, nos preocupábamos por ellos y los apoyábamos en su lucha contra los desafíos entrelazados de la pobreza, la enfermedad, la represión, el hambre, el analfabetismo y la guerra. Pero África necesita mucho más que palabras, necesita inversiones y comercio, si es que sus economías han de desarrollarse alguna vez. Para ello hacen falta tanto cambios importantes en la mayoría de los gobiernos locales como colaboración desde Estados Unidos. Es por eso por lo que es tan importante la Ley de Crecimiento y Oportunidades de África, que propuso Bill y que el Congreso aprobó, pues crea incentivos para que las empresas norteamericanas inviertan en ese continente.”

Carrera por el Senado...
"La carrera por el Senado empezó a tomar forma. Giuliani se reunió en Texas con el gobernador George W. Bush, que acababa de anunciar la creación de su comité de precampaña presidencial. El alcalde Giuliani me acusó de ser una especuladora, y anunció que él iría a Arkansas para recaudar fondos para su campaña; un movimiento astuto, pensé yo, pues le garantizaba atención y dinero, y de paso me propinaba a mí un buen anticipo de lo que había de ser la campaña. La representante Lowey, una de las congresistas más efectiva y popular, dijo que no se presentaría. En junio, finalmente di los primeros pasos concretos y necesarios para una campaña al Senado, y anuncié que crearía mi propio comité de precampaña. Con la ayuda de la asesora de medios Mandy Grunwald y de Mark Penn, el astuto e informado experto en encuestas que trabajaba para Bill, comencé a entrevistar a los potenciales candidatos para mi equipo de campaña.”

Libro recomendable para amantes de los entresijos, biografías, la historia contemporánea y nada recomendable a suegras que busquen morbo. Es un libro honesto de una mujer representante de una generación que vivió los caldeados 60´s en EEUU sobre cuestiones sociales y una visita guiada a ser la primera dama compartiendo intimidad con el presidente de EEUU pero también el relato de una mujer que dispuso de oportunidades negadas hasta entonces. También para comprender un poco el lector ajeno a EEUU como el presidente Trump ha llegado a serlo y ese inquietante pensamiento de que los mismos que le apoyaron puede que sean los mismos que lo fulminen cuando su telegenia y personalidad digital empiecen a ser un incordio para los intereses que le sustentan en la Casa Blanca.
Apasionante.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton  Jr. IV

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