Con la
colaboración de Mars El Grouchu en
exclusiva para The Adversiter Chronicle
SÁLVAME DELUX, EDICIÓN VERANO:
La
última aventura de alcoba de Paquirrín
Tocaba
hacer artículo sobre la edición veraniega del formato de Sálvame
Delux donde lo más interesante
es la presentadora y que se emite también los sábados, aunque debo
confesar que estaba esperando al fin del verano para escribirlo por
cuanto los contenidos eran algo descafeinados hasta que el viernes 21
de agosto se trató el último ligue y folleteo de ese espécimen del
famoseo que es el hijo de la Pantoja, y prematuramente fallecido
en los ruedos, Paquirri.
De
la presentadora María Patiño, esa turbadora de mentes de macho
alfa, felicitarla por no tratar de imitar a quien sustituye y
felicitar al realizador por esos planos de muslamen que alegran la
triste existencia de pérdida de poder adquisitivo para fundir en
farras de viernes noche. Cierto es que, según cómo esté de cansada
por el trajín semanal, a medida que avanza la noche, noches para ser
más exactos, se le va despeinando el cardado y empieza a patiñar
como presentadora y los colaboradores tienden a desmadrarse, como
cuando te tocaba ser delegado temporal por ausencia de la señorita
en clase y te mandaba al encerado para apuntar a los alborotadores en
su ausencia y el resto de la clase puteaba porque si no apuntabas
tocaba castigo tras llegar la señorita y ver el alboroto y si
apuntabas a alguien te esperaban empellones al terminar la clase.
Lo
de emitirse además los sábados predispone a la saturación por
parte del espectador aunque la maquina de triturar y exponer
vergüenzas y mierdas ajenas proporciona el típico material
intrascendente veraniego para rellenar contenidos aunque para
audiencias de geriátricos suponga un estímulo. El único problema
es que llegan a irritar los promocionales y ese quedar a medias para
la noche siguiente que termina cansando, reitero, al espectador que
busca entretenerse mirando la pequeña pantalla...
Pero
el pasado viernes la cosa prometía con la última aventura de alcoba
de Paquirrín cuyas andanzas inducen a pensar que, de vivir su
progenitor, hace tiempo le hubiera aplicado un severo correctivo por
su capacidad de hacer el canelo y ser carne de cotilleos.
Paquirrín
es un, ya no tanto, joven de su tiempo, libre la sociedad del control
eclesiástico
y de la liberación de las féminas en el sentido de
que al igual que los machos alfa son tildados de machotes y viriles
por cepillarse a cuantas mujeres se pusieran a tiro, sin pagar, ahora
las mujeres no son tildadas de putas por satisfacer sus deseos aunque
en la realidad se siga haciendo subliminalmente como es el caso de
Olvido Hormigos, pero ahora la juventud tiene los roneos, tirar los
tejos y coquetear sin despreciar la posibilidad de echar un polvo
deportivo sin profundas implicaciones sentimentales; tener un folla
amigo u folla amiga, conocer a alguien el fin de semana y aunque se
tenga pareja echar un polvo deportivo con reciprocidad por parte de
la misma; y finalmente ligar por medio de cachivaches digitales donde
el polvo deportivo queda en la intimidad de la pareja digital.
Pero
el caso de Paquirrín es algo que se estudiará en el futuro como el
fenómeno de la canción del verano o los chorizos que esquilmaron
caudales públicos. Por una parte su estética que para el común de
los mortales sería un lastre a la hora de comerse un rosco pero que
por algún extraño arcano él
cree que liga por su encanto, su
gracejo y su abierta forma de ser cuando lleva desde que nació bajo
los focos y debería estar ya vacunado de la indiscreción y de ir
dejando rastros de sus rollos erótico festivos, más que nada porque
repite comportamientos cuando se supone que ya tiene parienta y
además espera un bebé de sus partes.
Por
otra parte su capacidad de elegir chonis, cazadoras de fortuna de
ámbito nocturno cuando no la simple ansia de conocer un famoso que
juega a la seducción por medio de mensajes en el móvil y que
termina en la alcoba pero por predisposición de la fémina aunque el
muy canelo se crea que es por su encanto para excitar la libido de
las chicas y mujeres que le conceden ser follado por ellas.
Aún
así, nada anormal o que sea digno de reprobación más allá de ver
un comportamiento tardo adolescente de un adulto que ya es padre y
volverá a serlo, destilando un machismo vestido de modernidad que se
delata en su comportamiento con las féminas una vez saciada la
curiosidad erótico festiva y sobre todo con las madres de sus
retoños. Posiblemente sea un efecto colateral inevitable a toda
modernidad, pero delata una falta de educación y preparación para
la edad adulta y que se refleja tanto en sus vestimentas y pintas
como en frases a los periodistas cuando le preguntan.
Llama
también la atención desde un punto de vista de psicología de
primates evolucionados a humanos su desfachatez en negar la mayor
pese a las pruebas de mensajes y fotos para acabar denigrando a la
fémina de turno con frases tipo: tengo mejor gusto que
eso. Choca que en estos tiempos
modernos, y dado el volumen de pruebas que va dejando de sus
infidelidades a su parienta del momento, que encima niegue la mayor y
se asesore de picapleitos.
Posiblemente
si no fuera tan machista ninguna de sus conquistas de alcoba para
sexo
deportivo se fuera de la lengua y contara sus intimidades como
tirarse pedos sin recato, que tiene un fuerte olor corporal que
precisa de más aseo diario, que es un tipo pasivo que se limita a
tumbarse y que le cabalguen encima o que sus capacidades sexuales
culminen nunca más tarde de diez minutos, no lo digo con recochineo
o por envidia de macho alfa que debe contentarse con fantasías
onanistas al término del programa pensando en los muslos de
presentadora y colaboradoras fusionados en la fantasía solitaria con
el pechamen de alguna de las invitadas al plató, es que la chica de
turno a la pregunta de cuánto tardaba Paquirrín en tener un orgasmo
dijo, y cito textualmente: no sé si tres, siete o diez
minutos, resultando evidente que
a los once no suele llegar y es un testimonio que coincide con otros
de otras que pasaron por su lecho.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
theadversiterchronicle@hotmail.es
¿Mal
de la modernidad inherente a todas las modernidades que han sido y
serán? ¿Un cretino que vive bien y que no se entera de que no
despierta el deseo por su físico? ¿Un juglar digital que se cree
Casanova y sabedor de sus carencias estéticas utiliza el truco de la
escritura?
Preguntas
todas ellas de difícil respuesta pero que llevan a una sola
conclusión: no se entera de que por ser el hijo de quien es en
realidad se lo follan a él y luego se gana un dinerillo contando los
detalles del folleteo. Alguien debería decirle, no su representante
que utiliza el viejo ardid de decirle a la elegida para el folleteo
que hacía tiempo que no se colgaba así de una chica esporádica,
que se deje ya de hacer el canelo, que sólo que una mujer se enamore
de él le librará de que se aprovechen de lo canelo que es y que
nunca debe despreciarse a otro ser humano por haber tenido relaciones
sexuales clandestinas y para tapar el pecado de la infidelidad
sencillamente mentir alegando que no las conoce o que sólo son
busconas según sus baremos machistas.
Como
espectáculo lobotomizante de masas es sensacional este personaje, a
las marujas para seguir comprobando que los hombres piensan con la
polla y nos se nos puede contar ni que han soñado con uno porque
tarde o temprano lo utilizamos para imponernos y a los machos alfa
pues nos despierta envidia y un gran recochineo con el tema de sus
pedos, sus maneras de picha floja en el arte sexual y el morbo de
alguna de las chonis que le permiten sexo deportivo...
Macedonia,
que es Europa, no permite entrar a quienes huyen de la guerra y la
miseria pero lo importante es que haya mujeres que permitan a
Paquirrín entrar en su alcoba para luego permitirnos entrar a
conocer los detalles...
¿O
no?The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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