Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje a Argüero,
Villaviciosa
La
noche antes el viajero fuma un cigarro en la ventana mientras otea el
cielo iluminado de luces de ciudad y espera que no llueva, ya le baja
la moral tener que ir a una misa por el alma de un familiar. El
viajero no es amigo de misas y funerales salvo los imprescindibles
pero no puede negarse a ir...
Amanece
buen día y el viajero emprende el viaje tras haber desayunado,
duchado y leer titulares de prensa. Decide ir hasta Villaviciosa por
la autovía y luego ir paralelo a la ría para llegar al Gobernador y
seguir hasta la parroquia de Argüero.
El
viajero fue en su juventud carne de estaciones de autobús, de ver
pasar por la ventanilla mientras trataba de dormir despertando a cada
bache o con el crujir inquietante de las marchas rascando,
penumbra de vídeo en la tele y el murmullo de la radio escupiendo
noticias deportivas que permitían al conductor concentrarse en su
trabajo...
Al
viajero le han embragado estos pensamientos porque ha llegado a
Argüero y resulta reconfortante ver a un lugareño en la terraza del
chigre y conocerle, esa sensación de llegar a casa que se añoraba
en tránsito nocturno a ninguna parte o de tardes pasando por
localidades ribereñas a la carretera nacional en que fugazmente
pasaban personas sentadas en otras terrazas pero desconocidas y que
rápido pasaban por la retina, al menos tan rápido como veloz era el
autobús...
La
misa es a las seis y sorprende al viajero la cantidad de beatas y
algún otro beato. El cura es insolentemente joven, motero, barbudo y
sin llegar a melenudo. Trata de ser profesional en su monserga
sermoneada y utiliza metáforas cuando menos subversivas si las
hubiera sermoneado hace sólo veinte años y el viajero se imagina al
joven sacerdote en Centroamérica en los 80´s. Es un cura temporal a
la espera de que venga el nuevo titular, del que dicen que es del
Opus, pero nadie sigue la conversación al viajero cuando trata de
enterarse de algo...
Sale
el viajero de misa harto de levantarse y sentarse, escuchar
gorgoritos de letra litúrgica, las metáforas del barbas y perder un
aurelio que echó al cepillo, más que nada por el qué dirán que
por devoción, pero el viajero se distrajo durante la media hora de
liturgia contemplando la iglesia, su techo de madera, las figuras de
santos y vírgenes...
Tras
despedirse, el viajero para en El Recreo a tomar un café y saludar a
conocidos que fueron durante años sus vecinos, el viajero siente el
calor humano de los presentes y echa de menos por un instante a sus
amigos Pipo, Mino y Caballa, que le fueron dejando a medida que le
dejaban conocerles.
Pero
ya hay nuevas generaciones pidiendo paso y el viajero emprende el
regreso no triste, pero sí algo melancólico. Para a repostar en
Venta Las Ranas y sigue la sinuosa carretera para coger la autovía
en Quintes, o Quintueles aunque en realidad la entrada a la autovía
está entre medias...
El
viaje transcurre en pensamientos de recuerdo, de las guerras del agua
y el bus de las 08:00, de cenas y parrilladas, de noches de billar en
dudoso estado cognitivo, de charlas y tertulias...
El
viajero llega a casa, enciende un cigarro, se asoma a la ventana y
mira las estrellas que se ven en Argüero porque las luces de la
ciudad no permiten verlas brillar...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
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