The Adversiter Chronicle

viernes, 20 de enero de 2012

"Lomo con tapas", suplemento literato cutre


Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle

Libro: El juego de Ender
Autor: Orson Scott Card
Editorial: Ediciones B, S. A. – ZETA Bolsillo
Edición: 3ª reimpresión, enero de 2011
Traducción: José María Rodelgo y Antonio Sánchez



He de confesar que no me va el género de la ciencia ficción. Me cuesta mucho meterme en el ambiente y el entorno futurista, con todo lo que se escribió en cada década del siglo pasado, nadie vaticinó el teléfono móvil y hay que ver Blade Runner, la película, donde Harrison Ford utiliza un procesador digital de fotografías…

El caso es que abordé la lectura de “El juego de Ender” ya que venía bien recomendado y en líneas generales la historia es atractiva aunque presenta en mi demente opinión un par de fallos más demérito del autor que del género literario.

Del autor no puedo deciros nada ya que el ejemplar en mis manos no aporta datos biográficos de forma que os pongo el resumen:

“La Tierra se ve amenazada por la especie extraterrestre de los insectores, unos seres que se comunican telepáticamente y que se consideran totalmente distintos de los humanos, a los que quieren destruir. Para vencerlos, la humanidad necesita de un genio militar, y por ello se permite el nacimiento de Ender, el tercer hijo de una pareja en un mundo que ha limitado estrictamente a dos el número de descendientes. A los seis años, Ender es reclutado para ser adiestrado en la escuela de batalla, una estación espacial donde los niños superdotados son preparados desde su infancia para dirigir la próxima guerra…

La más famosa novela de ciencia ficción moderna: un clásico indiscutible, ganadora de los premios Hugo, Nebula, SF Chronicle de 1986.”

 Y termina con una crítica de la revista ¡Pulp Fiction que cito textualmente: “Una historia con acción que incluso los no lectores devorarán con avidez.”



Como “no lector” confieso que el escenario es atractivo y la historia interesante, pero chirría un poco el lenguaje de los niños, ya que en ocasiones parece más un lenguaje de aguerrido marine actual que el de niños. Cierto que se les somete a un trato brutal desde el punto de vista pedagógico, pero hasta en el Konsomol soviético y las Juventudes Hitlerianas, por citar dos ejemplos perfectos de severo adiestramiento de mentes infantiles, los fanatismos se teñían de lenguaje infantil. En el caso del protagonista me ha resultado difícil proyectar al personaje hablando en ciertos términos, claro que si el autor hubiera profundizado más en hacer infantil al personaje, la novela se alargaría lo cual no sería demérito porque el final se anticipa instintivamente ya comenzado el último tercio de la novela y el filosófico final suena o bien a final precipitado  donde se busca el mensaje más que prolongar la acción o bien a que el autor quiso decir tanto en tan pocas líneas que sale un final precipitado y casi ñoño.

 Otro fallo típico, que no lo es en realidad en el momento de publicarse, es que las novelas del género de ciencia ficción son vigentes lo que tarda la propia humanidad en hacerlas anticuadas. Leer que el Pacto de Varsovia o que los marines atacan naves inter estelares, sonaría adecuado y puede que hasta apropiado en pleno imperio de Reagan y su jake mate al comunismo, pero leído ahora no deja de sonar melancólico y extraño viendo como ha cambiado el mundo desde 1986 hasta ahora en 2012.

De todas formas es un clásico en el género y ya digo que siempre me costó como lector meterme en harina de otros mundos, humanidad interplanetaria y cachivaches y teorías futuristas de física aún no desentrañada, pero es una buena historia de entretenimiento.

Como siempre, os dejo unos breves pasajes.

 Una infancia casi feliz…

“No iba a ser un juego divertido, Ender lo sabía. La cuestión no era vencer. Cuando los chicos jugaban en los corredores, formando verdaderos batallones, los insectores nunca ganaban, y algunas veces el juego terminaba mal. Pero aquí, en su piso, el juego iba a comenzar mal, y el insector no podría abandonar como hacían los insectores en las guerras de verdad. Tendría que seguir hasta que el astronauta decidiera que se había terminado el juego.
Peter abrió su cajón inferior y sacó la máscara de insector. Su madre se había enfadado cuando la compró, pero su padre dijo que esconder las máscaras de insectores y no dejar jugar a los chicos pistolas láser de imitación no alejaría la guerra. Es mejor jugar a la guerra y tener más posibilidades de sobrevivir cuando los insectores vuelvan.”

 Psicología de los instructores en la Escuela de Batalla…

-¿No es maravilloso saber que Ender puede hacer lo imposible?
- Las muertes de los jugadores son siempre repulsivas. Siempre he creído que la Bebida de Gigante era la parte más pervertida de todo el juego, pero ir a por el ojo así… ¿Ése es el que queremos poner al mando de nuestras flotas?
- Lo que importa es que ha ganado el juego que no se podía ganar.
-Supongo que ahora le trasladará.
-Estábamos esperando a ver cómo se desenvolvía con Bernard. Se ha desenvuelto perfectamente.
-Así que en cuanto resuelve una situación, le pasa a otra que no puede resolver. ¿Podrá descansar alguna vez?
-Seguirá uno o dos meses, quizás tres, con su grupo de lanzamiento. Eso es mucho tiempo en la vida de un niño.
-¿No ha tenido nunca la impresión de que estos chicos no son niños? Cuando se fija uno en sus acciones, en sus comentarios, ¿no le da la impresión de que no son jovencitos?
-Son los niños más brillantes del mundo, cada uno a su manera.
Pero ¿no deberían seguir actuando como niños? No son normales. Actúan como… personajes históricos. Napoleón y Wellington, César y Brutus.
-Nuestra misión es salvar al mundo, no curar corazones heridos. Eres demasiado compasivo.
-El general Levy no tiene piedad de nadie. Todos los vídeos lo confirman. Pero no haga daño a ese chico.
-¿Está bromeando?
-Quiero decir que no le haga más daño del que sea necesario.”

 Ender…

“Estaba en la habitación cuando Ender se despertó por la mañana. Era un hombre viejo, sentado en el suelo con las piernas cruzadas. Ender le miró con expectación, esperando que hablara. No dijo nada. Ender se levantó y se duchó y se vistió, dispuesto a dejar que el hombre se mantuviera en silencio si quería. Hacía tiempo que había aprendido que cuando pasaba algo inusual, algo que formaba parte del plan de alguien y no del suyo, descubría más información esperando que preguntando. Los adultos casi siempre perdían la paciencia antes que Ender.

Todavía no había empezado a hablar cuando Ender había terminado su arreglo personal y se dirigía a la puerta para salir de la habitación. La puerta no se abrió. Ender se dio la vuelta hacia el hombre sentado en el suelo. Aparentaba unos sesenta años, con mucho el hombre más viejo que había visto en Eros. Los pelos blancos de la barba de un día encanecían su rostro, aunque no tanto como el pelo cortado a cepillo. Su cara se hundía ligeramente y sus ojos estaban rodeados por arrugas y líneas. Miró a Ender con una expresión que sólo transmitía apatía.
Ender se volvió hacia la puerta e intentó abrirla de nuevo.
-De acuerdo –dijo rindiéndose-. ¿Por qué está cerrada la puerta?
El viejo mantuvo su mirada vacía.
<<O sea, que es un juego –pensó Ender-. Bien, si quieren que vaya a clase abrirán la puerta. Si no quieren, no la abrirán. Me da igual.>>

A Ender no le gustaban los juegos donde las reglas no eran fijas y el objetivo sólo era conocido por ellos. No jugaría. Se negó también a irritarse. Hizo un ejercicio de relajación mientras se apoyaba en la puerta, y en seguida estaba otra vez calmado. El viejo seguía observándole impasiblemente.
Parecía que habían pasado horas, Ender rehusando hablar, el viejo encerrado, el viejo encerrado en un mutismo aparentemente imbécil. Algunas veces Ender se preguntaba si no era un enfermo mental, escapado de algún centro médico de algún lugar de Eros, viviendo alguna fantasía demente en su habitación. Pero, cuanto más tiempo pasaba sin que nadie acudiera a la puerta, sin que nadie le buscara, más convencido estaba de que era algo deliberado con el objetivo de desconcertarle, Ender no quería ceder la victoria al viejo. Para pasar el tiempo, empezó a hacer ejercicios. Algunos eran imposibles sin el equipo del gimnasio, pero otros, especialmente los de la clase de defensa personal, se podían hacer sin ningún aparato.”

 En resumen que en un futuro relativamente cercano, para los parámetros de 1986, la humanidad sigue amenazándose con darse de hostias, como siempre hacemos, bajo la atmósfera terrestre mientras que fuera de ella se han unido para defenderse de una forma de vida inteligente de otro punto del cosmos que actúan y se parecen a insectos,  con su reina y todo, y seleccionan desde casi bebés a los futuros mariscales de la flota estelar bajo estrictos parámetros de sadismo, aislamiento y juegos de guerra continuos. Es por ello que Ender es sometido especialmente a tener el entorno en contra y aprenda a ser un asesino nato pese a que su alma llora ante los intentos por putearle, joderle y matarle.

 Le añadís una pizca de lenguaje de instrucción de combate, que suena a falsete en niños de 6 a 11 años, un poco de futurología ya irrelevante tras la caída del Muro de Berlín y algo de sustancia para engordar el caldo argumental  y tenemos los ingredientes que componen este clásico.
Si os gusta el género os lo recomiendo y si sois no lectores como yo, pues bueno, es posible que os chirríe el desfase entre el lenguaje de los niños y sus palabras de espíritu adulto y perro de guerra.

Y éste de regalo seguro para la suegra que se cagará en su dios y nuestros por perturbar su paz existencial, cosa que siempre reconforta…



The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.

http://theadversiterchronicle.org/






 

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