Libro: La formación de los reinos hispánicos
Autor: José Luis Viñacañas BerlangaEditorial: Espasa – serie Fórum
Edición: 2006
“Licenciado en Filosofía por la Universidad de Valencia en 1977, universidad en la que se doctoró con la tesis -Realismo Empírico e Idealismo Trascendental en la Filosofía Teórica de Kant. Los niveles de su uso y de justificación-, bajo la dirección de Fernando Montero Moliner. En la misma Universidad de Valencia ejerció como profesor desde 1977 a 1986 año en el que logró la cátedra de Historia de la Filosofía en la Universidad de Murcia. Desde 1994 a 1997 estuvo destinado en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y entre 1999 y 2003 desempeñó el cargo de Director General del Libro, Archivos y Bibliotecas de la Generalidad Valenciana. Desde 2003 a 2009 ocupó la cátedra de Filosofía Moral en la Universidad de Murcia y desde 2009 la de Historia de la Filosofía Española en Madrid, en la Universidad Complutense.”
Ha pasado a la historia cultural, pero si hubiera sido un buen monarca de su tiempo en lugar de un mentecato cretino político con aspiraciones imperiales, otro gallo nos cantaría, y no me refiero a Rajoy, que conste…
Y por otra parte, si os mostrara pasajes de los capítulos, podría induciros a pensar, como a mí me ocurrió en un primer contacto con el libro, que mis neuronas se colapsarían si lo leía. Veréis el arte del autor en combinar historia con una narración ágil que os atrapará desde el primer capítulo hasta el final, siendo de esos libros que te hace quedar con ganas de más, y eso que se trata de un tocho de 781 páginas, que reitero, se hacen pocas…
Pulsiones imperiales y emulación del padre carismático…
“Cuando Fernando III entregó su alma, se pensaba rey que había ultimado la Reconquista. El cap. 1132 de la “Estoria de España” lo dice claro: << señor te dexo de toda la tierra de la mar acá, que los moros del rey Rodrigo de Espanna ganado ouieron; et en tu sennorio finca toda: la vna conquistada, la otra tributada. Sy en este estado en que te la yo dexo lo sopieres guardar, eres tan buen rey como yo, et sy ganares por ti más, eres meior que yo, et si desto menguas, non eres tan bueno como yo>>. En la última voluntad del padre, con el carácter sagrado de sus palabras finales, se expresaba una exigencia de emulación que determinaría la pulsión más básica del reinado de Alfonso. Desde luego, el reto para el rey Alfonso era ser augusto, mejorar la herencia del padre. En realidad, su aspiración era superarlo en todo. Ese era el sentido de este adjetivo que portaban los emperadores como su orgullo más básico: ser augusto, aumentar la “res publica”. Sin embargo, quien aspirara con tesón a ser emperador, no sólo no pudo acrecentar la tierra de la corona castellana, sino que estuvo a punto varias veces de menguar la herencia recibida. En realidad, si hemos de ser francos, Alfonso X fue depuesto y perdió su corona. Esta es la primera paradoja de su reinado. Una, que, desde el inicio, muestra la tragedia de este rey.”
“Se pueden suponer las toneladas de tinta que se ha vertido en analizar la obra jurídica de Alfonso X. Cuando uno se cansa de leer literatura secundaria sobre este asunto, no puede menos que identificar los puntos de máximo consenso y, con ellos, las propuestas más razonables. Ante todo, hay acuerdo sobre el problema que deseaba resolver la iniciativa jurídica del rey. Esta ingente actividad inicial de codificación tiene una relación directa con la política e implicaba no sólo una aguda conciencia de la peculiaridad castellana, sino una nueva concepción de la realeza. Castilla había crecido durante un proceso histórico muy largo y ahora presentaba un aspecto plural, heterogéneo, multiforme, que impedía una acción regia eficaz. Las tierras castellanas del norte, con sus jueces tradicionales, sus costumbres, sus antecedentes, sus “fazañas”, sus principios arbitrarios, contrastaban con las ciudades de la Extremadura, cada una con su fuero propio y sus alcaldes específicos. Luego los infanzones y fijosdalgos, con sus normas no escritas, con su estricto sentido del privilegio y de la tradición y, después, el reino de Toledo, con su fuero para mozárabes y la renovación del “Fuero Juzgo”. Por fin, Andalucía y Murcia, con la proyección del mismo código visigótico, pero con una realidad diversa, nueva, compleja desde el punto de vista cultural, económico, social. Era lógico que Fernando III ya hubiese experimentado la necesidad de ordenar esta heterogeneidad histórica, estos estratos del tiempo. A este problema hacía frente la actividad legisladora del rey.”
“No comprendo bien a O´Callaghan cuando dice que los mudéjares demostraron ser súbditos poco fiables. Sobre todo cuando viene de recordar la expulsión de los mudéjares de Écija, que estaban protegidos por pactos reales que no se cumplieron. De esta manera, el rey tampoco resultó fiable para los musulmanes. El rey de Granada, a quien se reclamó Tarifa y Gibraltar, se dio cuenta de que ese paso implicaba su muerte. Así que se negó y se alió con los benimerines de Marruecos y con los reyes de Túnez. Pero más allá de todo esto, y sea cual sea la cusa del malestar de los andaluces mudéjares, y de los pactos incumplidos por parte del rey, el rey de Granada no se hubiera rebelado en 1264 si no hubiera percibido la extrema debilidad del rey respecto a sus propios vasallos castellanos y, sobre todo, la superficialidad del dominio cristiano sobre amplias zonas mudéjares.”
Así que si os animáis a abordar su lectura, veréis que lo de la boina terruñera, las trifulcas por la recaudación de impuestos entre regiones, antes reinos; y el eterno debate del ser español, viene desde muy atrás y que esa idiosincrasia la tenemos arraigada desde los tiempos en que unos monjes que esperaban el Apocalipsis se retiraron a monasterios en el páramo que era la tierra de nadie en la península ibérica y tras pasar el año 1000 y no incendiarse la cristiandad por la venida del maligno, se empezaron a edificar castillos a fin de asegurar el vasallaje y la recaudación de impuestos...
Luego vendría el imperio español y se seguiría sin solucionar el problema de fueros y castas… Pero esa es otra historia, otro libro.
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr.
http://theadversiterchronicle.org/
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