The Adversiter Chronicle

martes, 26 de noviembre de 2024

"Ni a pata ni alpargata y menos a La Alcarria", suplemento viajero cutre

Suplemento viajero cutre de The Adversiter Chronicle

Viaje a bajar la basura

El viajero llama al ascensor, es esa hora maldita en que los sonidos imperceptibles durante el día son audibles de noche, no muy tarde y sí recién empezada en el reloj porque en la calle hace ya unas horas que se ha puesto el sol. Por el ruido del ascensor cuando el viajero lo llamó, deduce que debe estar tres o cuatro pisos más abajo. El descansillo está bien iluminado y hay cierto aire onírico, así lo percibe el viajero, cuando echa un vistazo a las puertas vecinas y piensa sin pensar en...
El ascensor y la sacudida de su llegada saca al viajero de su ensoñación, que entra al ascensor y pulsa el botón del portal. Hay pequeñas vibraciones sospechosas y el viajero mira con detenimiento alrededor, un espejo a sus espaldas y laterales que muestran signos del paso del tiempo y alguna pequeña o algún pequeño vándalo dejó muestras de su paso en forma de rayones. La verdad es que se trata de un ascensor moderno, ya con sus lustros encima, pero aparte de las vibraciones sospechosas, los rayones vandálicos en los laterales, la rejilla del techo descolgada de uno de sus cuatro anclajes que hace que se desnivele y que en alguna ocasión se atasca dejando encerrado al viajero, sólo fue una vez y hace ya tiempo pero el viajero aún tiene pesadillas, se trata de un ascensor presentable, no uno de esos destartalados con botonera y puertas del siglo pasado, que el ascensor del viajero también lo es, pero aún surca el océano vertical en singladuras que llevan al viajero cual grumete en el palo mayor que...
La puerta se abre y el viajero sale al portal, olvidados ya los pensamientos en el ascensor. Barrunta el viajero para sus adentros cuando pone los pies en la calle que hace un frío de narices. El contenedor está a unos pocos pasos, hay que sortear el coche aparcado en batería y hay espacio suficiente para que el viajero y su bolsa de basura no causen destrozos al retrovisor. El viajero abre las fauces del contenedor, sin halitosis de boca de contenedor aunque tampoco huele a campo de rosas, en todo caso no hace falta taparse la nariz. Hay espacio suficiente para que el viajero arroje la bolsa al fondo, poblado de otras bolsas, algo de madera y poco más percibe el viajero que cierra el contenedor. Llega al portal aliviado cuando cierra la puerta y siente calorcillo de portal. El ascensor parece esperarle gentilmente y cual gentil hombre, el viajero vuelve a su interior, pulsa el botón de su piso y ve como se cierran las puertas. Regresan los ya familiares sonidos y vibraciones en el exterior del ascensor que hacen sentirse al viajero como aquel astronauta que sentía que algo u alguien golpeaba el exterior de su nave. El viajero se mira en el espejo, girando con suavidad para que el ascensor no le dé por parar, hay un tipo que le observa al otro lado, piensa para sí pensando en el comienzo de un algo...
La parada en el piso y la consiguiente brusquedad del ascensor al parar que se transmite a los pies del viajero devuelve a la realidad, saliendo del ascensor y sacando las llaves para entrar en casa y tal vez...
Pero ése, ya es otro viaje.

The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
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