Suplemento
viajero cutre de The Adversiter Chronicle
Viaje de visita en el
hospital
Se
apea el viajero en la última parada del bus municipal que es en el
propio hospital, viaje a sus entrañas para visitar a una amistad que
está ingresada. Ya son horas de nocturnidad sin alevosía, sin saber
a ciencia cierta si ya está tan oscuro porque el cielo está nublado
u que el sol se acuesta temprano, a esa hora maldita del hospital en
que las visitas se despiden con azoramiento y la plebe ingresada se
prepara para la cena...
Hay
poca gente en el hall de la entrada, espacioso, amplio y limpio con
filas de asientos frente a oficinas cerradas descansando del trajín
de la mañana, pero ahora con las oficinas cerradas, mostradores
vacíos y sólo el sempiterno cuponero con el chiringuito abierto
donde el viajero compra dos cupones, uno para sí mismo y otro para
el paciente que va a visitar. No tiene el viajero fé en el azar del
cupón de los ciegos, pero es sana costumbre que vio en otras visitas
en otros hospitales y piensa el viajero que no es plan regalar un
cupón y que toque sin tener él otro...El pasillo que conduce a los ascensores está poblado de visitas que salen del hospital, con prisa como si quedarse más tiempo del imprescindible trajera mal fario; otros y otras con gesto serio y caminar cansado con la chaqueta en la mano de quien ha pasado un mal trago y no falta el sufrido celador, enfermera o de la limpieza que cogen el ascensor porque están trabajando y se admira el viajero de su abnegado esfuerzo porque todo funcione aunque el viajero siempre oye quejas sobre el hospital como niños pequeños con un valioso juguete entre sus manos y que lo desprecian...
El ascensor es enorme, piensa el viajero, y está vacío salvo por su presencia que se repite en el espejo, es un ascenso a una planta alta y el viajero piensa en lo que se piensa a solas en un ascensor que es pensar en todo y nada, en otros ascensores en otros hospitales con otros enfermos, algunos ya sentenciados en vida, pero el recuerdo se tiñe de recuerdo mitigando el dolor cierta anestesia emocional que se crea en el alma cuando haces de lazarillo de enfermos ya sentenciados, aceptando la muerte como constante en la ecuación y ya sin preguntas, esperando que llegue la respuesta sin ansiar ni desear saber la misma pero con la certeza de que el momento de la respuesta, si la hay, avanza inexorable a su encuentro...
Entra el viajero en el ala hospitalaria donde está la habitación que busca, aunque el viajero ha entrado cual miura y se percató de su error cuando era el ala de impares y su destino en el ala de los pares. Hay ya bandejas de la cena en su carro, buen momento para visitas hospitalarias donde se puede ser útil ayudando a servir la cena o bien salir pitando para no molestar la misma, cruel sistema pero al viajero no le gusta ni fascina ir de visita al hospital o tomar algo en la cafetería, hubo un tiempo pero ahora el viajero siente que es tiempo de elegir los tiempos como puede ser ir de visita al hospital...
El viajero asoma el cuello y ve a su amistad y, tras una fugaz mirada al pasillo con el trajín del personal, ruidos de otras habitaciones, el aroma a cena hospitalaria, un volumen de televisión que se cuela en el pasillo, todo ello se concentra en un denso segundo y respira aliviado porque está en viaje de visita y no ingresado sin billete de regreso...
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
No hay comentarios:
Publicar un comentario