Suplemento
literato cutre de The Adversiter
Chronicle
Libro: Guardianas
nazis
- El
lado femenino del mal -
Autor:
Mónica González ÁlvarezEditorial: Editorial EDAF, S. L. U.
Edición: Segunda edición, diciembre 2012
Se está terminando mayo y resulta obligatorio rendir homenaje a las víctimas del nazismo más cuando en Europa soplan de nuevo vientos xenófobos y partidos que bajo el manto del populismo ocultan su devoción y genética nazi alimentado su nicho electoral por la crisis económica y que del otro extremo surgen también partidos claramente fascistas como ellos sólo que de la extrema izquierda. Es por ello que siempre hay que recordar y tratar de desentrañar que empujó a seres humanos a exterminar a otros seres humanos...
La autora con estilo ágil y precisión periodística
aborda el exterminio desde la perspectiva de las miembros femeninos
de las SS como guardianas de los campos de concentración, de la
muerte. Lejos de efectismos truculentos detallando los malos tratos,
vejaciones y actos de sadismo y crueldad sobre las prisioneras, no
rehuye describirlos pero lo necesario dentro de un conjunto donde
sólo eran parte de la rutina diaria en el infierno de las
selecciones para la cámara de gas, los experimentos médicos sin
anestesia o el sadismo en las torturas mediante latigazos, patadas,
perros entrenados para devorar y perfeccionamiento de métodos de
tormento cuando no el simple y vil asesinato por placer.
Por otra parte resulta didáctico observar que muchas
eran mujeres jóvenes que nos muestran hasta que punto las
inmersiones desde la infancia en ideologías e ideas calan hasta el
punto de que personas normales y de vidas anodinas sin pena ni gloria
en el paso por este mundo se transforman en verdugos implacables. Sin
duda hay una inoculación de odio e ideas desde la infancia así como
una sociedad, la Alemania nazi desde 1933, constantemente adoctrinada
que logra crear monstruos cuando el terror es instigado por el
Estado. No hay diferencia entre los nazis y las dictaduras militares
de los 70´s y 80´s ni siquiera en la actualidad donde el contrario
queda reducido al concepto de objeto merecedor de la muerte y el
tormento. Un libro que, al igual que todos los que tratan el tema del
nazismo, debería hacernos recapacitar en qué nos estamos
equivocando para que todo aquello que se creía derrotado en mayo de
1945 vuelva a calar en la sociedad europea y occidental, existente
bajo otras formas en el resto del mundo...
Mónica G. Álvarez es periodista, escritora y guionista
de radio y televisión. Dejó su Valladolid natal en 2004 para
instalarse en Barcelona, ciudad que la vio crecer profesionalmente.
Su vocación es la radio, pero desde hace años se dedica a una de
sus grandes pasiones: la escritura. Es colaboradora en diversos
medios de prensa y revistas. Se considera una investigadora nata,
imperfecta y orgullosa de serlo y sobretodo, una mujer optimista,
apasionada y soñadora.
Generosos
datos sacados como es habitual de la contraportada y sin más unas
breves reseñas que os inciten a conocer el lado oscuro femenino del
nazismo:
La esposa del comandante del campo de Buchenwald...
“La
pesadilla comenzó en “Villa Koch”, como formalmente era
conocida, y se extendió hacia el exterior. Se trataba de una gran
casa de aproximadamente 125 hectáreas sobre la colina Ettersberg. En
un principio, aunque Ilse era la esposa de uno de los siete oficiales
de las SS destinados en Buchenwald, no era de aquellas que hacían
amigos fácilmente. Pronto, la señora Koch se transformó en una
mujer `endemoniada´. La maternidad no la había ablandado, ni más
lejos de la realidad, sino todo lo contrario. El efecto positivo que
podía subyacer en ella se había convertido en algo destructivo y
mordaz. De hecho, no se relacionaba con ninguna de las otras
cónyuges. Su carácter colérico, sádico, degenerado, de gran
sangre fría y hambrienta de poder, se lo impedían. Algunos informes
médicos posteriores la llegaron a tildar de ninfómana. Para la
realización de esta clase de depravaciones y fiestas, el comandante
Koch mandó construir también una especie de `picadero´, donde su
mujer podría desplegar sus malas artes, tanto amatorias como
criminales. El lugar en cuestión, lejos de ser algo pequeño, tenía
40x100 metros de extensión y unos 20 metros de altura. Esta
gigantesca morada se encontraba a poca distancia del campo de
concentración, así que los prisioneros de los barracones más
cercanos podían escuchar perfectamente lo que ocurría en su
interior.”
María Mandl, conocida como La Bestia de Auschwitz...
“La
interna Aleksandra Steuer afirmaba con rotundidad: `Mandl fue una
vigilante muy cruel en el búnker´. Al fin y al cabo, en aquel
tétrico edificio las víctimas eran despojadas de sus ropas y
zapatos, y permanecían desnudas por completo durante todo el
confinamiento. Dos veces a la semana eran alimentadas con víveres
previamente cocidos o con un café y un pedazo de pan duro.
Frecuentemente, las aberraciones eran tan severas que durante tres
días las reas no podían comer nada, y también eran obligadas a
hacer huelga de hambre con cualquier pretexto de lo más trivial. A
lo largo de este correctivo los castigos mínimos fueron el
fustigamiento y los golpes, al menos 25 latigazos, después 50, 75 y
hasta 100. Posteriormente se duchaba a la persona con agua fría y la
sacaban al exterior para dejarla a la intemperie. Su época favorita
era el invierno, por lo que la mayoría expiraba de hipotermia. El
búnker estuvo al servicio de los supervisores y guardianes más
peligrosos y decadentes del campamento. Mandl, como directora del
mismo y hasta su nombramiento como Oberaufseherin en abril de 1942,
también hizo las delicias más pérfidas y agresivas que nos podamos
imaginar.”
Herta Bothe, la Sádica de Stutthof y sus métodos
narrados por una testigo...
“...una
húngara a quien yo conocía por el nombre de Eva, de 18 años de
edad, se acercó a la cocina para comer algunas cáscaras de nabo que
se encontraban en un montón fuera de la cocina. Esta niña vivía en
el mismo bloque que yo, que era el bloque 203. Como ella estaba
cogiendo las cortezas, Bothe vino de un lugar de trabajo cercano.
Ella ordenó a una de las chicas de la cocina que trajera un gran
trozo de madera y entonces comenzó a golpear a Eva con él. Después
de los primeros golpes la chica se cayó. Yo y otras chicas de la
cocina gritamos a Bothe que Eva era demasiado débil para soportar la
paliza. Bothe replicó: `La golpearé hasta la muerte´. A
continuación Bothe le pegó a la chica en la cabeza y por todo el
cuerpo. Después de unos diez minutos paró y Eva se quedó muy
quieta, sangrando profusamente de la cabeza. Luego Bothe me ordenó a
mí y a otras chicas que llevásemos el cuerpo a una habitación en
el bloque al lado del hospital donde ponían todos los cadáveres.
Definitivamente la chica fue asesinada por la paliza. Una interna que
yo creo que era médico examinó el cuerpo y dijo que la chica estaba
muerta. No sé el nombre de la doctora. No la he visto desde la
llegada de los británicos.”
Ravensbrück...
“Lo
que para los nazis era una `muerte natural´ para la gente corriente
y cuerda se trataba de hambre, palizas y un trabajo agotador. La
muerte en este campo de concentración estaba científicamente
organizada. Hasta un funcionario alemán llegó a escribir en octubre
de 1944 que la `mortalidad en Ravensbrück era insuficiente y debería
llegar a 2.000 muertos al mes con efecto retroactivo de 6 meses¨. No
me extraña que las mujeres retenidas allí fueran presas del pánico
al ver a la que sería su tutora, Dorothea Binz, pasearse con gesto
tétrico por los barracones. Con cada golpe que propinaba a aquellos
despojos humanos, los ojos de la guardiana brillaban con una alegría
a veces infame a veces voraz. Una superviviente llamada Olga
Golovina, que había sido encarcelada en Ravensbrück a la edad de 21
años, explicó 39 después y con lágrimas en los ojos: <<Recuerdo
a la guardiana Dorothea Binz paseando por el campamento. Aún puedo
verla ante mis ojos. Una prisionera agotada pasa a su lado, tropieza
y cae. Con denodados esfuerzos se pone de pie y se va tambaleándose.
Semejante escena era suficiente para Dorothea. Ella pedaleó más
fuerte, aumentó la velocidad y atropelló a la miserable interna.
Luego llamó a los perros y se los lanzó. ¡Los perros eran
salvajes, feroces, adiestrados especialmente para destrozar a la
víctima hasta que dejaba de respirar!>>.
Libro de casi obligada lectura, y sin casi, para conocer hasta qué
punto nos volvemos salvajes cuando se dan las circunstancias
apropiadas pero también de homenaje a los millones de víctimas que
fueron asesinadas o tuvieron la desgracia de pasar por el sistema
nazi de represión y exterminio. Un recordatorio para nosotros mismos
como lectores de que en ocasiones hay que salir a la calle y defender
valores que damos por hechos pero que pueden trocarse por lo
contrario si permitimos que los extremismos políticos campen a sus
anchas y miramos a otro lado. Recomendable para todo tipo de lectores
y de electores, un humilde homenaje al recuerdo de quienes
padecieron, sufrieron y murieron en los campos de extermino y
concentración de todas las épocas, pasadas y tristemente aún
presentes, quién sabe si también del mañana...
Perdonar pero no olvidar.The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
theadversiterchronicle@hotmail.es
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