Suplemento literato cutre
de The Adversiter Chronicle
Autor: George Crile
Editorial: Editorial Almuzara, S. L.
Traducción: Zulema Couso
Edición: Febrero de 2008
Hay
ocasiones en que cine y literatura van de la mano. Si bien es cierto que una adaptación
al cine conlleva muchas veces que se mutile parte del texto de la novela, si la
adaptación es buena te entran ganas de leer el libro. Un ejemplo es “De aquí a la Eternidad” y otro el que
traemos hoy a Lomo con tapas.
Os
sonará el título de la adaptación al cine de 2007 dirigida por Mike Nichols
estando protagonizada por Philip Seymour Hoffman, Tom Hanks, Ned Beatty, Amy
Adams, Emily Blunt, Julia Roberts y Om Puri. Estamos los 80´s, Reagan juega con mano de hierro y un par de faroles la lucha contra la URSS. Los soviéticos han invadido un lejano país llamado Afganistán conquistando la capital y guarneciendo las principales localidades mientras sus tanques y sus terribles helicópteros de combate Hind diezman los combatientes afganos y masacran a la población civil. En EEUU, las actividades para armar a La Contra por parte de la CIA son fiscalizadas por el Congreso, la prensa y la opinión pública que además achaca a la CIA de dejar abandonados a su suerte a los muyahidines …
En
las sombras del poder, un congresista texano amante de la juerga, el sexo y las
drogas, lucha y organiza el envío de armamento y pertrechos a los afganos con
la complicidad de antagonistas como Pakistán e Israel. Cuenta para ello con
otro patriota que al igual que él considera que hay que dar a los soviéticos su
propio Viet-Nam y organiza la mayor operación de guerra secreta de la CIA y
pondrá en jake mate al imperio soviético, al comunismo.
George
Crile (1945-2006), trabajó en CBS News
desde 1976, cuando se unió a la cadena para producir The CIA´s Secret Army, su documental pionero en el que describía la
historia nunca antes contada de las guerras secretas de la CIA contra Castro
tras la invasión de Bahía Cochinos. Este fue el primero de una colección de
programas de gran influencia en los que Crile, basándose en su información
original, llevó a los espectadores a mundos cerrados e inaccesibles hasta aquel
momento. A finales de los 80, mientras cubría la guerra afgana, comenzó un
proceso de reportajes e investigación que culminó con su superventas La Guerra de Charlie Wilson. Se trata de
la crónica de un episodio olvidado en la consciencia política mundial: la
historia de cómo Estados Unidos promovió la única yihad de éxito en la historia
moderna, una guerra secreta en Afganistán que le ocasionó a los soviéticos su
propio Viet-Nam.
Y es
que muchas de las preguntas que el común de los consumistas nos hicimos el 11-S
tienen su respuesta en la táctica de entrenar y equipar sólo cierto número de
combatientes de tal manera que los soviéticos pensaran que se enfrentaban a
tecno guerreros. Los mismos que ahora combaten las tropas de la OTAN y disparan
a adolescentes que desean estudiar pero cometen el pecado de ser mujeres.
Los
guerreros afganos confiaban en Alá y la CIA para ellos sólo era un medio de Alá
para darles la victoria. Pero resulta refrescante ver las claves de por qué
surgió la Guerra al Terrorismo de los
residuos del último gran frente de la Guerra Fría: muyahidines reforzados en su
fe y armados de moderno material de guerra en cantidades suficientes para luego
volverse contra sus adiestradores.
Es
un libro que se lee con avidez y nos fascina lo que nos muestra, aquello que
siempre está oculto: inteligencia y contra inteligencia. Narrado con maestría,
se lee con la avidez de un buen reportaje de investigación siendo además un
libro de historia.
Pero
os dejo unos breves pasajes como siempre, que es mejor que mi verborrea.
Una
dama sureña de armas tomar contra la URSS y Dios de su parte…
“Se puede decir que la fijación futura de Herring de luchar
contra los rusos en Afganistán tuvo su origen en París, cuando de Marenches organizó
un encuentro entre ella y su marido con una de las piezas claves de la nombrada
red (una red mundial de gente dispuesta a sacrificarlo todo: sus vidas,
fortunas y honor, igual que los Padres Fundadores), el brillante embajador
pakistaní en Washington y ministro de asuntos exteriores Sahabzada Yaqub Khan.
A finales de los 70, Pakistán era un país pobre y que no
contaba con el favor de Washington. Con la intención de establecer una amistad,
Yaqub Khan propuso que Bob Herring fuera el cónsul honorario de Pakistán en
Houston. Herring rechazó el puesto pero sugirió que lo ocupara su mujer. Allí
empezó la historia de amor de Joanne con Pakistán y, sin duda, uno de los
nombramientos diplomáticos más extraños jamás realizados por un país
fundamentalista musulmán…
…No había precedentes de una mujer estadounidense que
actuara en nombre del gobierno pakistaní por lo que Pakistán le otorgó a
Herring es estatus de <<hombre honorario>> y se dirigían a ella
como <<señor>>. De vuelta a los Estados Unidos, colocó a los
diplomáticos pakistaníes peor considerados en primer plano, incluyéndoles en
elegantes cenas de etiqueta con gente del nivel de Henry Kissinger y Nelson
Rockefeller.
Todo marchaba perfectamente hasta que los militares se
hicieron con el poder y colgaron al presidente Zulfikar Ali Bhutto, quizá más
conocido hoy en día como el padre de Benazir Bhutto. El presidente Jimmy Carter
encabezó la condena del nuevo dictador, Mohammad Zia ul-Haq acusándole de matar
a la democracia en Pakistán así como de construir una bomba atómica musulmana.
Carter retiró toda ayuda militar y económica declarando a Pakistán indigno de
la ayuda estadounidense…”
“Esta vez, Gust
Avrakotos no intentó intimidar físicamente a Wilson. En vez de eso, comenzó
dejando claro el enorme riesgo que corría personalmente. Nadie sabía lo que
estaba haciendo y, si Wilson aceptaba la proposición, nadie debería saber jamás
de dónde vino esa idea. Acto seguido, soltó la bomba. Quería otros cincuenta
millones.
Era una petición escandalosa. Los oficiales de la Agencia
no tienen permitido presionar al Congreso en asuntos monetarios. Ni siquiera tienen permitido hablar con los
miembros del Congreso sin autorización y, además, deben ir acompañados de un
testigo.
En este caso, Gust Avrakotos no sólo pedía dinero del que
nadie en la séptima planta sabía, sino que era dinero que nadie en Langley estaba interesado en pedir al Congreso. De
hecho, algunos aún ponían trabas a los cuarenta millones de dólares que Wilson
le acababa de hacer tragar a la Agencia. El congresista era considerado un
hombre salvaje al que había que contener más que incitar. Lo más importante,
cualquier petición de nuevos fondos en mitad de una sesión del Congreso podría
hacerse exclusivamente si el director estaba dispuesto a llevar el caso ante el
presidente. Los cincuenta millones que Avrakotos pedía en aquel momento a
Wilson suponían más que todo el presupuesto afgano de aquel año…”
Moral
muyahidín en la retaguardia hospitalaria yanqui…
“Pero entonces empezaron los problemas. Por alguna razón,
aquellos puritanos hombres de las montañas con sus ideas islámicas
fundamentalistas, que obligaban a las mujeres afganas a que se cubrieran de la
cabeza a los pies, no estaban preparados para las enfermeras estadounidenses
prácticamente desnudas. Sin embargo los muyahidines no eran más que hombres,
así que es fácil imaginarse cómo reaccionaron ante mujeres jóvenes y rubias con
las piernas y los brazos al aire e incluso parte del cuello y del pecho desnudos.
El demonio les había enviado la tentación. Aquel problema diplomático de
pesadilla recayó sobre su autor, Schnabel. En la mayoría de los casos,
consiguió suavizar la situación con las nerviosas enfermeras explicándoles las
diferencias entre ambas culturas. Pero no tenía ni idea de qué le diría a la
junta del hospital cuando estalló la guerra tribal en una de la salas del
hospital…”
El
fin de un imperio…
“Gorbachov estaba atrapado. Estados Unidos extendía sus
tentáculos y por primera vez parecía como si estuvieran preparados para
aguantar hasta el final. Ya no estaba claro que los soviéticos pudieran
permitirse pagar el precio de la guerra. Les costaría otro medio millón de
soldados o más enfrentarse a una situación que empeoraba. Pero dicha situación
forzó a Gorbachov a hacer acto de presencia delante de toda la nación para
admitir, primero, que existía una guerra y, segundo, que el Ejército Rojo
perdía. Imposible.
Aquel febrero, Gorbachov reconoció que Afganistán se había
convertido en una llaga para la Unión Soviética. Nadie en el Kremlin sabía que,
varios meses después de su discurso, un avión de las fuerzas aéreas
estadounidenses aterrizó en la profundidad de la noche en la misma pista
militar de Rawalpindi que utilizaban los vuelos McCollum. El jefe de la CIA
estaba listo para vigilar el primer envío de `Stinger´. El general Raza del ISI
(servicios secretos pakistanís) también estaba allí para asegurarse de que el
envío especial se transportaba con seguridad a unas instalaciones aledañas
donde un grupo de guerreros sagrados seleccionados comenzarían un entrenamiento
de ocho semanas.
Casi todo empezaba a salirles mal a los soviéticos. En
abril, con la apertura de la nueva temporada de Afganistán, el general
Varennikov tuvo que salir urgentemente de Kabul en una misión urgente de
prioridad nacional: el mayor accidente nuclear de la historia ocurrió en el
reactor nuclear de Chernóbil contaminando miles de kilómetros cuadrados. Tras
enviar a Varennikov, Gorbachov pasó a la clandestinidad y actuó como si nada
hubiera ocurrido hasta once días después; y sólo tras las protestas
internacionales. Doscientos mil desdichados ciudadanos fueron evacuados y se
envió a un gran número de personal para intentar arreglar el desastre.
En vez de desplegar una División en la frontera con
Pakistán, Varennikov organizaba equipos suicidas en las cámaras del reactor
para limpiar los residuos mortales. El mundo observaba horrorizado. En la Casa
Blanca, Reagan les dijo a sus consejeros que, si Chernóbil hubiera ocurrido en
Estados Unidos, se habrían visto obligados a detener el armamento. Afirmó que
Gorbachov pensaría lo mismo…”
The Adversiter Chronicle, diario
dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
theadversiterchronicle@hotmail.es
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