Una sección de
F. O. Roffön en exclusiva
para The Adversiter Chronicle
La Rojita logra el
trono europeo
Cuando
parecía que tocaba un inicio de verano sin competición futbolera
digna de llevarse a la boca salvo si se es carne de tercera categoría
o de regional, estaba el menda gorroneando unos pinchos entre culín
y culín; mirando de reojo el televisor donde jugaba la Sub-21 en
Campeonato Europeo de selecciones de la categoría, era contra los
anfitriones italianos y la derrota no dejó sabor de boca, que ni fu
ni fa, vamos...
No
obstante se llegó al partido contra los polacos en la texitura de
tener que ganar por tres goles de diferencia, lo cual añadía morbo
para ver el partido. Jugaron muy bien, con destellos que hacían
soñar con triunfos cuando llegaran los que llegarán a la absoluta,
toda vez que la actual Roja no enamora ni encandila sometida a
vaivenes de seleccionadores que dejan el cargo en situaciones
anómalas por distintos motivos. Pero La Rojita jugó un buen partido
que hacía frotarse las manos de vernos la cara en semifinales con
los siempre incómodos franchutes y poblado el banquillo gabacho de
auténticos atletas afroeuropeos que presagiaban un partido incómodo
para los españoles en un campeonato azotado por la ola de calor...
Y
entonces, sí, todas las miradas de la parroquia chigrera fueron
fijando las pupilas en las pantallas porque no era La Rojita ni eran
unos chavales aún en plena formación como futbolistas
profesionales, eran unos auténticos futbolistas que pasaban,
tocaban, presionaban, birlaban y marcaban como una orquesta que
descubre que distintos tipos de músicos pueden tocar al unísono.
Que gran sabor de boca la derrota de los franceses ante el despliegue
de juego y de talento de una selección que parecía la absoluta y no
una casi imberbe tribu de jovenzuelos con desparpajo a la hora de
manejar el balón...
La
final era contra la siempre peligrosa y letal Alemania, en partido de
revancha para unos y otros. Y no hay palabras para describir los
primeros quince minutos de La Rojita: sublimes, perfectos, soberbios,
fogosos y alegres como si de repente se abriera el espacio tiempo en
el chigre y volvíamos a la mágica tarde-noche del 11 de julio de
2010 con La Gloriosa porque no era simple fútbol, que también por
su perfección, era sencillamente esa magia recuperada que nos hizo
ser bicampeones europeos y campeones mundiales. Porque ya no se
añoraba a los Puyol, Iniesta y compañía, La Roja saltaba el
espacio tiempo y de nuevo volvió a ser la España de la presión
constante, del drible entre la selva de pies del contrario, obligado
a correr y fatigarse tras el balón; de robar y meter miedo en el
cuerpo del portero contrario, del talento y la clase individual
aplicado a la técnica y la táctica del conjunto. La recompensa fue
poca, pero nos dio ventaja en el marcador...
El
problema del fútbol virtuosismo de La Roja, es que si no se aplica
tensión constante y no se logra una cómoda ventaja en el marcador,
a medida que pasan los minutos el contrario se crece, más bien que
España baja el ritmo. El caso de Alemania Sub-21 es el mismo que el
de su absoluta: juegan ese runrún constante que logra drenar la
desventaja en los marcadores. Por fortuna cuando mejor estaban
jugando, La Rojita logró el segundo tanto que logró a su vez
levantar la fortaleza de los españoles aunque los alemanes marcaron
en el minuto ochenta y nos metieron el miedo en el cuerpo pero tras
el pitido final lo que el cuerpo pedía era sidra y pinchos...
Alegría
inesperada y que llena de ilusión el futuro inmediato de la
selección española, porque han demostrado que aquel fútbol de
ensueño sólo comparable al fútbol total de la mítica Holanda de
Cruyff sazonado del ritmo futbolero brasileño con virtuosismo sobre
la pelota, no sólo es posible sino que funciona, que todas las
selecciones tratan de imitar pero sólo lo logran a medias. De
momento han clasificado para las próximas Olimpiadas y hay relevo de
garantías para suplir las bajas de la absoluta tanto a nivel
deportivo como técnico...
¡Enhorabuena
campeones!F. O. R.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Salt Lake City, Utah
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
Salt Lake City, Utah
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