Colaboración de lujo de una buena amiga y conocida por
los lectores y lectoras de The Adversiter Chronicle: la escritora gijonesa Caridad Santamarta.
El segundo de una serie de dos relatos cuyo estreno en
Internet es un privilegio en exclusiva para
The Adversiter Chronicle
The Adversiter Chronicle
- ¿Quién soy yo ahora? es verdad que sentí un
alivio cuando se fue, era una carga muy grande la que yo tenía con esa mujer,
con quien cometí la locura de casarme, solamente porque era bella y por que era
la hija del Senador Charles.
Sé que no la amaba, sé que lo hice por ambición, por destacar en la
sociedad, por mis propios medios no iría a ninguna parte, no he hecho nada
importante.
Quise sobresalir entre mis amigos,
hacer que vieran que era una persona de alta élite, pensé que subiría
escalones y llegaría a la cumbre, presentar a Judit como mi
esposa me llenaba de orgullo porque era quien era.
Dejé atrás un amor que existía desde muy jovencito, Soledad y yo nos
amábamos de verdad.
Al ir pasando mi juventud así como la suya, ella se dio cuenta que yo
sería siempre el mismo, haciendo promesas y mas promesas de las cuales nunca me
ocupaba de cumplir, solamente las recordaba cuando estaba con ella.
Pero
su amor iba enfriando al comprender que nunca sería un hombre útil, que solo
serviría para amarla, y como ella bien decía no solo del amor se vive, me
advertía que necesitaba hacer algo, no estudié, no trabajaba en ningún lugar
mas de quince días o un mes, siempre me
daba razones a mi mismo para dejar de asistir a cumplir con mi deber, ¿por qué
iba a levantarme a las seis de la mañana pudiendo levantarme a las diez o las
once?
Se afeitó, se dio sus cremita en el rostro y fue hacia el frigorífico,
no estaba muy surtido pero si había algunas cosas y se sirvió el desayuno, ya
le costó preparárselo, estaba acostumbrado a que se lo sirviera por la mañana
la empleada que tenían pero Judit la había despedido el día anterior.
Se vistió para salir, había
quedado con unos amigos para ir a tomarse algo y dar una vuelta, miró sus
bolsillos, solamente tenía diez euros, fue a la caja donde depositaba su esposa
el dinero para los gastos diarios del hogar, no había nada, pero le quedaba la
tarjeta e iría al banco.
El cajero se la rechazó, en este momento algo le recorrió por el cuerpo,
¿Donde iba a ir con diez euros?
Judit se había ido premeditadamente ¿tendría otro hombre?
Decidió averiguarlo y buscarla, se fue
al lugar del trabajo de su esposa a esperar a que saliera, faltó a la cita con
sus amigos, no podía ir con ellos llevando
solamente diez euros, era mucho su orgullo para admitir que no tenía dinero.
-Tienes mas dinero de lo que has ganado en estos siete años que llevamos
casados- le dijo Judit cuando se vieron, ella subió a su coche y se fue a casa
de sus padres.
Volvió al día siguiente y uno mas, rogando a su
esposa que volviera, ella cansó de sus
visitas, le dijo que estaba todo en
manos de abogados que tendría los avisos
correspondientes para un divorcio inevitable.
¿Qué podría hacer?
Regresó a casa, se tumbó en la cama y pensaba en lo que le venia encima,
tuvo miedo al papeleo y a la vergüenza que pasaría.
Recogió sus pertenencias y se fue con intención de desaparecer.
Judit
no supo más de su paradero y quedó todo sin confirmar, ¿donde estaría?
No se
supo más de Juan.
Caridad Santamartahttp://carisantamarta.blogspot.com.es/
The
Adversiter Chronicle,
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