Suplemento literato cutre de The Adversiter Chronicle
Autor: Madeleine Albright con Bill Woodward
Editorial: Planeta S. A.
Traducción: Carmen Aguilar
Edición: Primera edición, junio de 2004
¿Es
el sueño americano una falacia o puede ser real?
Pues
el libro que traemos hoy a Lomo con tapas
tiene la respuesta. En una Europa asolada por el asalto a la democracia a
izquierda y derecha, una familia de patriotas checoslovacos se ve obligada a
emigrar. Acompañados de sus hijos y tras pasar vicisitudes de refugiados en un
continente en guerra desde las costas de España hasta la estepa rusa teñida de
soviética, Europa se desangra y América y los EEUU son la tierra de refugio y
oportunidades para miles de emigrantes forzosos y refugiados atrapados por la
guerra.
Décadas
después, una de las hijas del matrimonio se pasea por las calles de Praga no
como turista, sino como la mujer más poderosa de Estados Unidos: Madeleine
Albright, Secretaria de Estado del presidente Bill Clinton en su segundo
mandato…
Madeleine
Albright nació en Praga. Su distinguida carrera en el gobierno incluye cargos
en el Consejo nacional de seguridad, el puesto de embajadora de EEUU ante las
naciones Unidas y diversos cargos en el capitolio. Vive (2004) a caballo entre
Washington, D. C. , y Virginia.
Recordaros
como siempre, que pese a que hace quedar como un jodido erudito, los datos los
saco de la solapa.
El
caso era que andaba buscando un libro que llevarme a los ojos cuando encuentro
esta biografía interesante por varios motivos: conocer de primera mano las
entretelas de los colaboradores directos de un presidente que pasará a la
retina de la memoria como el tipo que se la chuparon en el despacho y se corrió
en el vestido de la becaria; conocer los entresijos del último conflicto acompañado
del indispensable genocidio y limpieza étnica al que somos tan aficionados los
europeos de tanto en tanto, en los Balcanes en este caso; el conflicto
palestino- israelí, tan en boga en esta fase de preguerra contra Irán y el
chiismo en su vertiente ultra en el nuevo periodo histórico en que entra el Islam
que se desprende de su Edad Media para entrar en su Renacimiento (en Europa
estamos ahora mismo en el momento en que Benjamin Franklin se plantea viajar a
Londres, por si alguien desorientado no sabe en que circunstancia histórica se
halla…)
Parezco entusiasmado pero es que se lee de un tirón y…
Bueno,
mejor os dejo unos pasajes que siempre es preferible a mi verborrea…
Etapa
escolar…
“Llegué a Prealpina Insitute pour Jeunes Filles en septiembre de
1947. El colegio funcionaba en un gran edificio rodeado de preciosos jardines
que daban al lago de Ginebra. Mi habitación tenía vista al lago… y tres
compañeras de cuarto. Me hicieron creer que no conseguiría nada si no lo pedía
en francés, idioma del cual entonces no sabía una palabra. Durante una
temporada fui muy desdichada. A su tiempo conseguí entender la lengua y,
siempre buena estudiante, acabé haciéndolo muy bien. Pronto adquirí la
costumbre de tomar mis tareas con demasiada seriedad. Me hicieron responsable
de la inspección de habitaciones, una labor sin duda de pelotillera, pero que
yo llevé aún más lejos. La inspección del cuarto se convirtió en inspección
personal. Insistía en que las niñas me enseñaran si tenían las manos y las uñas
limpias antes de ir a comer. No tardaron en cantarme las cuarenta y tuve que
buscar la manera de volver a congraciarme con mis amigas. En Prealpina hice mi
primera amiga estadounidense, una chica de pelo rubio y sonrisa radiante, dueña
de una Parker gris que yo codiciaba.
Se suponía que la directora del colegio iba a darnos dos francos
por semana y permitirnos ir al pueblo. No lo hacía más que de vez en cuando,
pero, cuando íbamos, yo siempre compraba un Toblerone triangular, que todavía
hoy me gusta. Los domingos, hiciera el frío que hiciera, caminábamos unos tres
kilómetros hasta la iglesia. Fue en Suiza donde aprendí a patinar sobre hielo y
a esquiar… con las mismas botas. Años después les conté a mis hijos
estadounidenses mucho mejor equipados que, en una ocasión, me sujeté los
patines de hielo a las botas de esquí con una llave.Se ahogaron de risa.”
Embajadora
en la ONU…
“Según el viejo dicho, un embajador es alguien a quien se manda al
extranjero para <<mentir por su país>>. A veces tenía la sensación
de que me habían mandado a Nueva York para <<comer por el mio>>.
Fuera anfitriona o invitada, no hacía más que asistir a cenas, comidas y
desayunos suculentos. Me encanta conocer gente y mezclar charlas triviales con
asuntos serios, pero mi condición de mujer sola creaba un problema de
protocolo. Antes de mi divorcio había pasado infinidad de veces por la
experiencia de que en reuniones sociales me identificaran en primer lugar por
el cargo que tuviera mi marido. Como embajadora, no quería que las mujeres de
otros invitados importantes pensaran que las desairaba o trataba de darme
importancia. Además, los hombres tienen la tendencia a apartarse de las mujeres
antes y después de las comidas. No para tomar brandy y fumar como en los viejos
tiempos, sino para hablar de negocios. Y hablaban de negocios diplomáticos. Era
mi obligación participar de esas conversaciones, cosa que no podía hacer si no
me apartaba de las mujeres. En consecuencia, iba y venía de uno a otro grupo,
unas veces con torpeza, otras con naturalidad, procurando ser agradable con
todo el mundo.”
La
amenaza latente…
“Con ese fin intensificamos el cumplimiento de la ley de
cooperación con otros países, que condujo al secreto arresto y
enjuiciamiento de veintenas de
sospechosos. Ofrecimos recompensas, congelamos fondos terroristas, triplicamos
el presupuesto de la lucha antiterrorista. El presidente dictó una serie de
directivas para mejorar nuestra capacidad de desbaratar operaciones terroristas
en el exterior y prepararnos ante la posibilidad de ataques en territorio de
Estados Unidos. Pidió fondos para perfeccionar los planes que habrían de
aplicarse en caso de desastre, crear reservas nacionales de drogas y vacunas,
entrenar a equipos sanitarios en estados y ciudades, proteger contra ataques
cibernéticos las infraestructuras vitales, como redes de suministro eléctrico e
informático. Bill Cohen anunció en el pentágono el plan de crear una Guardia
Nacional de equipos de acción rápida, que estarían preparados para ayudar a
comunidades víctimas de ataques químicos o biológicos. Es una tragedia que
todas esas iniciativas no pudieran evitar el 11 de septiembre, pero evitaron
otros ataques y dejaron preparado el terreno para lo que vendría después: un
programa nacional en defensa de la patria.”
Lidiando
con Corea del Norte…
“Cuando durante la primera semana de noviembre se reunieron en
Malaisia los expertos de Corea del Norte y Estados Unidos, los miembros de
nuestra delegación pusieron negro sobre blanco qué era exactamente lo que esperábamos
conseguir de la cumbre. Dijeron a los representantes del RDC que preveíamos una
declaración conjunta de obligaciones mutuas, combinada con un intercambio de
cartas confidenciales que especificaran los detalles. En lo que quedaba de la
presidencia de Clinton no habría tiempo para negociar un acuerdo detallado y
completo.
Como habíamos hablado con el presidente Kim, queríamos que la RDC
se abstuviera de fabricar, probar, desplegar y exportar toda clase de misiles
(incluso los que apuntaban a Japón), a cambio de que nosotros permitiéramos
lanzamientos de misiles de uso civil, bajo determinadas condiciones. Queríamos
que Corea del Norte retirara paulatinamente los misiles ya desplegados.
Queríamos un acuerdo sobre normas de verificación y, a la vez, el compromiso de
resolver la manera de ponerlas en práctica. Y queríamos que Corea del Norte
aceptara públicamente la presencia de tropas de Estados Unidos en la península
coreana. También esperábamos que la RDC se adhiriera incondicionalmente al
Acuerdo Marco y se abstuviera de llevar a cabo actividades nucleares no
autorizadas. La mejor palanca que teníamos era el deseo de Corea del Norte de
normalizar por completo las relaciones. No satisfaríamos ese deseo a menos que
todas nuestras condiciones estuvieran ya cumplidas.”
Reflexionando…
“Cuarta, es vital que Estados Unidos encuentre el papel que debe
desempeñar… cosa nada fácil. Cuando estaba en Naciones Unidas, el presidente
Clinton decía que Estados Unidos era <<un país indispensable>>. Me
gustó la frase y la saqué a relucir tantas veces que acabaron adjudicándomela a
mí. Algunos la encontraban arrogante, pero yo no lo decía con esa intención.
Para mí, expresaba más bien la realidad de que la mayoría de las iniciativas a
gran escala exigían, por lo menos, alguna aportación de Estados Unidos para
tener éxito. No pretendía sugerir que solos pudiéramos hacer nada. Mi propósito
no era menoscabar a otros sino estimular el orgullo y la responsabilidad entre
los estadounidenses, de modo que fueran menos reacios a asumir los problemas.”
Madeleine
Albright, esposa, madre y la mujer que fue más poderosa de América.
The Adversiter Chronicle, diario dependiente cibernoido
Director Editorial: Perry Morton Jr. IV
http://theadversiterchronicle.org/
theadversiterchronicle@hotmail.es
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